El escepticismo, esa actitud que pone a salvo a muchos seres humanos de vivir de esperanzas y que los hace creer sólo en lo que pueden ver y tocar, se ha apoderado de una parte de la sociedad. O por decepción, o por frustración o por simple pragmatismo a los ciudadanos colombianos parece que no los convoca nada, ni nadie.
Esta semana comenzó la campaña “Soy Capaz” una iniciativa de un documentalista, periodista, con algo de publicista que logró que le abrieran los oídos en donde muchas veces, se usan tapones a la hora de conseguir unir esfuerzos por una causa común. El sector privado. 120 empresas le creyeron al cuento y le apostaron a cambiar los empaques de 180 productos durante tres meses para llamar la atención de los consumidores. Las empresas, con la ANDI a la cabeza, de paso empujaron a los medios de comunicación a meterse a apoyar la campaña. Cada día de este primer mes, van a suceder hechos interesantes que sugieren romper esquemas mentales, e intentar sacudir las emociones para salir del atolladero de la guerra.
Pero hay que ser claros, las campañas a veces no prosperan porque no van más allá del entusiasmo de un día. Los medios tienen en ésta campaña una oportunidad de ser los mayores impulsores del ánimo colectivo y lograr arrebatarle el tema de la paz a la política, y trasladarlo a la calle. Pero me temo que no será así.
El escepticismo es una de las esencias del periodismo y muy a mi pesar, percibo que el mundo de mis colegas que aún no se sienten llamados a ser parte ni de una campaña como la de “Soy capaz”, y de ninguna otra de largo aliento, excepto porque lo ordenen las gerencias y unas piezas pagas de promoción sirvan de mensaje.
La militancia no es la razón de ser el periodismo, es verdad, pero no militar para abandonar la barbarie y para que el Estado cumpla con el derecho a la paz, si debería serlo.
La paz politizada les ha quitado la voz a los ciudadanos, la interminable pelea entre el gobierno y el uribismo les ha cerrado el espacio a otros escenarios de reflexión. ¿Pueden entonces los medios apartarse de un activismo que no la hace daño a nadie, sino que por el contrario llama a la unión y a la solidaridad? ¿Estos valores necesarios y urgentes pueden quedar en el rincón de los ‘mamertos’, y el periodismo seguir pensando solo en la primicia de la imagen de un robo callejero que ha captado una cámara de seguridad de la policía?
La campaña consiste en que todos pensemos de qué somos capaces para ser parte del cambio, y de que sintamos el llamado a la conciencia de que la paz comienza por ponerse en los zapatos del otro, es simple. Qué puede tener de malo hacer el experimento. Como dice el dicho, y aquí si que vale, “si no mata, engorda”.
Es verdad que al sector privado le cabe más responsabilidad en la guerra. Y que con la campaña las empresas no van a regalar sus productos, sino que van a vender más y seguramente aumentarán sus ganancias; harán publicidad que los medios cobrarán, y con esto irán cumpliendo con un pedacito de su cuota, pero habrán hecho algo. Y aunque a las Farc le parezca insuficiente, se verá una sociedad tratando de conmoverse y de movilizarse. Pero se necesitan los medios.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, escepticismo es “la doctrina de ciertos filósofos antiguos y modernos, que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla”.
Que los medios desconfíen es sano para que los resultados de los procesos sean responsables y sólidos, pero que no se peguen de esta definición, porque otra de las premisas del periodismo es buscar la verdad y lograr que esta se conozca. Si se instalan en el escepticismo como doctrina, habrán perdido la oportunidad y habrán demostrado de qué NO son capaces.