En medio de una semana en la que se conmemoran los tres años de la muerte de Alfonso Cano y por lo cual el accionar de varios frentes de las Farc ha arreciado, se llevó a cabo en el casco urbano de Chaparral, Tolima, el VIII Encuentro Regional para la Paz. Un encuentro en el que el campesinado exigió desarrollo regional sin estigmatización.
La lluvia y el cielo encapotado permitieron que el calor que es frecuente en Chaparral no fuera protagonista del VIII Encuentro Regional para la Paz. Las lluvias aisladas refrescaron los tres días en los que de manera paralela a las discusiones sobre el futuro de una posible posguerra en el país se llevaban a cabo acciones militares en el perímetro de la población tolimense.
Los cerca de trescientos delegados de las diferentes organizaciones y procesos sociales del sur del Tolima y norte del Huila articulados en los programas de desarrollo y paz, Tolipaz y Huipaz, estuvieron presentes en una nueva versión de esta iniciativa que la Red Prodepaz, la Ruta Pacífica de las Mujeres y PAS han llevado a adelante.
Este encuentro cobró una especial relevancia por cuenta de la carga histórica que tiene esta zona para la guerra que se intenta frenar en la Mesa de Diálogos de La Habana. Fue en esta zona en la que las guerrillas liberales mutaron, por la persecución y abandono estatal, en las Farc hace 50 años. Esta región ha estado atravesada por la guerra política dada su posición estratégica como puerta de entrada al Cañón de las Hermosas, corredor que permite movilizarse desde la cordillera central hasta el Caquetá, conectando el sur del Tolima con el norte del cauca y el sur del valle. Las Farc están establecidas en la región, con el Frente 21 y la columna móvil Héroes de Marquetalia, los paramilitares se hicieron fuertes con el Bloque Tolima y la población civil quedó en medio del conflicto, estigmatizada y amenazada.
Ese estigma y esas amenazas hacen que vivir en Chaparral y sus alrededores no sea algo tranquilo como lo puede corroborar Yesid Cadena, locutor radial de un emisora comercial local, a quien tienen amenazado, al parecer, las Farc por cuenta de sus críticas y denuncias al accionar de ese grupo armado. Sin embargo, la gente resiste y solo pide tranquilidad y mayor presencia estatal para sacar adelante sus proyectos de vida.
Benjamín Guzmán Rodríguez llegó al sitio del encuentro después de movilizarse siete horas desde la Vereda Alemania en el Cañón de las Hermosas. Armado con una guitarra, su voz, sus historias y acompañado de la “peinilla” con la que desbroza el terreno en el que siembra, Benjamín habla para el que lo quiera escuchar. Su ímpetu y animosidad al reclamar respeto por los campesinos que al vivir allí no son, necesariamente guerrilleros, hace que sea difícil ignorarlo. Su reclamo es el muchos otros que no se atreven a hablar frente al micrófono y dirigir sus inquietudes a los dos delegados de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz que acompañan el Encuentro.
Si bien no todas las inquietudes que tienen los asistentes son resueltas de la manera en que lo desean, los representantes oficiales, así como varios expertos en temas como cultivos ilícitos o participación política, expresan el sentido de lo que hasta ahora se ha acordado en la Mesa de Diálogos entre el Gobierno Nacional y las Farc. Entre estos últimos se puede contar a Guillermo Alfonso Jaramillo, exgobernador del Tolima quien habló sobre la necesidad de que quienes dejen las armas y quieran participar en política no sean ni excluidos ni asesinados. También estuvo presente Pedro Arenas, exalcalde de San José del Guaviare y quien tal vez es la voz más experta en lo que concierne a cultivos ilícitos y la manera en que se puede solucionar ese problema de cara a un eventual posconflicto.
Fueron tres días de encuentro, del 5 al 7 de noviembre, en los que el optimismo de quienes podían tener al frente a Julián Arévalo y Mariana Otoya, los dos representantes de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz , se vio contrastado con el asesinato, por parte de las Farc, de dos indígenas en Toribío, Cauca y con el cierre obligado de tres vías de acceso a Chaparral con carros bomba. Tanto repercutió el bloqueo en la región que el viernes 6 los helicópteros artillados de la Fuerza Pública no dejaron de sobrevolar la ciudad y su perímetro.
Sin embargo, la delicada situación de orden público que vive Chaparral, de la cual puede dar cuenta la muerte de dos policías en el casco urbano de la ciudad este sábado 8, al parecer por miembros de las Farc, no empañó el optimismo con el que el viernes en horas de la tarde las mesas de discusión temática entregaron sus conclusiones que fueron centralizadas en un comunicado.
Esta conclusiones son en su orden: socializar los procesos de distribución de tierras para campesinos e indígenas, promover un diálogo social en lo que tocante a proyectos minero-energéticos en la zona, avanzar en la creación de una gran red en la región que ayude a promover el apoyo al proceso de paz, el reconocimiento de los procesos de organizaciones de mujeres y sus propuestas para la paz y la reconciliación nacional, el reconocimiento de la comunidad afrodescendiente con asentamiento en el territorio, resaltar las iniciativas de paz que las distintas organizaciones presentes en la región han venido desarrollando., promover un diálogo social entre la comunidad y las instituciones para una mayor gobernabilidad, promover la creación de escuelas de formación universitarias para los campesinos y las etnias presentes en el territorio y promover llamados desde la comunidad para un cese al fuego bilateral; así como exigir el cumplimiento de los acuerdos firmados entre el Gobierno y la Cumbre Agraria, Étnica y Popular.
Estas conclusiones expresan el sentir de la población de una región atravesada por el conflicto. De una región de la que dice Benjamín: “si acá nacieron las Farc acá se debe firmar la paz”.