Esas fueron las palabras que precedieron el terror que tuvo que vivir Kelly Méndez ante la agresión de su ex pareja. En el Día Internacional Contra la Violencia de Género, ella abrió su corazón y sus dolorosas heridas del pasado para revelarnos su historia en Confidencial Colombia para que de una vez por todas muera la justificación de la violencia a las mujeres y que nunca más se diga “Ni una Más”. No más maltrato a la mujer.
Yerson Neva era un hombre tranquilo, que no fumaba, no tomaba, pero tampoco tenía amigos más allá de la cotidianidad del trabajo. Así veía Kelly Méndez a su novio, un hombre de 31 años que conoció en su trabajo en el 2013 y con quien asegura, siempre tuvo una relación serena.
Neva vivía con sus padres y tenía una hija. Las únicas discusiones eran a causa de la ex esposa de Yerson que le escribía a Kelly a través de las redes sociales para confirmar que el matrimonio no se había terminado, además de ciertas historias sobre el sujeto que hicieron que dudara de la relación, pero en varias oportunidades Yerson logró convencerla de lo contrario. Sin embargo, el día que Kelly decidió poner el punto final, el hombre cambió su forma de ser y en vez de asumir la ruptura, construyó un sutil camino que llevaría a su exnovia al terror.
La obsesión empezó. Las cosas se salieron de control. Hasta 70 llamadas perdidas encontraba Kelly en su celular. De sorpresa aparecía a recogerla en su lugar de trabajo y siempre insistía con detalles para que volvieran a estar juntos. Incluso, pasados algunos meses desde la separación, Neva puso un anillo en su dedo para pedirle matrimonio. Kelly veía únicamente a un hombre arrepentido por sus errores, pero aún así no accedió a volver con él.
Pasados dos meses, llegó la pesadilla. Así se describe la noche del 23 de noviembre del 2014 cuando Yerson recogió a Kelly en el SENA para llevarla a su casa. Allí, fuera de su hogar, hablaron por unos minutos en los que ella dejó claro que su relación no iniciaría nuevamente. Kelly se despidió, tomó su maleta e inmediatamente Yerson le saltó encima. “Si usted no es para mí, no es para nadie”. Seguido a esas palabras y en un microsegundo, como le contó Kelly a Confidencial Colombia, su exnovio le había apuñalado el pecho en dos ocasiones.
De los labios de esta joven empezaron a salir las promesas de un futuro feliz junto a él. Su única petición era que la llevara al hospital. “Te amo, me casaré contigo, llévame al médico” decía Kelly, “le dije que inventara un atraco, que yo no le iba a contar a nadie”. Al final, esas palabras y esa sobreactuación la salvaron la vida, Más muerta que viva, Yerson la llevó al hospital. El resultado: una vena mamaria cortada y 4 mil centímetros cúbicos de sangre en su pulmón derecho y en el tórax.
Después de 4 horas de cirugía y 3 días en coma inducido, Kelly sobrevivió a la sevicia de este hombre, al que lograron capturan mientras ella estaba en la clínica, pero que dejaron en libertad por no tener antecedentes. Allí empezó otra lucha: romper con quien la quiso asesinar e intentar que se hiciera justicia.
Después de mucho insistir, a Yerson le aplicaron la condena de 8 años de prisión por tentativa de homicidio, de los cuales ya ha cumplido uno tras rejas.
“Suena feo, pero en este país interesan más los casos de mujeres ya muertas, que los de las que fuimos víctimas y seguimos vivas (…) tuve que pelear mucho para que no lo dejaran en su casa, y aunque no aplicó la Ley Rosa Elvira Cely que es condena por feminicidio, al fin está en la cárcel”
Cifras de violencia en Colombia:
Como Kelly, existen miles de mujeres en Colombia que son maltratadas, heridas y hasta asesinadas. Según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, entre enero y octubre de 2016 han sido asesinadas 731 mujeres, de las cuales 124 son por violencia intrafamiliar. Además se registraron 36.290 casos de violencia contra las mujeres en el ámbito de la pareja y 14.213 casos de violencia sexual fueron contra mujeres.
En efecto, la violencia contra las mujeres es una transgresión grave de los derechos humanos, arruina vidas, causa enfermedades y provoca un sufrimiento incalculable. Lo cierto además, es que estamos en una sociedad arraigada a la desigualdad entre mujeres y hombres en cuanto a derechos, roles, oportunidades y aunque el país se alarma por casos como el de Kelly, el de Rosa Elvira Cely o el reciente de Dora Gálvez en Buga, está claro que la indiferencia o normalización de cualquier acto de violencia contra la mujer, por pequeño que sea, es un gran estupor de esta sociedad.
“La impunidad es un elemento clave en la perpetuación de la violencia y la discriminación contra las mujeres. Si los hombres pueden tratar a las mujeres tan mal como quieran con pocas o ninguna consecuencia, ello niega todos los esfuerzos para construir un mundo que sea seguro para las mujeres y las niñas y en el que ellas puedan florecer. Globalmente, unas 60 mil mujeres y niñas son asesinadas cada año, con frecuencia como una escalada de violencia doméstica”. Así lo dijo Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres.
Pero eso no es todo. Tenemos un conflicto de más de medio siglo que es cargado en gran parte por mujeres de todas las características. Los actos de amenazas, asesinato, terrorismo, torturas, desapariciones involuntarias, esclavitud sexual, violaciones, abuso sexual, embarazos y abortos forzados fueron pan de cada día para miles de mujeres que son víctimas también de esta guerra.
Según cifras de la ONU, “más de 400 mil mujeres han sido víctimas de homicidio en el marco del conflicto armado, y hay más de 57 mil mujeres víctimas de desplazamiento forzado”, sin nombrar los otros caso.
Pero, existen algunos progresos en América Latina, 16 países, casi la mitad de la región, han adoptado legislación para asegurar que el feminicidio es adecuadamente investigado y castigado. En el caso colombiano, la Ley Rosa Elvira Cely, por medio de la cual se fortalecen las penas en contra de los ataques a mujeres, es aún muy nueva. Sin embargo, como le contó a Confidencial Colombia Adriana Cely, hermana de Rosa Elvira, su enfoque está en “que todos y todas nos apropiemos del tema para lograr que el aparato judicial la implemente de la mejor manera. Si bien esta Ley no incrementa las penas como quisiéramos, si nos da herramientas para la prevención y sanción de estos hechos. Especialmente para recordar que la omisión también hace culpables a los operadores de justicia”.
En todo caso, muchas víctimas ven un Estado pasivo e injusto. Un Estado que aún no los protege ni de la violencia, ni de las amenazas y que no sanciona de forma transparente. Pero también ven a una sociedad que llora un día por la violencia, pero al otro están diciendo “eso fue culpa de ella, seguramente se lo buscó”.
¿Será que llegará el día en el que a la mujer no se le toque ni con el pétalo de una rosa? ¿Llegará el día en que la violencia no se justifique? Pues en eso se trabaja desde que se tiene memoria, si se tiene.