El soldado estadounidense Bradley Manning fue sentenciado en una corte militar a 35 años de prisión y expulsado del Ejército con deshonor por la histórica filtración de más de 700.000 documentos clasificados a WikiLeaks.
La condena que enfrentaba llegaba a un máximo de 90 años tras ser encontrado culpable a finales de varias violaciones de la ley de espionaje, robo de información gubernamental y abuso de su posición de analista en Irak. Uno de los cargos por el que fue absuelto, y ayudó a que su pena no fuera mayor, fue de ayuda al enemigo.
Manning, que estuvo en Irak como analista de inteligencia en 2009 y 2010, años en que fue detenido, filtró, según confesó en el juicio, centenares de miles de registros de las guerras en ese país, Afganistán y cables diplomáticos del Departamento de Estado, que fueron posteriormente publicados por WikiLeaks.
Las filtraciones de Manning y WikiLeaks abrieron un debate mundial sobre el papel de Estados Unidos en el mundo y sobre las injusticias cometidas en una década de la oscura guerra contra el terrorismo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Manning, que ha pedido perdón por el daño causado a su país, no ha sido inculpado de “ayuda al enemigo”, el cargo más grave al que se enfrentaba y por el que el gobierno estadounidense pedía cadena perpetua.