Soluciones para insatisfechos vitales

El motivo de consulta en los gabinetes de psicología ha evolucionado dejando atrás las intervenciones por depresión o ansiedad. Ahora, las personas acuden al profesional porque sienten “insatisfacción vital”. ¿Qué es? ¿Cómo se trata?

Desorientadas, desenamoradas, en crisis existenciales, con necesidad de perdonar y con ganas de sentirse mejor con ellas mismas. Así llegan cada vez más personas a los gabinetes profesionales según la psicóloga, psicoterapeuta y antropóloga Julieta París.

Según esta experta, la insatisfacción puede ocurrir en cualquier momento de la vida y no se relaciona necesariamente con una ruptura sentimental o la pérdida de un ser querido.

“Para dar respuesta a estas nuevas necesidades, la psicoterapia también debe evolucionar y los psicólogos debemos convertirnos en facilitadores del bienestar emocional, entendido como la capacidad de ser templado, sereno, tranquilo, complacido y agradecido, características que facilitan la existencia”, añade la directora del máster en Psicoterapia del Bienestar Emocional del Instituto Superior de Estudios Psicológicos.

¿Por qué están aumentando las consultas de personas insatisfechas con su vida? “Porque ir al psicólogo ya no supone el estigma de “trastorno” o “patología” y, sobre todo, porque vivimos en una sociedad en la que nos queda tiempo para plantearnos cosas como “¿y esto es la vida? ¡tiene que ser otra cosa…”, apunta la especialista.

Julieta París define la insatisfacción vital como “estar a disgusto en nuestra vida, con lo que somos y tenemos, aunque no necesariamente en ese orden, porque vivimos en una sociedad que parece primar el tener sobre el ser, y eso conduce a sentirse insatisfecho”.


“En cierto modo, parece que estemos “relativamente programados” para dicha insatisfacción vital, puesto que siempre queremos más. Pero este sentimiento llegar a ser un importante problema cuando se convierte en crónico”, añade.

Consultada sobre las causas más frecuentes que hacen que nuestra vida se vuelva insatisfactoria, la experta aporta algunas claves para afrontar estas situaciones.


Si nos sentimos desorientados…

“Lo primero que le diría a una persona desorientada es: ¡ven, siéntate y descansa! Después, le hablaría de los derviches sufíes, que bailan durante horas girando sobre sí mismos sin marearse, caerse ni desorientarse, porque dan vueltas y vueltas manteniendo siempre la atención en un punto de su cuerpo, normalmente un dedo, que elevan sobre su cabeza”, señala.

“Le propondría que encontrase un único punto de su ser, de su vida, por ejemplo un deseo, un sueño o un objetivo, y que centrase su atención solo en este punto, para poder encontrar su orientación vital”, recomienda París.


Si estamos desenamorados…

Para París desenamorarse no es necesariamente malo, ya que “es una señal de que en tu vida necesitas otra cosa, que deben cubrirse otras necesidades, y todo lo que implica la búsqueda de algo mejor, aunque sea doloroso, es señal de que no nos conformarnos y queremos seguir adelante”.

“Otra cosa es el desamor: que te abandonen sin tener opción a mejorar, a “actualizar” la relación. En esos casos es aconsejable contactar con uno mismo y, durante un tiempo de soledad, reconstruirse con lo mejor que tengamos y lo más positivo que haya aportado esa relación, para poder continuar el camino, agradeciendo lo vivido y recordando con amor, sin dejar lugar para el recuerdo desde el dolor”, señala esta antropóloga.

Si atravesamos una crisis existencial…


Según la psicóloga, las crisis suponen una gran ocasión de crecimiento, ya que “son situaciones que entrañan el riesgo de perdernos a nosotros mismos, pero sobre todo brindan la oportunidad de aprender cosas de nosotros mismos que quizás no éramos capaces de imaginar”.

“Es un momento en el que la vida nos obliga a detenernos, a tomar aire y a revisar el “equipaje existencial” que llevábamos hasta el momento, para poder continuar el camino con las cosas realmente esenciales, asumiendo que volveremos a acumular cosas y que, dentro de un tiempo, en el futuro, otra crisis nos hará detenernos de nuevo y así sucesivamente”, explica.


Si sentimos la necesidad de perdonar…

“Si alguien necesita perdonar ya tiene mucho camino realizado. El problema viene cuando alguien que necesita perdonar no lo siente así, o no se lo permite. Perdonar es liberarse y lo más importante es que libera a quien perdona”, según la psicóloga.

Para París hay que revisar el concepto de perdón, que tiene todavía unas interesantes acepciones religiosas y enseñar a la gente que puede perdonar y no olvidar, y que eso no es rencor. “Observo a mucha gente que no termina de perdonar porque se siente incapaz de olvidar lo que pasó. Cuando le enseño que pueden perdonar, recordar y ‘soltar’ la situación pasada, todo al mismo tiempo, el bienestar nace en ellos”, indica.


Si queremos sentirnos mejor…

“Cuando alguien tiene ganas de sentirse mejor consigo mismo le doy la bienvenida al resto de su vida y le enseño a cuidarse física y emocionalmente, y también a tomar contacto con su dimensión más profunda, más “transpersonal”, es decir más allá de sí misma, la que conecta con lo qué es y con lo que siente, es decir, con una búsqueda más profunda del sentido de la vida”, señala.

“Si tomamos la insatisfacción como un momento importantísimo y trascendente, pero de tiempo limitado y lleno de oportunidades de crecimiento, nos facilitará la entrada del bienestar a nuestra vida. El bienestar no es un fin, sino un proceso continuado que hace que nos sintamos serenos, en paz, respecto de quienes somos, lo que hacemos y tenemos”, concluye la experta.

Tomado de EFE/Salud

MADRID/EFE-REPORTAJES/MARÍA JESÚS RIBAS