Una mujer, al parecer musulmana, fue detenida junto a una estación de metro de la capital rusa, cuando sostenía la cabeza de una niña, en su mano izquierda. La mujer gritaba “Alá es grande”, mientras amenazaba con inmolarse.
La mujer, quien trabajaba como niñera de la menor decapitada, esperó a que los padres abandonaran el apartamento, cometió el asesinato y provocó un incendio en la vivienda.
Las imágenes son impactantes y quedaron registradas en varios videos. La mujer vestida de negro paseó en su mano la cabeza cortada de una niña de cuatro años, identificada como Nastya M. La mujer, quien gritaba ‘Allahu Akbar’ (‘Dios es grande’ en árabe) y “soy una terrorista”, amenazaba con inmolarse.
Anteriormente, la Policía había encontrado el cuerpo sin cabeza de una niña tras extinguirse un fuego causado por un incendio en un bloque de apartamentos de Moscú.
Cronología de los hechos
A las 9:30 de la mañana de este lunes llegaba un mensaje a la oficina del Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia referente a un incendio que se estaba registrando en el número 29 de la calle Narodnogo Opolcheniya. Los bomberos llegaron al lugar ocho minutos después del aviso, informa Interfax.
“En el piso del quinto piso de un bloque de edificios de diez pisos se estaban quemando objetos personales y los muebles de una de las habitaciones y del pasillo [de un piso] en una superficie de unos 20 metros cuadrados”, reza un comunicado del Ministerio. En el afán por apagar el fuego los bomberos rescataron a cuatro personas de los apartamentos vecinos.
En torno a las 11 de la mañana el incendio fue extinguido y entre los restos de los materiales calcinados se halló el cuerpo sin cabeza de una niña. Como se confirmó más tarde, la cabeza de Nastya M. fue introducida por su niñera y asesina en una mochila antes de abandonar el apartamento y dirigirse a la estación de metro más cercana, la de Oktyabrskoe Pole.
Un oficial de policía se acercó para pedirle la documentación a la sospechosa mujer que vestía un niqab negro y portaba una mochila situándose junto a la entrada de una estación de metro. Fue en ese momento cuando Bobokulova sacó la cabeza que había cortado, gritó que la había matado y que iba a inmolarse. De acuerdo con los testigos, gritaba consignas islamistas mientras agitaba la cabeza de la niña y portaba un cuchillo en la otra mano.
La Policía moscovita rodeó a la mujer para detenerla y cerró la boca de metro. Tras comprobar que no portaba artefactos explosivos fue trasladada a unas dependencias de la Policía.
El Comité de Investigación de Rusia ha abierto una investigación criminal en relación al asesinato de la menor. “De acuerdo con datos preliminares, la niñera de la niña, ciudadana de un Estado de Asia Central, nacida en 1977, esperó que los padres abandonaran el apartamento con el hijo mayor y cometió el asesinato de la menor, provocó un incendio en el apartamento y salió del lugar”, reza un comunicado.
¿Quién es la ‘mujer de negro’?
La sospechosa del asesinato, identificada como Guiulchejra Bobokulova, es una mujer de 38 años originaria de la región de Samarcanda (Uzbekistán) que llevaba trabajando de niñera para la familia durante cerca de año y medio, tiempo en el que, según se reporta, no suscitó ningún tipo de queja hasta que comenzó a presentarse más irritable debido a problemas en su propia familia.
Durante el interrogatorio, Bobokulova ha declarado que la razón del asesinato se debe a una infidelidad de su marido, sin explicar la relación que este tiene con la familia para la que trabajaba. Según los datos preliminares, la mujer se encontraba bajo la influencia de sustancias psicotrópicas y ha sido encargado un examen psiquiátrico forense.
¿Alevosía y asesinato planificado?
“Teniendo en cuenta el acto tan horrible y terrorífico que cometió y que amenazaba provocativamente mientras caminaba se puede deducir que se encontraba en un estado de psicosis aguda”, ha declarado el director del departamento de problemas sociales y salud mental del Centro de Psiquiatría y Narcología V. P. Serbski Borís Polozhi. “Existen enfermedades mentales, que se catalizan con el trastorno de la conciencia o con el delirio violento, bajo la influencia de las cuales las personas pierden el criterio de su condición. Bajo la influencia de las alucinaciones se cometen tales actos”, indica.
Sin embargo, algunas características de este trágico caso dejan entrever cuál fue su intención. Según los investigadores, Bobokulova esperó hasta que los padres de la menor abandonaran la vivienda acompañados de su hijo mayor y mató a Nastya M. mientras dormía. Además, la cabeza fue colocada no en una simple bolsa, sino en una mochila para que su transporte fuese más cómodo.
“Probablemente el incendio fue provocado como medio de ocultación de las huellas del crimen. Además, utilizó una sustancia combustible para acelerar y mejorar el proceso de combustión”, ha explicado una fuente policial. Y, casi con toda seguridad, si Bobokulova no hubiera sido detenida en la boca de metro, aparte de sospechas y conjeturas sobre su autoría puede que no quedase ninguna otra prueba del crimen.
La incógnita referente a la relación del marido de la ‘mujer de negro’ con la familia de la menor asesinada sigue irresuelta. “Por supuesto, por una traición de su marido una respuesta como esta es demasiado”, destaca Polozhi. “Es una mujer, es posible que tenga hijos. ¿A qué viene [matar a] la niña? Creo que esta versión es muy poco convincente. Si se confirma que cometió estos actos en un estado de perturbación, entonces indicaría una enfermedad grave que difícilmente podría ser causada por factores externos”, sentencia.
“No hay referencia alguna al fanatismo religioso”
Varios videos captados por los transeúntes muestran a Bobokulova gritar varias consignas religiosas como ‘Allahu Akbar’ (‘Dios es grande’ en árabe), pero no todos los expertos coinciden en que el incidente de la decapitación tenga detrás motivaciones religiosas.
“No veo ninguna referencia al fanatismo religioso o extremismo”, sostiene el arabista y profesor titular de la escuela de estudios orientales de la Escuela Superior de Economía, Andréi Chupriguin, añadiendo que se trata de “pura locura, algo que está mal en la cabeza”. “Yo no diría que llevara un niqab, ya que este tiene que ser de color negro y no azul. Incluso las uñas de sus manos estaban pintadas con laca azul. El tema de cortarle la cabeza a un niño no encaja en ninguna táctica o discurso del extremismo. Es un crimen doméstico de una u otra forma”, destaca.
Asimismo, aunque Chupriguin descarta que la mujer haya actuado a las órdenes de la organización terrorista del Estado Islámico, admite que puede haber inspirado su crimen en sus sangrientos videos.