Confidencial Colombia estuvo en la Isla de Tierra Bomba, ubicada al sur de la ciudad de Cartagena de Indias, en donde la pobreza, drogadicción, prostitución, embarazo adolescente, delincuencia, y sobre todo, la inexistencia del Estado colombiano, son una realidad tristemente evitable. A este lugar, así como en otros muchos en nuestro país, los únicos que llegan son las Organizaciones No Gubernamentales, que incluso bajo amenazas de muerte, trabajan para sacar adelante poblaciones como estas, en donde el concepto de paz y convivencia peligran por una infancia olvidada, destruida y sin oportunidades.
Cuesta imaginar para uno de los millones de turistas que cada año visitan La Heróica, que a escasos metros de una de las joyas patrimoniales de Latinoamérica, donde el metro cuadrado de promociones de vivienda se vende más caro que en capitales de Europa, pueda encontrarse tanta miseria, desorden y sobre todo, ausencia de oportunidades para una juventud marcada desde la cuna. Para estos miles de niños y niñas, el único rayo de esperanza, de futuro, que tienen no tiene nombre de Estado, sino de voluntariado. Empresas No Gubernamentales que ocupan el espacio que el Estado nunca pudo o no se interesó en ocupar.
A esta fecha, Colombia no tiene claro cuántas ONG y fundaciones existen (ni siquiera está muy clara la diferencia entre estas dos formas jurídicas), y aunque se tiene un censo estatal de las Entidades Sin Ánimo de Lucro, ante quienes se registran dichas organizaciones, el Estado no tiene un manejo claro estadístico y de control frente a ellas.
Empezando por ese vacío, ahora es pertinente anotar que estas organizaciones conformadas por ciudadanos voluntarios a quienes no se les paga un céntimo, buscan no solo cubrir cuestiones de bienestar público, sino también lo que al Estado se le olvida, como esta enorme isla de Tierra Bomba, que con casi dos mil hectáreas de territorio y aproximadamente nueve mil habitantes, es una fotografía de la inequidad y del conflicto colombiano, que aunque no tiene que ver con guerrillas, sí tiene que ver con delincuencia, niñas embarazadas antes de los 14 años, pequeñas abusadas por sus familiares, personas desempleadas y ausencia de educación.
A este lugar llegamos con la fundación ‘World Coach Colombia’, una organización defensora de los derechos humanos, enfocada en defender y promover los derechos de los niños, niñas adolescentes y jóvenes. Su trabajo es apoyar pedagógicamente a líderes comunitarios, para que, a través del deporte y la cultura sean transformadores de la niñez colombiana, específicamente en 12 departamentos y 40 municipios, todos golpeados por fenómenos distintos.
Con apenas 8 años de servicios, esta fundación ha logrado el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, agencia de las Naciones Unidas; de la FIFA, para temas deportivos; la Federación Colombiana de Fútbol; USAID; ANSPE; la Agencia Presidencial para la Cooperación Internacional; el Distrito de Cartagena y el Banco BBVA, este último como socio estratégico.
Sin embargo, a pesar de todo, los esfuerzos siguen siendo insuficientes. Cuando llegamos a la isla, directo al corregimiento de Bocachica, niños y adolescentes nos recibieron con una muestra cultural. Al terminar, Confidencial Colombia habló con algunos de líderes comunitarios que ofrecen su tiempo para apoyar a los pequeños, impulsándolos a la vez a ir a la escuela.
Marisol Hurtado, la entrenadora de fútbol, decidió hacer parte de esta labor, sin importar que las piedras y los palos fueran sus únicos elementos para enseñar el deporte. Hace poco tiempo, tuvo que ver morir a uno de sus alumnos, que cerca de cumplir 18 años y con la intención de no volver a las pandillas, se le atravesó una bala enemiga que le quitó la oportunidad de caminar por un sendero diferente. Pero aun así, con la voz entrecortada y los ojos enlagunados, esta mujer sabe que si personas como ella no dan su vida para cambiar la infancia de Tierra Bomba, nadie más lo hará, y aunque pongan el grito en el cielo, el Estado no llegará (al menos en el corto plazo).
Increíble pero cierto, que a tan sólo 10 minutos en lancha de la ciudad de Cartagena, esta isla sea una zona olvidada. Esto se refleja en lo que hace un par de años expresó el ex Defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, en una visita poco frecuente.
“Es claro que los habitantes de Tierra Bomba cuando protestan lo hacen no por ir en contra vía de las instituciones sino porque se cansaron de que el Estado los tenga totalmente abandonados. Y los tiene abandonados en todos los escenarios, no solo en el tema ambiental (…) que hasta las casas ya se están cayendo por pedazos, sino el tema de servicios públicos, de políticas públicas, de un sitio digno para educación, de agua, de luz, en fin, de todos los mínimos básicos”, explicó Otálora en el 2014.
A juzgar por lo que confirmamos con nuestra visita, las cosas no son muy diferentes a 3 años antes. Y sumado a esto, la isla es una tierra de nadie. La polémica no es nueva. Como lo registró el diario El Tiempo hace años “la Armada Nacional y el Distrito de Cartagena se atribuyeron, por mitades, las 2.000 hectáreas de la isla; sin embargo, en los juzgados, por lo menos un centenar de particulares reclaman posesiones”.
Décadas después de esta afirmación, conocimos a una de las líderes de la isla, a quien le protegemos su identidad por seguridad. La mujer asegura que luchan por solicitar 400 hectáreas de Tierra Bomba, ya que aún son propiedad del Distrito de Cartagena. Ellos buscan las titulaciones colectivas, tema que sigue siendo una disputa que aunque se resuelva o no, es un llamado desesperado a una ayuda casi obligatoria que el Gobierno debe prestar a sus poblaciones vulnerables, que nada tienen seguro.
Al partir de Bocachica, fue inevitable ver que la isla de Tierra Bomba está prácticamente enfrentada a ‘El Laguito’, considerada como la zona turística por excelencia de Cartagena. Y con esa imagen, es más fácil entender que falta mucho para que las brechas en Colombia se borren completamente. Como lo dijo el director de ‘World Coach’, “los niños son el punto de partida para que se acabe la guerra”.