Tomates para el IDU

A Bogotá no le cabe un hueco más. Son 16 mil kilómetros de malla vial en la ciudad de los cuales el 43% están en mal estado y por donde transitan más de 1 millón de vehículos y 300 mil motos.

La inversión para solucionar el caos en las vías ha sido grande. La Administración Distrital tiene presupuestados 782 mil millones de pesos que son poco representativos teniendo en cuenta que el costo total del arreglo es superior a 10 billones de dólares.

Tristemente la cuestión no es exclusivamente de echar cemento y reparchar la calle. No hay dinero suficiente para invertir en la infraestructura vial y no se ven planes del Gobierno para recaudarla.

Andar no es fácil. A la cantidad de carros que hay circulando diariamente en la ciudad, se suman las obras inconclusas en las calles, los huecos que provocan la disminución de la velocidad de los vehículos y los accidentes que ocurren debido a amplios cráteres en la mitad de la vía, generando así trancones monumentales.

El atraso a nivel de movilidad en el que está sumida la capital es evidente y tan perjudicial que no permite su avance. Las múltiples ideas para mejorar el tránsito por medio del transporte público no pueden prosperar, porque siguen saliendo más y más vehículos sin tener por donde transitar.

En Bogotá es más fácil contar las calles sin huecos que las que parecen pistas de BMX, el avance no se nota y cada vez empeora más, sin soluciones de raíz, con pañitos de agua tibia para la ciudadanía, con reparcheos a medias y tristemente, con la desconfianza que dejó el carrusel de la contratación, que al juntarlo con la politiquería, da la sensación de un IDU lento e ineficiente. Tomates para ellos.