TransMilenio le cambió la vida a los bogotanos, definitivamente. Al principio fue el medio de transporte más cómodo y rápido para llegar de un extremo a otro de la ciudad, al andar por unas vías únicas, sin huecos, sin trancones. Un servicio seguro y económico del que no queda más que el recuerdo.
Aunque fue un modelo replicable en más ciudades de Colombia, hoy en día el sistema bogotano no quisiera repetirlo nadie. Buses completamente atestados de personas en horas pico, lozas rotas, trancones de articulados, vendedores ambulantes y hasta habitantes de calle que piden plata durante el recorrido, hacen uso del sistema.
Pareciera que no hubiese control sobre quien usa el servicio. Las registradoras a veces son adornos y los amigos de lo ajeno, y conchudos que no quieren pagar el pasaje, se las saltan, poniendo en peligro a los usuarios que si han cancelado los no despreciables $1.700 o $1400 que vale la tarjeta.
En las últimas horas hubo un accidente grave que involucró varios heridos ¡y cómo no! Los articulados ya no dan abasto, los Portales tampoco y ni hablar de los puentes de las estaciones en las horas pico que se han convertido en el escenario perfecto para que los ladrones hagan de las suyas, aprovechando el tumulto.
No es raro oír que celulares, computadores y hasta maletas han sido hurtados adentro de los buses que, aparentemente, no tienen ningún tipo de seguridad. Es imposible olvidar la escena en la que un ladrón es atropellado por un TransMilenio cuando intentaba salir por una de las puertas que se abren para darles a los pasajeros acceso al bus.
Justamente esas puertas también han causado varios incidentes. Con el tiempo se han dañado y los sensores que las mantienen abiertas o cerradas no funcionan, y más de una persona ha tenido morados en los brazos, cuando en un fallido intento para ingresar a un articulado, es golpeada por ellas.
Aun así TransMilenio sigue cumpliendo la labor de transportar por gran parte de la ciudad a millones de bogotanos, y sin contar con otro medio, hacen uso constante del servicio, que si no fuera por las nuevas troncales, no habría avanzado casi en nada desde el momento de su aparición.