Trastornos del sueño, una pesadilla con los ojos abiertos

Dormir poco no es un juego, puede desencadenar graves enfermedades, reducir la capacidad para decidir y responder a estímulos y causar lamentables tragedias. Llevar una vida con hábitos saludables puede ayudar, pero se requiere ayuda profesional.

Cuando decidió asumir un turno de noche en empleo, Duván sólo perseguía dos objetivos: ganar un poco más y ser tenido en cuenta para un ascenso. Así comenzó a laborar frente a un computador todos los días de 10 de la noche a 6 de la mañana, pero apenas pasó una semana para que empezara a sentir los efectos.

“Tenía gastritis y luego de unos días empecé a sentir náuseas, vómito, mareos y calambres. Y en tres semanas ya sentía que no podía más”. Al llegar a su casa en las mañanas no lograba dormir más de cuatro horas continuas y la sensación de cansancio cada vez era mayor. Finalmente tuvo que pedir que lo regresaran a su horario habitual.

Comprobó entonces, como muchos, que escapar al sueño no es un buen consejo. Muchos desastres, como el de la planta nuclear de Chernobyl, ocurrieron muy temprano en la mañana y las investigaciones concluyeron que el mal sueño tuvo que ver. O la explosión del Transbordador Challenger, tras la cual se indicó que miembros claves del equipo técnico habían dormido menos de dos horas durante una semana antes del lanzamiento.

Todo esto ha hecho que en los últimos 50 años la Medicina del Sueño se haya dedicado a hacer una mayor observación de algunos fenómenos neurofisiológicos que ocurren durante el sueño, pero a la hora de evaluar qué tan bien se duerme todo puede incidir, desde los hábitos de vida hasta una enfermedad pasando por el colchón o la habitación en que se descansa.

El espejismo del buen trabajador


De acuerdo con el neurólogo Marco Venegas, especialista en Medicina del Sueño, gran parte de estos trastornos tienen que ver con el ritmo de vida moderno y se relacionan con los hábitos de vida poco saludables, además de que tanto médicos como pacientes le han restado importancia por años. Si ante una tos persistente, trastornos intestinales o sangrados que pueden ser graves se deja pasar mucho tiempo, ¿qué decir de los trastornos del sueño?

“En el imaginario popular el sueño es algo de lo que se puede prescindir y una de las causas es la creencia de que entre más tiempo se esté despierto y se produzca, se es mejor individuo o mejor trabajador y miembro de la sociedad. El sacrificio dignifica al ser humano”, explica.

En consecuencia, las personas que descansan son vistas como perezosas, improductivas o una carga y por eso hay hasta quienes se ufanan de dormir poco. Pero todo es un mito, porque hoy numerosos estudios han comprobado que no dormir se está convirtiendo en un problema social.

Una de esas conclusiones es que dormir mal por un lapso de 24 horas o dormir menos de cuatro o cinco horas durante una semana, puede producir un efecto similar al impedimento mental que causa tener un nivel de alcohol en la sangre de 0,1 por ciento, es decir, por encima del límite para conducir. Entonces ¿cómo la falta de sueño afecta la actividad?

En todas las formas posibles. Entre las más importantes, la de reaccionar ante un estímulo. Muchas veces la habilidad quirúrgica de un cirujano depende de milímetros o décimas de milímetros, particularmente en cirugías de alta precisión.

Aunque para grandes empresarios o figuras de distintas ocupaciones trabajar más de lo normal eleva su prestigio, algunos estudios con médicos permitieron establecer que la fatiga acumulada durante dos semanas sin mucho descanso les daba un 22 por ciento más de posibilidades de cometer errores.

Se ha observado que la mayor cantidad de errores ocurren en el post turno, es decir, al día siguiente de que un galeno ha trasnochado. “Debido a esto en la mayor parte de las sociedades occidentales se prohibió que un médico trabajara más de 24 horas continuas e incluso en la mayoría de los países se prohíbe que hagan turnos de más de 12 horas”, anota Marco Venegas. Otras investigaciones apuntan que la velocidad de reacción motriz se ve alterada cuando la persona no ha dormido lo suficiente.

Pero hay consecuencias aún peores, como en la toma de decisiones. Por ejemplo, un piloto debe decidir en fracciones de segundo y de eso depende la vida de cientos de pasajeros, pero esa capacidad es un acto que requiere un proceso cognitivo que se trastorna cuando la persona no ha dormido y se pueden tomar decisiones en falso.

No dormir lo suficiente debilita las habilidades motoras y la memoria notablemente. Al respecto, otros estudios han realizado escaneos del cerebro de personas que no han tenido suficiente sueño y se ha comprobado que la parte del cerebro que gobierna la conexión entre las emociones y la toma de decisiones y que además se relaciona con la sobreestimación de nuestras posibilidades de éxito, se activa más después de una noche de mal sueño.

En cambio, la que ayuda en el análisis del riesgo se apaga. En pocas palabras, se evalúan menos los pros y contras y aumenta la tendencia a ser impulsivos, medir menos el riesgo, excederse en confianza y ser menos calculadores.

De la oficina al colchón


Ahora, vamos a la cama. Si del colchón se trata, una voz autorizada es la de un fabricante. Manuel Brostein gerente de Colchones Paraíso, asegura que en un mercado tan atomizado como el colombiano es fácil encontrar ofertas de todo tipo y esto dificulta a una persona escoger siempre el colchón indicado.

Esto quedó en evidencia hace poco cuando se encontraron colchones fabricados con materiales de desecho y que no respetaban mínimas especificaciones técnicas necesarias para el descanso y bienestar de las personas. Por esto, años atrás la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, ideó una campaña para crear conciencia en la gente acerca de la importancia de cambiar el colchón cada cierto tiempo.

“Esto es importante porque antes la gente guardaba un colchón por diez o 15 años o lo heredaba, sin tener en cuenta temas de salud e higiene como los residuos de piel que se acumulan. Hoy se puede hablar que la tendencia es cambiar el colchón alrededor de cada diez años por diferentes razones”, sostiene Brostein.

Una marca reconocida brinda mayor garantía que un colchón X sobre lo que se está adquiriendo. Pero a la hora de determinar otros aspectos como si el colchón duro o blando favorece el sueño, todo es relativo. Muchos pensaban que la dureza era más aconsejable para la espalda, “pero hoy ya no se buscan colchones tan duros, sino más intermedios”, anota Brostein.

Un estudio realizado en la Universidad de Duke, Estados Unidos, con más de 16.000 noches de sueño en 128 personas y siete clases de colchones diferentes, permitió determinar que incluso pequeñas diferencias en la firmeza determinaba cambios en el sueño y que a la gente le cuesta determinar qué colchón es mejor cuando está despierta.

Lo ideal es que el colchón reduzca los puntos de presión en el cuerpo para favorecer el sueño, pero según Brostein el tipo de colchón es elección muy personal aunque la mayoría se inclina por uno que no sea demasiado duro ni demasiado suave.