¡Última hora! llegaron las víctimas

El reinicio de la mesa de conversaciones en La Habana demanda un nuevo esfuerzo de los medios para informar sobre el momento trascendental que vive el proceso. Llegó la hora de las víctimas y con ellas, se ventilará el dolor, el odio, la venganza, y toda la crueldad que nos ha sembrado la guerra.

Pero también se escuchará el testimonio liberador de la verdad, el poder bondadoso del perdón y se hará más apremiante el aprendizaje de los caminos de la sanación para esta sociedad enferma de morirse tanto, y tan seguido.

Es el momento de encausar la catarsis colectiva para que sirva como limpieza emocional y mental que permita dar bien el siguiente paso. Es una obligación de los medios, si es que queremos contribuir a la pedagogía de esta transición, empezar a visibilizar a las víctimas como sujetos de derecho, pero sobretodo, como punto de inflexión de este proceso de paz.

Este no es un asunto de política estructural como el agro, o la participación política de nuevas fuerzas, ni el acuerdo de quitarle el combustible del narcotráfico al conflicto que ha quedado consignado en acuerdos logrados en estos casi dos años.

Este es el punto del desgarro. Y por tanto para el que hay que prepararse. Son millones de víctimas, por lo tanto millones de historias, cada una con su verdad. Es el punto de la agenda en el que queda relevada la política y se instala la demanda de la compasión. Es el momento en el que las fronteras de las ideologías se borran, porque a las víctimas no se les compensa con discursos. ¿Qué acuerdo de carácter político podrían firmar las Farc y el gobierno que logre la paz interior en las almas mortificadas de las víctimas? Claro, existirá la formalidad en el cumplimiento de la ley, y la obligatoriedad de la justicia. Pero ésta es la procesión que va por dentro.

Los medios de comunicación son los canales para esa catarsis. El país debe canalizar sus dolores, demandar respeto, dignidad y demostrar con grandeza el deseo de salir del laberinto de la confrontación. Pero con cordura, con ponderación, con la verdad, con rigor para no ser manipulados, con la responsabilidad hacia las mismas víctimas, y con los actores armados. Los medios nos debemos sentir parte activa de ese momento de construcción de opciones para que logremos acuerdos de paz bien hechos y duraderos.

Las Farc lo saben, como también lo saben las Fuerzas Armadas. Son conscientes del poder de los medios, de su fuerza arrolladora, de su capacidad de intimidación, de su poder de convencimiento. Ellos serán señalados como victimarios, por unos y por otros. Estarán en el banquillo de los acusados y tendrán en cada uno de los testimonios de las víctimas una bofetada de verdad que querrán esquivar. Los medios no podemos servirles de trinchera. Las víctimas por su parte, tendrán a sus verdugos sentados el uno frente al otro, y tendrán la oportunidad de encararlos.

Los medios no podremos quitarles ese derecho. Pero en ninguno de los dos casos podemos caer en la utilización para la venganza eterna. Una vez surtidos los alaridos dolorosos del reclamo y el reproche, vendrá el momento de construir sobre ese dolor. Y entonces vendrán las historias del día después, las que muestran el horizonte y les quitan la vergüenza a las víctimas, las convierten en ciudadanos insertos en un proyecto de futuro y sobre esas, son las que se echan los cimientos de la verdadera paz. Falta mucho por recorrer, pero tendremos que hacerlo, porque esto no debe tener vuelta atrás.