El mundo de Greta: el anticlímax de la ciencia

Confidencial Colombia. En un tiempo, el nombre de Greta era sinónimo de glamour asociado a una de las primeras estrellas mundiales que dio el cine: la sueca Greta Gustafsson, más conocida como Greta Garbo. Desde hace meses, ese glamour del nombre se ha venido silenciando por los gritos y el rictus eternamente enfadado de una joven también sueca de apellido Thunberg, el nuevo ícono pop, un tanto naif, de la ola verde que arrasa en el planeta.

Nuestra pequeña eco-nini (NI estudia, NI trabaja), de 16 años de edad, participó en estos días en la Cumbre del Clima que se está celebrando en Madrid, y cuenta con miles (perdón, no miles, millones de seguidores). Hasta 400 periodistas de todo el mundo siguieron sus pasos como paparazis las 48 horas que estuvo en la capital de España. Es la ‘Lady Gaga’ del CO2. La ‘Cristiano Ronaldo’ del cambio climático. La Margot Robbie del nuevo consumo eco. Sus apariciones mediáticas ya se comparan con las del expresidente Barack Obama… y quienes lo hacen no están muy desorientados. Los mismos lobbies auparon a uno y a otra.

Quizás los nombres de Gustav Stenbeck o Ingmar Rentzhog, George Soros o Michael Bloomberg, no le dirán nada, pero desde hace décadas son la punta de lanza de la revolución cultural puesta en marcha para transformar nuestras vidas. Un peligroso viraje en el cuestionamiento de las libertades civiles e individuales que el mundo occidental se ganó después de millones de muertos en las guerras mundiales. Una revolución que, en última instancia, busca imponer, mediante una ambiciosa inmersión cultural, unos valores estandarizados en todas las sociedades.

En la última década usted se habrá dado cuenta que se han reforzado los nuevos ‘4-Ismos’: ecologismo, veganismo, animalismo, feminazismo (bien distinto al feminismo tradicional). Una suerte de religión llevada al extremo que busca fracturar la sociedad. De separar, entre buenos y malos. De señalar como apestados a los ‘malos ciudadanos’ que no siguen el carril marcado por el discurso único que se quiere imponer. Todo muy Orwelliano.

Este joven sueco es el cerebro que está detrás del fenómeno Greta.

Adicionalmente al tema ideológico, no es de menor importancia la vertiente financiera. Los magnates antes citados, y otros tantos en Silicon Valley, empeñaron fortunas propias y ajenas en financiamientos de innovaciones a través de fondos de capital de riesgo en proyectos de nuevas energías. Es decir, que el cambio de paradigma les sale porque les sale o perderán billones de dólares.

Está publicado en toda la prensa europea que el ‘descubrimiento’ de nuestra nueva Greta no fue casual como nos dijeron en un principio. La niña no estaba en huelga delante del parlamento sueco porque ese día se levantó con ganas de protestar. La famosa foto que volvió viral Ingmar Rentzhog, el fundador de la plataforma ‘We Don’t Have Time’, fue pactada. Estaba preparada. Rentzhog mintió al reconocer que su encuentro con Greta aquella mañana en Estocolmo fue casual. Emails anteriores a la fecha y reuniones con los padres de la eco-nini desde cuatro meses antes así lo confirman. Los movimientos de Greta se canalizan a través de Daniel Donner, su jefe de prensa. Mal empieza esta historia.

Sigo. Casualmente Donner trabaja en la oficina de un lobby con sede en Bruselas conocido como European Climate Foundation, financiado por importantes grupos empresariales y financieros con intereses en empresas Eco con sede en Silicon Valley. Continúa turbia la cosa.
Pero siguen las casualidades, Rentzhog es socio de Stenbeck en varios proyectos con intereses económicos en empresas del sector de las renovables, en Suecia y en Estados Unidos… Apesta a montaje esta historia.

Todo esto es muy loable, cada cual en la vida lucha por lo que le da la gana. Ahora bien, que no nos quieran vender que sus intereses son pura filantropía, o que todo es un movimiento espontáneo de la gente corriente de la calle como usted “Cansada o preocupada” porque es mentira y hacen sentirse a uno como un tonto útil o en medio de la cena de los idiotas. Y ya no estoy ni para una cosa ni la otra.

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Los extremismos no suelen traer nada bueno, en el tema medioambiental igualmente. Los apocalípticos traen de la mano a su contraparte: los negacionistas. Y en un tema tan serio como el cuidado del Planeta lo que provoca es una pérdida de la razón, desinformación y, sobre todo, un alejamiento de la vertiente científica, que debería ser la más importante. Dejemos las polémicas del cambio climático para los que saben. Políticos: saquen sus sucias manos de las causas nobles y dejen actuar a los científicos, que en este caso ni siquiera se ponen de acuerdo entre ellos.

Produce risa (y sonrojo intelectual) que estos lobbies saquen a la calle a Greta a dar un discursito de adolescente en ciudades europeas como Madrid cuando el problema del clima no está en la Unión Europea, que representa únicamente el 9% de las emisiones de CO2 en el mundo y, además ha hecho los deberes. En los últimos 30 años ha reducido un 20% sus emisiones de gases de efecto invernadero. Y ha incrementado su área forestal en la última década. El problema no es Europa.

Me pregunto porque estas manifestaciones no las hacen en China, Pakistán, Bangladesh o India, que acumulan más de la mitad de emisiones mundiales. ¿Será por el mismo motivo por el que el lobbie feminazi no se manifiesta por la igualdad de derechos de las mujeres en Irán, Yemen o Arabia Saudí? Cuando se quiere combatir por una causa o luchar para solucionar un problema se ataca el foco del problema, ¿verdad? ¿O será que quizás estos lobbies no quieren en realidad combatir por estas causas y más bien son un instrumento con otros intereses ocultos?

La ecología ha devenido como una religión sustitutiva, y como toda religión tiene sus fanáticos. Proteger el medio ambiente, nuestros ríos, la calidad del aire que respirarán nuestros hijos en las próximas décadas es fundamental. Seguir a ridículos apóstoles como Greta es bien distinto. Nuevamente, políticos, aparten sus sucios intereses del cuidado del planeta, o del empoderamiento de las mujeres. Dejen ser libres a las personas y no las traten como ganado.

Greta Thunberg participó el pasado viernes en el COP25 de Madrid

Sepa usted querido lector, que mientras no le ‘dejan’ tomarse tranquilo una Coca-cola, comer una hamburguesa o viajar en avión a Santa Marta, los Soros (desde la educación), Bloomberg (la alimentación) o Stenbeck (el ecologismo) y compañía, muy posiblemente se estén riendo de usted en sus mansiones de oro jugando a ser dioses que cambian el mundo.

Vivir al estilo Greta implica cambios radicales en nuestras costumbres diarias, sobrecostos en las economías familiares solo al alcance de los más ricos que pueden viajar en un catamarán de 3.000 millones de pesos, comer comida biológica más costosa o manejar un carro eléctrico, que a día de hoy vale mucho más que uno de gasolina. Lamentablemente usted, amigo lector, seguro no está financiado por alguno de estos lobbies y no podrá llevar un estilo de vida de millonario eco-nini. No se sienta mal por ello, es lo normal.

Dicho lo anterior, si usted se quiere dejar manipular mientras estos ricos magnates de Estados Unidos, Inglaterra o Suecia se hacen aún más ricos y poderosos a costa de la pérdida de SU libertad, sea feliz. Disfrute de su esclavismo cultural pop-naif. Con MI libertad que no cuenten.

Ñapa: La gran mayoría no conoce a Fionn Ferreira, un joven irlandés que ganó hace unas semanas la principal Feria de la Ciencia de Google. Ferreira inventó un revolucionario método que permite separar los plásticos más diminutos, difíciles de filtrar que acaban contaminando ríos y océanos o son ingeridos por peces y seres humanos. Seguro no le pones cara, ni lo verás en ningún noticiero. Por supuesto no tendrá 400 periodistas detrás de él a pesar de que este joven ha hecho mucho más por el cuidado del medio ambiente que Greta, la que perdió el glamour de tan hermoso nombre.