El presidente Chávez murió tras catorce años de gobierno dejando al país inmerso en un escenario de luto e incertidumbre, transformado en un escenario de campaña electoral en el que el protagonista es el mismo mandatario fallecido. La nación se apresta para la era post-Chávez.
El chavismo y los ideales socialistas del mandatario fallecido lucharán para sobrevivir, mientras la oposición intenta llegar al poder en las primeras elecciones en catorce años en las que el carismático líder no será candidato.
Chávez pasó sus últimos 20 meses de vida en una intensa lucha contra un cáncer que le fue diagnosticado a mediados de 2011, cuando el presidente notificó que sus médicos habían hallado un “tumor abscedado en la zona pélvica” con presencia de células cancerosas, lapso en el que fue sometido a operaciones, quimioterapia y radioterapia.
El jefe de Estado, según su mano derecha y ahora presidente encargado, Nicolás Maduro, ya intuía que esa última operación, que al igual que las otras se realizó en La Habana, podría devenir en un desenlace fatal.
“Su intuición le decía que no iba a salir de ese trance y, más aún, él sentía que sus fuerzas podían no darle para salir de la propia operación”, confesó Maduro dos días después de la muerte del mandatario, que regresó a su país dos semanas antes de fallecer, tras pasar por un complicado postoperatorio en Cuba.
Nueve días de lágrimas para el chavismo
El 5 de marzo en horas de la tarde, Maduro salió en televisión para dar un mensaje al país: el presidente había muerto.
El pueblo chavista se movilizó a las puertas del Hospital Militar de Caracas tras el anuncio del deceso y ahí lloró.
Al día siguiente, miles seguidores de Chávez acompañaron el féretro a lo largo de ocho kilómetros desde la institución en la que falleció hasta la Academia Militar, donde fue visitado en capilla ardiente por miles de personas que hicieron largas filas durante más de diez horas para despedir al “comandante”.
Entre tanto, gobiernos de todo el mundo enviaron notas de condolencia a Venezuela por el fallecimiento del mandatario y, al menos una treintena de jefes de Estado y de Gobierno asistieron al funeral, el viernes después de su muerte.
Los presidentes de América Latina fueron los primeros en llegar al país, empezando por Cristina Fernández, de Argentina; José Mujica, de Uruguay y Evo Morales, de Bolivia, quien acompañó parte del recorrido al cortejo fúnebre.
Después arribaron al país los presidentes chileno, Sebastián Piñera; la brasileña, Dilma Rousseff; el colombiano, Juan Manuel Santos; el mexicano, Enrique Peña Nieto; el peruano, Ollanta Humala, y el mandatario de Haití, Michel Martell, así como gobernantes de Centroamérica y el príncipe Felipe de España.
Entre las visitas de jefes de Estado más llamativas destacaron las del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad; del de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, y el de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, que lloraron ante el féretro de Chávez.
“¡Chávez, lo juro, mi voto es pa’ Maduro!”, decían los chavistas que, a una semana de la muerte del gobernante, nutrían la larga fila para darle su último adiós.
Los rostros, sin embargo, se mostraban más animados que en los primeros días de duelo cuando todo eran lágrimas y ya se observa una adaptación al ambiente de campaña electoral, pues juraron que votarán por Maduro y arremetieron contra el líder opositor, Henrique Capriles, que un día antes puso en duda que Chávez hubiera fallecido el día anunciado.
“Capriles queremos hacerte este llamado. Basta de groserías, basta ya de falta de respeto hacia este pueblo. No nos provoques”, dijo una de las dolientes de la fila, Ismaris Tellerías, de 32 años que viajó desde el estado de Carabobo, a dos horas de Caracas, para ver al presidente.
En los nueve días que estuvo abierta la capilla ardiente, la fila se mantuvo, no solo nutrida, sino cada vez mejor custodiada por fuerzas de seguridad que, además, ofrecieron a los dolientes alimentos, agua, puestos de primeros auxilios y pantallas gigantes que transmitían los actos oficiales y los discursos del presidente encargado.
Además, los vendedores aprovecharon para hacer una fila paralela a la de los seguidores de Chávez y vendieron camisas, afiches, gorras y demás productos alusivos al mandatario y a la revolución que propugnaba.
Tres meses de rumores
Después de la última intervención quirúrgica, los rumores que rodearon la enfermedad del presidente durante los 20 meses postdiagnóstico se agudizaron y la oposición criticó que el Gobierno no informara ampliamente acerca de la situación de salud del mandatario.
Las informaciones sobre la evolución de su enfermedad, sin embargo, sí fueron ofrecidas por el Gobierno aunque nunca se precisó la naturaleza del cáncer, cómo fue la operación, ni la parte exacta en la que fue intervenido.
Así pues, los rumores y las especulaciones que indicaban que Chávez estaba peor de lo que sus subalternos informaban, e incluso las versiones sobre su supuesta muerte, surgieron desde Venezuela, Estados Unidos y España y se mantienen aún después del fallecimiento del presidente, ya que hay quienes dicen que el mandatario murió antes de la fecha anunciada.
Un movimiento estudiantil, apoyado por la oposición, pasó la última semana de vida del gobernante manifestándose en el este de Caracas y exigiendo “la verdad” acerca de la salud del mandatario, así como pidiendo que Chávez asumiera plenamente sus funciones o que se llamara a elecciones.
El líder de la oposición venezolana y candidato a las elecciones presidenciales del próximo 14 de abril, Henrique Capriles, manifestó que dudaba de que Chávez hubiera muerto el día anunciado y acusó al Gobierno de tener todo “fríamente calculado” y de mentir al país sobre su estado de salud.
Una de las hijas de Chávez, María Gabriela, difundió una carta hace unos días en la que aseguró que su padre murió el día 5 de marzo y pidió a la oposición y a su líder, Henrique Capriles, “no ser tan sucios”.
Chávez vive y es candidato a través de Maduro
La noticia del deceso de Chávez generó entre el pueblo chavista no solo lágrimas, sino promesas de lealtad eterna que pasan por asegurar al líder fallecido que votarán por Maduro, cumpliendo así con la última de sus voluntades anunciada días antes de irse a operar en La Habana.
Maduro dijo, al presentar su candidatura ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) el pasado 11 de marzo, que logrará los 10 millones de votos que el fallecido gobernante no logró, prometiendo luchar contra la corrupción y la inseguridad y mejorar la sanidad.
Insistió en que votar por él el 14 de abril será hacerlo por Hugo Chávez, cuyo nombre utilizará como denominación de su comando de campaña, para seguir su “Revolución Bolivariana”, y especialmente exhortó a quienes “por distintos motivos, nunca votaron por él”.
El presidente encargado se enfrentará al líder opositor, Henrique Capriles, pero ha dicho que no lo hace por él “sino por y para Chávez”, quien obtuvo en los comicios presidenciales del pasado 7 de octubre de 2012, 8,1 de los 15 millones de votos emitidos.
Capriles en el punto de mira
El líder opositor, gobernador del céntrico estado Miranda y adversario de Chávez en las pasadas elecciones presidenciales, aceptó ir a una nueva contienda electoral para enfrentar a Maduro a quien llama, simplemente, Nicolás y prometió que luchará por tener un país unido.
“Nicolás, yo no te voy a dejar el camino libre compañero, vas a tener que derrotarme por votos y voy a pelear con estas manos por cada voto, cueste lo que me cueste”, dijo Capriles tras aceptar la candidatura.
Sin embargo, el líder opositor no pudo asistir a la presentación de su candidatura pues, de acuerdo con su jefe de campaña, el gobernador del estado Lara (oeste), Henry Falcón, SE preparaba una emboscada para “agredir y atentar” contra él.
La información fue respaldada por el mismo Maduro, que un día después de que Falcón hablara de la preparación de ese hipotético atentado, señaló directamente a la “ultraderecha” estadounidense representada por Roger Noriega (exembajador de EE.UU. ante la OEA) y a Otto Reich (exembajador de EE.UU. en Venezuela), de tener un plan para atentar contra Capriles.
Con EFE