Cuando se vive metido en las noticias, y se le sigue el pulso a la realidad nacional se evidencia que hay un largo listado de verdades a medias que dejan siempre el corazón en la mano. Es un país que tiene tantas historias irresueltas que da la sensación de que pendemos de un hilo día a día y que no damos vuelta a las páginas. [Columna publicada en El País de Cali]
Pese a la formalidad de las instituciones, a las que se les atribuye que el sistema no se haya sacudido trágicamente, como en algunos países de la región con cambios abruptos de gobiernos, golpes de estado, o revoluciones socialistas, es verdad que Colombia está lejos de ser un país que tenga un país con claridad en su futuro.
Hace unas semanas se reabrió, como cada año, desde hace 28, las verdad completa de la toma y retoma del Palacio de Justicia. Testimonios encontrados sobre los desaparecidos, un Estado que intenta defenderse aceptando unas responsabilidades penales a las que aun les falta ponerles nombres y apellidos y, las políticas de las que ya no hay que esperar mucho.
El tema del m-19 vuelve sobre la mesa, mientras algunos de los de los desmovilizados ya son parte activa de la democracia, pero sobre ellos cae la reiterada duda sobre los hechos que protagonizaron que impide que tengan la dispensa de los ciudadanos que los vuelven a ver con cara de culpables, hasta que no se diga la última palabra, que no se saben bien quien la tiene que decir.
Tampoco se cierra el capitulo del asesinato de Luis Carlos Galán. Las piezas de Alberto Santofimio y del General Maza Márquez se juntan y se separan en procesos que se confunden tanto que la justicia sigue dándoles vueltas sin llegar al punto final. Maza vuelve a la cárcel alegando su inocencia.
Lo mismo pasa con la verdad también a medias sobre el exterminio de la UP. Se le devuelve la personería jurídica a un movimiento político que desaparecieron a punta de bala, y del que se sabe que lleva una batalla en los estrados internacionales que no ha ganado, pero tampoco perdido.
Hasta sobre el proceso 8 mil, en donde hubo responsabilidades penales comprobadas, hay interrogantes irresueltos que van y vienen, ligados a heridas sin cerrar que aun mortifican al ex presidente Andrés Pastrana que en un nuevo libro, pone en evidencia que faltan piezas por encajar y que ya no parece haber interés en que se logren su engranaje.
En este contexto aparece también el crimen sin responsable de Álvaro Gómez Hurtado. Cada aniversario se le recuerda como el pensador que hablaba de una crisis en el régimen y que fue asesinado por fuerzas tan oscuras que la justicia no ha podido aclarar.
Casos estos emblemáticos para los que la justicia, en medio de su propia crisis, no ha encontrado respuestas y que dejan abierta la desconfianza sobre esos poderes ocultos que el país se ha acostumbrado a dejar en el cajón, antes que suponer de donde vinieron y qué pretendían con el magnicidio.
Este año atentaron contra el periodista Ricardo Calderón. Nueve tiros a su carro que por suerte no lo alcanzaron y sobre el que pese a las evidencias circunstanciales de los posibles autores, no se ha capturado a ningún responsable. Un atentado no menor contra la libertad de prensa y contra el derecho a la información, derechos fundamentales que alguien quiso vulnerar pero que sigue campante, seguramente tratando de encubrirse.
Esto sin poder mencionar los miles de miles de delitos sin juzgar y sin condenar de los que son víctimas los ciudadanos, que no cuentan con una bombilla, tenue al menos, que los ponga en los radares de los medios y que por lo tanto han perdido la esperanza de que sean resueltos. La justicia es un lujo para muchos, siendo un derecho de todos.
El estado irresuelto de hitos históricos en el país termina escudado en la congestión en la justicia, que sigue gastando esfuerzos y recursos por establecer verdades históricas que pocos quieren conocer y que se van perdiendo entre el día a día de quienes quieren saber en qué país viven y para donde va. Sería más útil que en vez de conmemorar aniversarios, se generen sentencias definitivas y podamos pasar alguna de estas páginas de una buena vez.