William Ospina desnuda sus personajes

El escritor colombiano William Ospina cierra la trilogía sobre la conquista de la Amazonia con su última novela, “La serpiente sin ojos”, en la que se adentra por la “selva interior” de los personajes protagonistas, con el conquistador Pedro de Ursúa al frente.

En un encuentro con periodistas celebrado este martes en Barcelona, Ospina reconoció que si el primer título de la saga, “Ursúa” trataba sobre las guerras y el segundo, “El País de la Canela”, era un libro de viajes, en esta ocasión lo que se describe es “una historia de amor” entre el conquistador y la bella Inés de Atienza.

Lleva el escritor colombiano un par de décadas en la investigación y escritura de los sucesos de la conquista, desde que en un día ya lejano quedara deslumbrado por el gran poema de Indias del sacerdote y poeta Juan de Castellanos, quien daba testimonio de lo que ocurrió durante el siglo XVI, y que tanto se interesó por el clima o los animales de la zona como comentó la artesanía para la fabricación de las flechas.

Bromeando, señaló hoy Ospina que fue un ensayo que escribió sobre ese poema lo que le ha llevado a estas tres novelas, concebidas como unos viajes a la Amazonia.

No escondió que en el primer título pesaba mucho la bibliografía, pero “gradualmente se apoderó del relato la torrencialidad de los hechos, con una tercera parte en la que se ahonda mucho más en la conducta de los personajes, en su selva interior”.

Publicada por Mondadori, en “La serpiente sin ojos” William Ospina cierra el periplo vital de Pedro de Ursúa, un hombre que en ese momento de su vida tiene el corazón dividido entre el amor y la guerra, con un final que, en su opinión, recuerda al de César en el Capitolio, “atravesado por las espadas de todos sus amigos”.

En este caso, Ursúa emprende viaje al Amazonas llevándose con él a Lope de Aguirre, que acabará siendo su verdugo y quien se rebelará contra la monarquía española en la desembocadura del Río Negro.

Imaginando primero todas las situaciones y recorriendo posteriormente el terreno, Ospina ha sostenido que “los hechos de la novela son verbales y dialogan muy bien con la imaginación. No lo hacen con la misma fluidez con la realidad”, apostilló.

Por otra parte, indicó que, desde siempre, se preguntó si fue la conquista la que civilizó a América o si, en realidad, lo que pasó es que se “barbarizó” la Europa conquistadora.

De todas maneras, prosiguió el autor, “las pasiones humanas son siempre las mismas, en la época romana, en el siglo XVI o en la actualidad”.

“Reconstruir el pasado en la Literatura es siempre una ilusión necesaria, porque solo se puede hacer desde las preguntas del presente y son las pasiones de hoy las que nos ayudan a pensar en las pasiones de ayer. Es desde ahora que pensamos en un posible diálogo de culturas”.

Por tanto, concluyó, “aunque estos libros parten de situaciones del siglo XVI son historias contemporáneas”.

En su comparecencia, el escritor -ganador del XVI Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos en 2009- no rehusó las preguntas sobre el proceso de paz iniciado en Colombia y afirmó que es muy necesario, después de todas las guerras que ha sufrido el país y que “marcaron” su “ser”.

Sin embargo, no piensa que la paz “vaya a ser automáticamente el fruto de un acuerdo entre Gobierno y guerrilla, pero puede ser el comienzo”, y agregó que los acuerdos también deberían fijar “un proceso de reconstrucción nacional, del que estamos muy necesitados”.

No obvió, asimismo, que el “diálogo es muy frágil” y pidió que sea toda la sociedad la que se implique en el proceso.

Con EFE