Y Chavela se hizo eterna

Con 93 años a cuestas se despidió del mundo la inmortal Chavela Vargas. Una de las voces más sensuales y conmovedoras de la música universal deja al mundo huérfano. Adios a la más grande.

Nació como Isabel Vargas Lizano y lo hizo en Costa Rica, pero se hizo grande como Chavela Vargas en México. Reinventó la manera de cantar y enseñó que su voz desgarrada hacía prescindible cualquier tipo de espectacularidad innecesaria en el escenario.
En 1919 llegó al mundo para darle un vuelco, titánica labor que comenzó a los 14 años cuando llegó a México para nunca más dejar esa, su nueva tierra. Cocinera, chofer, vendedora de ropa; la andrógina inmortal realizaba cualquier labor con tal de vivir en el México que habría de darle la gloria.
El comienzo de su vida artística al lado de uno de los grandes de la canción mexicana, como lo fue Pepe Guizar, también fue el comienzo de su leyenda. Vestida como una “marimacha” se subió a las tarimas para decirle a México y al mundo que ella cantaría con esa voz desgarrada y que solo ella podría hacerlo por el resto de los tiempos.
Con el tiempo vinieron las giras y el éxito. “Macorina” no solo fue una canción polémica y prohibida en México, también se convirtió en el himno de la guerrilla latinoamericana. En el escenario eran ella, el micrófono y el público. Mezcla minimalista que le recordaba al mundo que la música nace del alma, de un alma tan desgarrada como su voz.
Versionó canciones inmortales de sus colegas. “Sabor a mí” o “Volver, Volver” alcanzaron, con Chavela, niveles de expresión nueva que junto a obras inmensas como “La Llorona” se convirtieron en su sello.
José Alfredo Jiménez, su cuate, murió y la dejó sola y sumida en una juerga triste de tequila que duró veinte años. Veinte largos años en los que Chavela dejó de existir para el mundo y el mundo se olvidó de Chavela. Pero la década de los 90 marcó su regreso. De la mano de Jesusa Rodríguez, Pedro Almodóvar y Werner Herzog, un nuevo mundo se enteró de que existía un ser que podía acabar el mundo y crear otro solo con su voz: Chavela había renacido.
Vinieron dos discos que cierran la primera década del nuevo siglo que estamos viviendo: “Cupaima” (2007) y “¡Por mi Culpa!” (2010). Su música se convirtió en invitada de honor y obligada de las películas de Almodóvar y junto al director de “Tacones Lejanos” reconquistó a España.
En silla de ruedas y pulida por el tiempo como un canto rodado, homenajeó a Lorca en España pero dos días después, el pasado 12 de julio, fue ingresada en un hospital por una taquicardia que la aquejó. Tan solo una semana después salió del centro médico y regresó a su querido México el 26 de julio. Cuatro días después, un hospital de Cuernavaca la recibió por una bronconeumonía que la aquejaba y que se la llevó en la mañana de este 5 de agosto que amaneció sin alegría.
Fueron 93 años de de una vida que le entregó al mundo una voz eterna. Noventa y tres años que se cierran con un escueto mensaje en su cuenta de twitter: “Silencio, silencio: a partir de hoy las amarguras volverán a ser amargas… se ha ido la gran dama Chavela Vargas”.