Zonas de Reserva Campesina, entre la guerra y la paz

Una marcha por las calles de San Vicente del Caguán, liderada por la exsenadora Piedad Córdoba y los líderes más importantes del movimiento campesino, fue el cierre del tercer encuentro de Zonas de Reserva. La aplicaciones de este mecanismo en más comunidades y la lucha contra los TLC, los planes de consolidación y los monocultivos son las principales apuestas de los trabajadores de la tierra.

“Alerta que camina, la espada de Bolívar en las manos campesinas”, cantaron durante más de una hora los asistentes al tercer encuentro de Zonas de reserva Campesina, realizado este fin de semana en San Vicente del Caguán. Lo hicieron en una marcha que sirvió como cierre de la actividad.

En medio de la polémica suscitada por el debate entre los negociadores en La Habana respecto a la aplicación de este mecanismo, que se incendió cuando uno de los voceros de las Farc retomó una propuesta campesina y señaló que 10 millones de hectáreas detierra deberían convertirse en Zona de Reserva, el evento reunió a las comunidades que han aplicado las formas de economía solidaria.

Vinieron del Huila, del Cauca, de Caquetá, Guaviare y hasta del Cesar. Algunos viajaron en bus durante más de treinta horas para exponer el modelo de desarrollo que quieren construir.

Son consientes de que el progreso solamente pasa por el reconocimiento por parte del Estado de que el movimiento campesino es una iniciativa compuesta por sujetos de derecho. Por colonos que, huyendo de la guerra y la miseria, se asentaron en lugares olvidados por el estado y construyeron un modelo a su acomodo.

“El debate sobre las Zonas de Reserva Campesina es un debate falso. Nosotros estamos ubicados en lugares donde no ha llegado el Estado y somos autónomos”, ha señalado en varias oportunidades uno de los voceros nacionales de Anzorc, la entidad que agrupa a más de 50 organizaciones campesinas.

Sin embargo, el encuentro estuvo enmarcado en la discusión frente a temas concretos, como el papel de la mujer campesina, los cultivos ilícitos, la reforma agraria y la interacción en el territorio de las ZRC con los resguardos indígenas y los terrenos destinados para comunidades negras.

Los campesinos concordaron en afirmar que Colombia es diversa pero que el objetivo es común. Quieren protección por parte del Estado, no convertir al país en una “gran despensa”, como afirmó en su discurso la exsenadora Piedad córdoba, y dar el paso para convertirse en un verdadero actor político.

Más de 3.500 hombres, mujeres y niños llegaron al coliseo de ferias de San Vicente del Caguán, un establo de vacas que se adecuó para convertirse en la sede de una de las discusiones más importantes sobre la tierra en Colombia.

Ellos señalaron, a través de voceros y participantes, que las Zonas de Reserva son un mecanismo de paz, una alternativa para la soberanía alimentaria y una herramienta para superar el desabastecimiento que sufre el país.

Sin embargo, van más allá. Algunos, como el sociólogo y fundador de las Zonas, Alfredo Molano, insisten en que estos mecanismos deben tener mayor autonomía y prohibir, por ejemplo, la presencia de fuerza pública en sus territorio.

El tema de la autonomía es quizás el eje de la discusión. Los campesinos proponente equiparar las ZRC a la figura de territorios colectivos, donde existe una forma de gobierno y de organización social determinada por los habitantes del terreno. Para otros, como el exgerente del Incoder Juan Manuel Ospina, esta aspiración es inconveniente.

“Colombia lo que necesita es un Estado fuerte, que intervenga en las Zonas de Reserva Campesina con presupuesto, asistencia técnica y tecnología. No seguir dividiendo al país y fragmentando la gobernabilidad del aparato estatal”, señaló Ospina, quien comenzó hace años la constitución de este mecanismo.

Los expertos señalan que, más allá de un debate sobre desarrollo y tierra, el de las Zonas de Reserva es un debate político. Los campesinos organizados son una fuerza que puede construir ciudadanía y las ZRC son el mecanismo de interacción entre estos individuos y el Estado.

Por eso han redactado una propuesta programática que será presentada a los negociadores del gobierno y de las Farc. Ellos desean construir su futuro, y no “someterse” a un acuerdo en el que no estén incluidos.

El tercer encuentro de Zonas de Reserva llegó en el momento más álgido de la negociación sobre el desarrollo rural en La Habana. Unos afirman que el documento de acuerdo está casi listo, otros dicen que se cayó. Lo cierto es que mecanismos como este, que tienen un estatus legal reconocido, pueden ser usados como arma de guerra o como herramienta de paz.

Los líderes de Anzorc denuncian un veto por parte del Ministerio de defensa para dejar de constituir ZRC. El gobierno, a su vez, señala la importancia de fortalecer estas iniciativas para dignificar a los campesinos del país. No se sabe quién tiene la última palabra.

Los campesinos siguen marchando. Bajaron al pueblo y se instalaron en la plaza principal con consignas de paz y justicia social. Muchos portaron camisetas del naciente movimiento Marcha Patriótica y arengaron sobre la posible victoria electoral.