Alerta por uso indiscriminado de pólvora en Bogotá

El comienzo de las festividades de fin de año se ve opacado con el lamentable balance de 180 personas quemadas con pólvora en Colombia, 16 de ellas en Bogotá. Aunque el año pasado, para el mismo periodo en la capital se registraban 22 lesionados, preocupa que sin los controles a la venta indiscriminada de estos artefactos, el balance crezca con mayor velocidad en las celebraciones que quedan del mes y afecte en gran medida a los menores de edad.

De acuerdo con el reporte de la Secretaría de Salud, son 9 casos en personas mayores de 20 años, algunos de ellos por usar estos elementos bajo los efectos del alcohol; tres casos de jóvenes de 16 a 20 años, un adolescente de 14 años, y tres niños entre 0 y 10 años, en las localidades de Usaquén, Suba, Chapinero, Puente Aranda, Bosa, Kennedy y Usme.

A pesar de que existe la prohibición de comprar o usar pólvora, se sigue distribuyendo sin control por la ciudad, y con la mezcla peligrosa de alcohol, riñas y descuido de parte de los mayores de edad que la adquieren, terminan siendo los menores, las potenciales víctimas de quemaduras, amputaciones, pérdida de la visión y hasta de la vida, por su manipulación. Como fue el reciente caso de tres niños que resultaron afectados al mismo tiempo por la caída de un volador, en el sitio donde estaban reunidos con sus familias durante la noche de velitas en el barrio Los Cerezos de Engativá.

En Bogotá, son en total 74 camas las que hay para la atención de casos de lesionados con pólvora en la red pública y privada, ubicadas en las tres unidades especializadas del Hospital Simón Bolívar, la Fundación Santa Fe y el Hospital de la Misericordia; por lo que llevar ya 16 casos en los primeros 9 días de diciembre, alerta sobre lo que podría ser una ola de casos de quemados, sin las restricciones del año anterior.

Otra preocupación es la amenaza que constituyen estos elementos para vida y salud de los animales silvestres y domésticos que resultan seriamente afectados con el ruido de las explosiones que les generan estrés, ansiedad, aturdimientos, temblores y salivación excesiva, taquicardia, postura encogida, aumento de la frecuencia respiratoria y del ritmo cardiaco, dada su sensibilidad en el sentido del oído que hace que sientan con mayor fuerza los sonidos de los fuegos pirotécnicos.

El llamado es a que los ciudadanos eviten el uso de estos elementos, que los entes responsables se encarguen de los correspondientes controles y sanciones a la venta ilegal de estos artefactos, teniendo en cuenta que hay personas y empresas especializadas para el manejo de la pirotecnia; y que además se priorice la vigilancia continua en las diferentes localidades, para proteger especialmente a los niños y niñas de Bogotá.

Lucía Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá

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