Juan David Quintero es un joven edil de la localidad de Usaquén en Bogotá que no traga entero y que desde muy pequeño le ha gustado servir a los demás, sin importar de quien se trate, sexo, edad, raza o religión.
Su vocación del servicio al público parte de la experiencia vivida con niños de su misma edad que vivían en Ciudad Bolívar, con los que compartió buena parte de su tiempo, al ser alumno del Colegio Gimnasio Moderno, quien, bajo el modelo de Colegios en Concesión, administró el Colegio Sabio Caldas a donde debió acudir en momentos de intercambio estudiantil entre una institución y la otra.
Esta experiencia le sirvió a Juan David para darse cuenta de que, a pesar de la diferencia en las condiciones de vida de los seres humanos, al final todos somos iguales y realizamos las mismas actividades como practicar algún deporte, jugar en las horas de descanso, comer empanada con gaseosa, etc., por lo que considera injusto que en Bogotá no se cuente con las mismas oportunidades para acceder a una excelente calidad en la educación en colegios de educación pública.
Para este joven político el haber estudiado en el Gimnasio Moderno le enseñó a entender que, en la vida, todos debemos ser tratados de la misma manera, “en el momento en que se cruzan los pinos no importa quién es uno, cuáles son sus apellidos, ni de qué familia venga. Todos se tratan como iguales”, dice Juan David.
Esmeralda su madre es una abogada cucuteña, Juan Carlos su padre es un empresario de Valledupar. Ambos se radicaron en Bogotá cuando ingresaron a la universidad, y en ocasiones visitan sus ciudades de origen.
El tiempo libre lo dedica a sus amigos en medio de un asado, un café, una rumba o en una de las tertulias en las que tanto le encanta participar y organizar desde que ingresó a la Universidad de los Andes para estudiar Derecho. Uno de los temas que trataban en estos espacios de intercambio de ideas y opiniones, era el proyecto que cursaba en el Legislativo y que buscaba reparar a los colombianos que fueron afectados por el conflicto armado (Ley de Víctimas y Restitución de Tierras) y en el momento menos pensado se encontró con uno de sus grandes defensores, el entonces senador liberal Juan Fernando Cristo.
Al verle le reclamó por los errores en que se estaba incurriendo como aprobar una norma, sin tener claro la sostenibilidad fiscal que esta requiere para sostenerse en el tiempo. Cuando el parlamentario escuchó el regaño, le invitó a trabajar en la construcción de la norma para que, según él, “se diera cuenta de que no era un tema fácil”.
Juan David, quien cursaba los primeros semestres de Derecho trabajó con el congresista en momentos en que este ocupó la presidencia del senado, sin embargo, sufre una gran decepción por la manera tan indiferente en como el Estado trata a sus ciudadanos y es cuando toma la decisión de presentar su nombre a consideración de los bogotanos que habitan en Usaquén, aspirando por primera vez a la elección de ediles en la Junta Administradora de esta localidad en la capital del país, con una sola idea, servir a la población.
Es aquí cuando inicia una cruzada para que la política esté más al servicio de las necesidades del ciudadano. Su lugar en la JAL de Usaquén lo ha ganado con el trabajo que realiza a diario con la gente, conociendo sus necesidades y aportando un granito de arena para que estas obtengan la solución adecuada.
Es esta la razón por la que Juan David busca una curul en el Concejo de Bogotá en la lista del Partido Liberal, porque es un convencido de que se debe dar la lucha para que todos tengan las mismas oportunidades de salir adelante y triunfar en la vida