El pasado domingo 28 de febrero salí con mi familia a almorzar en La Calera, cuando iba por la carretera me encontré con una pequeña manifestación de unas veinte personas, mujeres, niños, niñas y jóvenes que estaban siendo agredidos por la policía local. Me bajé del carro a tratar de intermediar, pero la escena era lamentable y no pude hacer nada.
Los policías estaban desmedidos, me presenté, mostré mi carné y traté de mediar, pero ante mi total impotencia las mujeres fueron agredidas, a un joven le dieron un puño en el pecho, lo dejaron sin respiración y lo enviaron al hospital, los niños empezaron a gritar y a llorar y una chica fue arrastrada por el piso, mientras varios policías la apretaban al tiempo que la chica sangraba en los brazos, la alzaron entre varios y la tiraron al platón de una camioneta.
Cómo no intervenir si he venido denunciando los casos de excesos, abusos y criminalidad en los que se han visto involucrados algunos policías. Grabé y denuncié el caso, acompañé a la gente en la región y estuve al tanto de la suerte de la chica que se llevaron de manera irregular para judicializarla.
Claro que si me avisan allá llego, porque la gente de la región tiene razones de fuerza para protestar. Su equilibrio ambiental, sus nacimientos de agua y sus recursos naturales, que no son renovables y de los que depende la vida, están en riesgo. Y están en riesgo bajo el silencio cómplice de las autoridades locales que miran para otro lado o tienen al parecer interés en entregar esos recursos a empresarios y constructores.
Entre otras situaciones, la ciudadanía de La Calera ha venido denunciando que la intervención hidráulica del río Teusacá por cuenta de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) está afectando el ecosistema de la zona que ha sido intervenida y se prevén más daños a futuro. De acuerdo con líderes y lideresas ambientales de la zona se destacan entre los daños las afectaciones a la biodiversidad por la remoción de sedimentos; la alteración a la cadena trópica y a las características físicas del suelo y del equilibrio ecológico; la fragmentación y pérdida de conectividad ecosistémica; el riesgo de socavación y erosión, riesgo de pérdida de flujo para condiciones de caudales mínimos y pérdida de potencial de todo flujo en el río.
Tenemos información de que la CAR ejecutó ese contrato sin el cumplimiento de todos los requisitos ambientales legales exigidos para ese tipo de obras, en particular, por no incorporar los estudios ambientales establecidos en la “Guía técnica para la adecuación hidráulica y restauración ambiental de corrientes hídricas superficiales, C310-IT-04”, adoptada por la CAR mediante Resolución No. 136 de 2016.
Pero ¡claro! Más fácil estigmatizar a quien pone el dedo en la llaga y decir que el desorden es mío. Brava mi vecina porque se robó mi gallina. ¡En La Calera nos vemos!
@cancinodiegoa – Concejal de Bogotá