Esta semana Bogotá se vistió de luto por el asesinato del policía Edwin Caro a manos de un delincuente que le disparó mientras se adelantaba una requisa en inmediaciones a El Nogal. La ciudad de inmediato manifestó todo su pesar por el fallecimiento de este héroe, caído en el cumplimiento de su deber. Estas sensaciones de pesar por la muerte de alguien reciben el nombre de luto, y siempre deben ser respetadas como seña de básica humanidad.
Por eso, no puedo sino manifestar mi más enérgico repudio a las declaraciones de Hugo Acero el día después de la tragedia. En diálogo con Caracol Radio, nuestro secretario de Seguridad no tuvo problema en declarar lo siguiente:
“Se debe reconocer que suceden hechos lamentables a diario, como el de ayer. Este año llevamos 27 casos de homicidios, menos que el año pasado”.
Y es que esa declaración explica el modus operandi del señor Acero: cuando ocurren hechos que logran conmover a la opinión pública, siempre hay una cifra de reducción de delitos que puede sacar del sombrero. Quizá el señor Acero tenga una prominente carrera en el DANE y no lo sabemos. Sin embargo, él nunca menciona que ciertos crímenes han bajado por cuenta de las cuarentenas y toques de queda, como ya lo hemos mencionado, y además hace una intromisión irrespetuosa en el dolor de los bogotanos al disculparse con las cifras.
Esta falta de pudor, de piedad, incluso de respeto por la inteligencia de los bogotanos, resume muy buen su gestión al frente de la cartera de Seguridad.
“¿Qué es lo que quiere entonces la ciudadanía?”, se puede preguntar usted con natural desconcierto. “¿Cómo es que estos ciudadanos no comprenden que la seguridad avanza, que el homicidio se redujo respecto al 2019”?, puede seguir preguntándose. Pero ese, reiteremos, es el error: si nueve de cada diez bogotanos se sienten inseguros, como reveló en noviembre pasado el Centro Nacional de Consultoría, usted no puede decirle al 90 % de la ciudadanía que está equivocada.
Y como le gusta el terreno de las cifras, precisemos algo que puede pasar desapercibido: se puede calcular que la inseguridad le costó medio billón de pesos a los bogotanos en 2020. Solo en hurto a celulares, los bogotanos perdimos (me incluyo como víctima) el año pasado 39.000 millones de pesos. Hablamos de una gestión catastrófica en todo sentido, incluso en las cifras.
Y es que, señor Acero, la inseguridad en Bogotá alarma a la ciudadanía no porque sea más o menos respecto a la época de la Independencia o la Constitución del 91, sino porque es cada vez más barbárica y brutal: por primera vez vemos asesinados en TransMilenio, por ejemplo. Como señaló hace dos días Omar Oróstegui, el hurto con arma de fuego a bicicletas aumentó un 330% en la ciudad y el uso de armas de fuego en hurtos en vía pública subió 15%. ¿No queda claro que aumenta la barbarie? ¡Eso es a lo que le tienen terror los ciudadanos, pese a que usted sigue moviéndose en el campo de la irrealidad y la abstracción porcentual!
Señor Acero, la sangre derramada es real. Los celulares hurtados son reales. Las bicicletas robadas son de verdad. Aquí hablar de porcentajes es una falta de respeto, pues desconoce que la seguridad y su antónimo, la inseguridad, son hechos concretos, no números. Los bogotanos viven hoy con auténtico terror, y un porcentaje no es la respuesta que esperamos.
No hay que ir tan lejos para concluir que nueve de cada diez bogotanos, cuando manifiestan sentirse inseguros en su propia ciudad, lo que también quieren decir es que esos nueve de cada diez bogotanos desaprueban la gestión de Hugo Acero. Según sé, es bastante claro lo que alguien debe hacer ante esos niveles de impopularidad.
@oramirezvahos – Concejal de Bogotá