Por Ángela Garzón, columnista invitada
Llevamos varios meses en los que nos aterramos de oír en los medios de comunicación algunos testimonios de mujeres de toda condición que denuncian a sus parejas sentimentales de agresión física, sicológica y/o económica y recurren a las redes sociales y a los medios de comunicación para dar a conocer su situación.
Sus palabras causan estupor entre quienes las oímos. Pero estos casos que parecen excepcionales no lo son tanto. Según medicina legal, solo en Bogotá entre enero y octubre de 2018 se presentaron 20.278 casos de mujeres víctimas de violencia física y en desde enero hasta noviembre de 2018, 83 mujeres fueron asesinadas por su pareja sentimental.
El tema de violencia contra la mujer se debe tratar más allá de la victimización, la palabra clave en este caso es el EMPODERAMIENTO, tener la independencia necesaria para tomar nuestras propias decisiones respecto a nuestra vida.
Las mujeres necesitamos empoderarnos para asumir el control de nuestra vida, adquirir habilidades y conocimientos y ser reconocidas por esto, establecer nuestras propias agendas, trabajar sobre nuestro amor propio y autoestima y conseguir ser independientes económicamente.
Lo primero es facilitar el acceso a la justicia, facilitando la denuncia. Muchas veces he hablado con víctimas de violencia intrafamiliar y me cuentan el calvario que ha sido poner la denuncia. Los mismos funcionarios o policías a quienes acuden les dicen que “por qué mas bien no se devuelve a donde su pareja y arreglan todo entre los dos y por las buenas en vez de meterse a denunciarlo. Que por qué mejor no se queda callada y trata de solucionar todo en familia, que es un proceso muy largo y difícil, que luego se va a arrepentir, etc…”, y además les dicen que se devuelvan a su casa mientras el proceso avanza. ¡Les indican que regresen a donde el agresor que acaban de denunciar!
Cuando una mujer depende económicamente de su pareja, su situación es más vulnerable y esto hay que cambiarlo. Ellas deben asumir el control sobre su vida teniendo la posibilidad de generar sus propios ingresos. Para esto hay que fortalecer los programas de formación para el trabajo dirigidos específicamente a las mujeres, y a ampliar las oportunidades de vinculación laboral formal con empresas privadas. También hay que apoyar la creación de emprendimientos liderados por mujeres y trabajar con la empresa privada en programas de apoyo al empoderamiento femenino para que prioricen las compras a empresas de proveedores que empleen a un número significativo de mujeres o sean lideradas por ellas.
Otro punto importante para el empoderamiento económico de las mujeres es lograr que tengan acceso al crédito y no terminen siendo las víctimas más vulnerables de los “gota a gota”, existen casos en que no solo las han presionado y agredido económicamente sino también sexualmente.
Para aquellas mujeres que no pueden salir de su casa a trabajar todos los días porque son cuidadoras de sus hijos u otros familiares mayores o con discapacidad hay que ofrecer opciones de teletrabajo o apoyo a la creación de microempresas.
Las mujeres víctimas y sus hijos necesitan también apoyo y acompañamiento experto en salud mental. Es muy importante que reconstruyan su autoestima, que se amen a sí mismos y que recuperen la esperanza. Las mujeres somos valientes, somos fuertes y somos resilientes y si a veces nos caemos siempre encontramos la fuerza para salir adelante.
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