Quienes trabajamos en pro de una mejor convivencia ciudadana hemos venido escuchando a diferentes personas en Bogotá, quejarse porque en los delitos que diario se cometen en la capital de la república, según ellos, no falta la presencia de un venezolano.
No me extrañaría que estas quejas ciudadanas hayan llegado a la alcaldesa Claudia López, quien además tiene que revisar las capturas que realiza la Policía en Bogotá, en donde se pueden presentar casos con personas venezolanas que protagonicen estos hechos. Por supuestos no será en todos, pero si puede estar sucediendo.
Vale entonces preguntarse, ¿qué tanto puede haber de realidad en esto que se dice?, y, ¿qué tanto corresponde a xenofobia?
Puede que la alcaldesa Claudia López haya cometido una imprudencia al decir que “algunos venezolanos, nos están haciendo la vida de cuadritos a los bogotanos”, pero, no será que podría haber algo de cierto en sus palabras.
La bomba de tiempo en que se ha convertido la presencia de migrantes venezolanos en las diferentes ciudades de Colombia, se ha venido advirtiendo desde mucho tiempo atrás, sin que el Estado preste la atención necesaria y más bien le ha dejado esta papa caliente a los autoridades locales, quienes han tenido que trabajar con las uñas para darles la atención hasta donde les ha sido posible.
Ante esto no han faltado las molestias y quejas de quienes les ven deambular por las calles de sus barrios y les miran, no como personas que necesitan que se les brinde una ayuda, sino como un factor de inseguridad y es ahí de donde parten las quejas que no demoran en llegar a los oídos de las autoridades. En algunos casos, resultan ciertas, en otras, corresponde a la paranoia y exageración de las personas que ven fantasmas donde no los hay.
De hecho, en la noche del 22 de noviembre en Bogotá, cuando el presidente Iván Duque y el entonces alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, declararon toque de queda ante unos supuestos hechos de vandalismo que se iban a presentar en Bogotá, muchos ciudadanos aseguraron en redes sociales que a sus conjuntos estaban llegando personas y que entre ellas, supuestamente habían venezolanos, luego entonces, no puede ser que ahora la alcaldesa Claudia López sea quien se esté inventando estos fantasmas.
De esa extraña noche en Bogotá quedó una investigación realizada por el director de Cifras y Conceptos Cesar Caballero y el concejal Diego Cancino, quienes concluyeron que durante esas horas en la capital de la república se persiguió fantasmas, y yo tengo que decir, que la paranoia de los bogotanos ayudó a ver a ciudadanos venezolanos donde no los había.
Es cierto, no se puede estigmatizar ni generar odios hacia determinada población por cuestiones de sexo, raza, nacionalidad, religión, etc., pero también es cierto que se requieren acciones concretas y urgentes que ayuden a la personas en situación de vulnerabilidad, en este caso, los migrantes venezolanos, quienes por encontrarse en medio del hambre y la intemperie se convierten en presa fácil del crimen organizado en Colombia.
Debemos evitar que esto ocurra, porque a nuestro gran problema de orden público y de inseguridad ciudadana, no podemos darnos el lujo de que se sume también la captura del crimen organizado a ciudadanos extranjeros.
Esta tarea de prevención nos corresponde a todos, especialmente al Estado colombiano quien no puede hacerse el de la vista gorda.
*Directora de la Fundación Acuerdos por la Paz