Bogotá vivió ayer una nueva manifestación en plena pandemia. Saludo que se hayan dado manifestaciones culturales y pacíficas, sin embargo, atravesando el punto más crítico del tercer pico, aun cuando el Covid-19 trajo hambre y afectó seriamente la economía, debemos reconocer que con un promedio de 19 mil casos diarios en Colombia y más de 72 mil muertes, cifra en la cual Bogotá aporta casi 16 mil fallecidos, con una ocupación de UCI’s del 92%, no era el momento de volcarnos a las calles en medio de aglomeraciones.
La otra cara de las manifestaciones
A pesar de que tanto los gremios que citaron las manifestaciones, como la Alcaldía aseguraron que las marchas contaban con todos los protocolos de bioseguridad y que estos se mantendrían por la logística con la que contaban y por el protocolo de la Secretaría de Gobierno para hacer cumplir el decreto que prohíbe cualquier reunión o aglomeración, no fue así. Lo que vimos, fue a cientos de manifestantes sin el mínimo distanciamiento, sin tapabocas, bloqueando vías, bajando a personas de los buses, dañando estaciones y el comercio que ha sostenido nóminas, ha pagado impuestos y ha tratado de sobrevivir al borde la quiebra.
Durante toda la jornada de Paro Nacional 23 personas fueron capturadas por vandalismo. Hubo 107 heridos: 54 uniformados y 53 civiles. El ataque contra Transmilenio volvió a ser el común denominador, esta vez, quedaron afectadas 139 estaciones, sin servicio 15; 174 articulados, 59 buses troncales y 32 del componente zonal vandalizados.
En infraestructura, el CAI del Tintal fue atacado, y en el barrio Britalia, un centro de tecnología celular fue robado; así como el centro médico San Antonio de la Policía, sufrió destrozos y el hurto de equipos destinados a la atención de pacientes.
En el centro de la ciudad: 30 edificios y sus fachadas vandalizadas y con vidrios rotos; los CAI’s fijo y móvil de San Victorino dañados. Sin contar las pérdidas económicas que tuvo el comercio de la Carrera Séptima por tener que cerrar sus negocios por las marchas y hoy debe reparar nuevos daños en sus locales.
Solo en el Parque Bicentenario: 17 mesas dañadas, 60 sillas y 25 materas rotas, 9 muppies de vidrio para exposición destruidos, 3 muppies y 1 valla robados, 5 cerramientos rotos, 21 arbustos, 400 metros de jardines y sus sistemas de riego dañados, 1 letrero de gigantografía de Bogotá y 4 monumentos vandalizados, 5 tótems de información turísticos y 1 tótem de Bogotá a cielo abierto destruido.
En Suba, dos supermercados D1 en La Gaitana y Lisboa fueron saqueados junto a otros comercios en los barrios: Lisboa, Villa Cindy, Nogales. Mientras que pequeños comerciantes de Usme y Bosa también reportaron negocios violentados.
Nuevamente insisto en mi propuesta sobre la necesidad de crear un fondo para las víctimas del vandalismo en las manifestaciones, ante la recurrencia de estos hechos de violencia que afectan a miles de ciudadanos en cada marcha y que no tienen una garantía por los daños. ‘Protesta Si, pero No así’, es lo que pedimos los bogotanos. La protesta es un derecho que debe garantizarse pero no en contra de los derechos que también tenemos quienes no participamos de las marchas. Los daños que generan unos pocos, los pagamos todos y siguen afectando a la ciudad.
Lucía Bastidas – Concejal de Bogotá