El paro nacional sacó a las calles a una juventud popular asediada entre el abuso de la policía, la presión de las mafias y el desespero del desempleo y la falta de oportunidades. Es una generación conectada, consciente de su realidad social y muy creativa.
En Bogotá la movilización juvenil se dio con mucha fuerza en el sur alrededor del Portal de las Américas congregando a jóvenes de Kennedy, Bosa, Ciudad Bolívar y Tunjuelito. En el norte hubo una confluencia de los barrios populares de Usaquén y Suba oriental alrededor de la autopista norte. En el noroccidente en el Portal de Suba y el Portal 80 y en el suroriente en Usme, en el puente de la dignidad, sobre la principal vía comercial de la localidad. Varias veces manifestantes de toda la ciudad se congregaron en el monumento de los Héroes.
La movilización fue multicolor, con arengas, canciones más que discursos, graffiti, y conversación en círculos, pero también asambleas populares y ollas comunitarias. Como lo presentamos en el informe que radicamos desde el Comité de Derecho Humanos del Concejo de Bogotá, y de acuerdo con la Alcaldía, solo 15% del total de manifestaciones, que durante los dos primeros meses sumaron 1039, terminaron de forma violenta.
También reportamos que en más del 50% la razón principal para la imposición de comparendos y detenciones por parte de la fuerza pública, de acuerdo con el mismo informe de la Alcaldía presentado a la CIDH, fue por obstrucción de vías, por lo tanto, inferimos que un porcentaje elevado que justificara la intervención de la fuerza pública en la protesta social fue el desbloqueo de vías. Esto no es casualidad pues las manifestaciones en el Portal de las Américas, el Portal 80 y el Portal de Suba, tuvieron como objetivo frenar el funcionamiento del sistema de transporte público. La lógica del Paro Nacional fue parar el funcionamiento de la normalidad para denunciar los abusos del gobierno.
Lo que uno no se explica, es porqué el desbloqueo de una vía o la defensa de una infraestructura tiene que terminar con cientos de heridos, se calcula que en el Portal de las Américas hubo en dos meses 1495 heridos[1], más de 50 jóvenes con afectaciones en los ojos y varios desaparecidos. Tampoco uno entiende porqué la Policía usó el Portal de Transmilenio como centro de detención ilegal y además se produjo allí episodios de tortura, ni tiene sentido que todo un sector residencial termine con la tanqueta del ESMAD dentro del barrio, y el arma Venom disparando gases y aturdidoras a mansalva, incluyendo a los conjuntos residenciales y las casas, afectando a niños y ancianos.
Nada de esto ha sido reconocido por parte de la alcaldesa Claudia López de forma integral. El gobierno navega en la tesis de unos cuantos uniformados que se exceden en la fuerza. Pero no hay una asunción de responsabilidad, ni siquiera una reflexión sobre que el saldo del paro nacional en cuanto a afectados con tres muertos la semana pasada, tiene que ver con una forma sistemática de operación del ESMAD, sin el cumplimiento de protocolos, totalmente desproporcional y creando contextos de violencia más allá del contexto físico de la protesta.
Este es el punto álgido que no ha permitido a la administración acercarse a la juventud que aún se mantiene en la calle. En las dos audiencias que realizamos en el Portal de las Américas, a pesar de ser los puntos más sensibles, la administración no quiso referirse al abuso policial, y trató de justificar la violencia estatal en el ataque de la infraestructura del Portal, lo que es totalmente inadmisible en un Estado Social de Derecho.
Colombia Humana ha sido un movimiento movilizado con la gente en el paro. La autonomía de las primeras líneas y las organizaciones sociales ha sido respetada y nuestro rol como movimiento político ha sido acompañar la movilización, avanzar en la pedagogía democrática, denunciar los abusos de derechos humanos y buscar vías de concertación como lo hicimos promoviendo las vías democráticas con las audiencias públicas realizadas.
Sin embargo, percibimos una falta de conexión de la alcaldesa Claudia López con los sectores populares y con la juventud popular movilizada. Esto inicia con la falta de respeto y reconocimiento a las primeras líneas como interlocutores válidos, pues al tildarlos de vándalos, y luego de ser manipulados por Colombia Humana, la alcaldesa les quita toda autonomía y voz propia.
No es por montar una mesa de negociación con el PNUD (Naciones Unidas) y con la iglesia como intermediarios como se gana confianza, sino escuchando lo que realmente indigna al otro, construyendo las garantías para la discusión; pues la agenda pasó de ser las reivindicaciones sociales iniciales, para convertirse en primerísimo lugar en la violación de derechos humanos, la falta de garantía para la protesta y reconocimiento del abuso policial.
Este último punto, ha sido álgido en el gobierno de Claudia López. La alcaldesa no ha podido liderar ni comandar a la Policía Nacional hacia el respeto de los acuerdos y protocolos y su gobierno no tiene un enfoque de fondo hacia los derechos humanos. Sus funcionarios no entienden los territorios, no se conectan con la población y el gobierno no comprende ni acepta la dimensión y la gravedad de lo que ha sido el actuar de la fuerza pública. Al no quererlo ver ni aceptar, no entiende tampoco la indignación juvenil y la escalada de violencia que se nos viene si no se le da una salida democrática al conflicto.
En vez de esto, la alcaldesa busca resolver el problema mediáticamente para lavarse las manos. Lo primero que hace es culpar a una coalición política con 27 ediles y cuatro concejalas en Bogotá de estar detrás de los desmanes, de alentarlos y financiarlos, a propósito del incidente de retención de varios buses en Usme. Con el ataque al movimiento, que por el contrario ha buscado radicalizar las vías democráticas, busca encontrar un culpable de su incapacidad para liderar una solución.
Luego improvisadamente y por fuera de la agenda que ya estaban acordando en conversaciones entre las primeras líneas, el PNUD y la iglesia, deciden anunciar por twitter una mesa de concertación para esa semana, creando una alta expectativa en la población y la prensa. No solo fue improvisada, convocada de un día para otro, si no que viola los acuerdos a los que se había llegado en el que primero se trabajaría por localidades. Pero lo más grave, es que la alcaldesa no asume la responsabilidad de su mismo acto y deja la silla vacía, volviendo a negar nuevamente la importancia del diálogo con esta juventud popular. Fue el mismo espectáculo que montó la alcaldesa lo que generó la demanda de que ella se apersonara y se hiciera presente. Pero otra vez pela el cobre, porque lo más grave de todo esto, es que no entiende, o no quiere entender la dimensión y consecuencias de lo que está pasando.
@susanamuhamad
[1] De acuerdo a cifras reportadas por la Comisión Interclesial de Justicia y Paz