El tercer pico de la pandemia llegará a Bogotá a finales de abril e inicios de mayo. Se presume, según toda la evidencia internacional, que será más contagioso y más letal que los dos picos anteriores. Pero, además de lo anterior, tiene otra particularidad que debe preocuparnos: será especialmente mortal para la población joven.
Y no hablamos de imaginaciones. Hoy en nuestra región ya tenemos casos de los que podemos echar mano, como el de Chile, donde más del 70% de las camas UCI están ocupadas por personas entre los 20-59 años. O Brasil, donde este porcentaje supera el 50%.
Esta situación no se había visto en los anteriores picos, pues en ellos la población afectada tenía un predominio de los mayores de 60 años. Hoy, afortunadamente dicha población está vacunada en Bogotá.
Sin embargo, la amenaza se erige ahora contra la población activa que compone la fuerza laboral de la ciudad. Solo por eso, es imperativo repensar desde altas instancias el Plan Nacional de Vacunación, incluso como estrategia para ayudar al resto de población.
Me explico.
Lo que sugiere la evidencia científica es que el coronavirus se propaga de manera aeróbica a través del contacto estrecho. De ahí las reiterada peticiones sobre la ventilación de espacios cerrados, el distanciamiento social y el debido uso del tapabocas. Sin embargo, el factor determinante en la mayoría de los casos, según la OMS, es el supercontagiador, es decir, esa persona, las más de las veces asintomática, que se confía y riega de manera masiva el virus entre sus contactos cercanos.
El supercontagiador es la clave para la dispersión del virus, pero también para su contención.
Ahora bien, por lo general, los supercontagiadores hacen parte de la edad productiva, es decir, son especialmente jóvenes y adultos medios que salen a trabajar día a día, población entre los 18 y los 60 años. Son todos aquellos que transitan diariamente en las calles, en el transporte público, quienes salen de sus casas para adelantar sus actividades cotidianas y regresan al hogar a compartir con sus familias.
¿No es natural concluir que deberían hacer parte del Plan Nacional de Vacunación como población prioritaria?
Si son los que riegan el virus, la intuición nos indica que la vacunación debería apostarle a llegar a esa población y “cazar” a los supercontagiadores futuros. De hecho, un país ya lo hizo.
En Indonesia se consideró esta idea y se tomó la decisión de vacunar de manera prioritaria al personal médico y a todos aquellos trabajadores que no pueden teletrabajar y por ello deben salir día a día a las calles. Sin considerar su edad, estos trabajadores fueron inmunizados.
Los resultados de esta estrategia son bastante dicientes.
Según Our World In Data, hoy Indonesia tiene un 35% menos de registros diarios de contagio que Colombia, y la velocidad de contagio se encuentra en 0.93, mientras que en Colombia ya nos encontramos sobre el 1.34 y subiendo.
En conclusión, la lógica del tercer pico nos exige replantear el Plan de Vacunación y aprovechar cada problema y cada reto como una oportunidad. Tal como el virus muta, nuestra estrategia de vacunación también debe hacerlo.