Adicción a la fama

El actor Cory Monteith, conocido por su papel en la musical “Glee” de Ryan Murphy, ha sido el último de una larga lista de intérpretes como Lindsay Lohan o Britney Spears que, tras alcanzar con rapidez las mieles del éxito, deben recurrir a centros de rehabilitación.

La fama trae consigo muchas cosas. En la mayoría de los casos, éxito y grandes sumas de dinero. En otras pocas, depresión y centros de rehabilitación. Y sino que se lo digan a muchas de las estrellas de Hollywood y de la canción que debido a carreras fugaces no han terminado de asimilar con salud su protagonismo en las portadas.

El actor Cory Monteith, conocido por su papel de Finn Hudson en la serie musical “Glee”, creada por el estadounidense Ryan Murphy, ha sido el último de una larga lista en admitir su ingreso en una entidad para curarse de ciertas sustancias, tal y como confirmó su propio representante a la revista People.

En la misma publicación, su compañera de reparto, Lea Michelle, mostró todo su apoyo al canadiense, que previsiblemente se retirará por un tiempo de las grabaciones de la serie, cuya cuarta temporada ya está en fase de rodaje.

Otros compañeros de profesión como Charlie Sheen o Demi Moore, han sido protagonistas de episodios mediáticos tras su paso por centros de rehabilitación con el fin de curar sus coqueteos con sustancias adictivas.

Así, el actor estadounidense, uno de los actores mejor pagados de la televisión en EE.UU. por su papel en la serie de comedia “Two and a Half Men”, se sometió en 2010 a un tratamiento por adicción a las drogas y alcohol. Mucho más reciente ha sido el ingreso de la actriz, que concluyó en marzo de 2012 su tratamiento por “abuso de sustancias”, según informó la edición digital de la revista People.

Los representantes de Moore nunca confirmaron si la actriz llegó a estar en tratamiento, si bien el portal E! Online informó que había abandonado la clínica de rehabilitación Cirque Lodge, en Utah, lugar donde han acudido en los últimos años personalidades como Eva Mendes, Kirsten Dunst o Lindsay Lohan para afrontar distintos problemas personales.

LA CAÍDA DE LAS CHICAS “DISNEY”.

Precisamente esta ˙última ha sido una de las más polémicas, por darse a conocer dentro de la factoría Disney junto a otra de las estrellas que han pasado por rehabilitación, la joven Demi Lovato, que fue internada en octubre de 2010.

Lohan ha sido objeto de portada no hace mucho tiempo tras conseguir evitar entrar en la cárcel a cambio de pasar tres meses encerrada en un centro como condena por incumplir su libertad condicional tras mentir a la policía en un accidente de tráfico que tuvo en junio de 2012.

Desde que se diera a conocer en la gran pantalla gracias a sus papeles de niña pelirroja cándida, la actriz ha protagonizado desde muy joven, sucesos que han empañado su prometedora carrera en el cine.

El alcohol y sus problemas al volante son un denominador común en las andanzas de la actriz que en 2005, cuando aún era menor de edad, ya asistía a reuniones de Alcohólicos Anónimos y admitía ser bulímica y consumir drogas.

Mucho menos polémico ha sido el internamiento de Lovato, quien tras intentar superar sus graves problemas psicológicos que desencadenaron en desórdenes alimenticios a causa de su enorme éxito, presentó el documental “Demi Lovato: Stay Strong” en 2012, en el que la actriz contaba su historia de curación.

BRITNEY Y SUS RECAÍDAS.

Pero si ha habido alguien que ha conseguido acaparar el foco con sus constantes recaídas, esa ha sido la cantante estadounidense Britney Spears, que en 2007 ingresaba por primera en el centro de rehabilitación Promises.

Pese a ello, la artista no frenó demasiado su carrera musical, y ese mismo año publicaba “Blackout”, consiguiendo tres MTV Video Music Awards (VMAs), para después, y tras otro ingreso por una posible intoxicación, publicar su sexto álbum, “Circus”, que vendió menos de dos millones de copias pese al éxito de uno de sus sencillos, el irrepetible “Womanizer”.

El mundo de la moda tampoco ha pasado inadvertido para los centros de rehabilitación. Uno de los últimos, el diseñador John Galliano, despedido por la firma Christian Dior tras realizar comentarios antisemitas, ingresó en una clínica de rehabilitación en Arizona (EEUU), según informó The New York Times.

Fuentes próximas al diseñador indicaron al rotativo que el modisto decidió poner freno a sus problemas con el alcohol siguiendo el consejo de amistades, como las supermodelos Naomi Campbell y Kate Moss, y por ello aceptó ingresar en una clínica para recibir tratamiento.

Quienes no corrieron la misma suerte fueron las fallecidas Amy Winehouse y Whitney Houston, quienes nunca terminaron de superar su adicción y eso les provocó la muerte mucho tiempo antes de lo esperado.

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