Al señor ministro de salud, Alejandro Gaviria

Gracias Ministro por atreverse a dar el aval a los medicamentos biosimilares, capaces de producir efectos benéficos como los biotecnológicos, con precios significativamente menores, ampliando así la cobertura de los mismos para enfermedades que los demandan. Gracias porque a diferencia de otros representantes del gobierno, usted no ha olvidado que es colombiano, que representa al gobierno nacional en el tema de la salud, y que su interés prioritario es el bienestar de sus compatriotas.

No se convirtió en el “caperucito” del cuento, y no se dejó amedrentar por la voracidad del lobo de la Industria Farmacéutica, con su perversa capacidad de crear amenazas y terrores para lograr engrosar sus ganancias económicas, irrigadas silenciosamente por la sangre de quienes mueren sin lograr acceso a esos medicamentos originales.

Ojalá señor ministro, haga usted obligatoria la venta de genéricos en las droguerías del país, y que el cliente escoja según su preferencia y su bolsillo. Muchas droguerías no los tienen y por tanto, la ausencia repetida de esta oferta, obliga al cliente a optar por el medicamente llamado “comercial”.

Todos sabemos del compromiso de muchos médicos con los laboratorios de grandes ligas, cuya mas eficaz inversión de mercadeo consiste en comprometer al profesional para que formule el producto a cambio de recibir muestras médicas y jugosas invitaciones a paseos, conferencias y congresos, como un canje solapado.

Es poderoso, casi mágico el poder que tienen el médico y/o el farmaceuta, cuando respondiendo a la pregunta del cliente por el medicamento genérico, lanzan un “no es lo mismo”, o “le recomiendo usar el producto comercial”. Basta un gesto de desaprobación o duda, para que de inmediato cambie el comprador la escogencia del genérico por el otro recomendado.

Esta es otra forma mas de corrupción, de silenciosa violencia sobre la voluntad del consultante que se lleva la peor parte, y sin darse cuenta, pone su hombro para que el galeno o la droguería disfruten de la mayor ganancia, de la mejor parte, ya en dinero, ya en especies.

Además, usted sabe que es vergonzoso el estado de pobreza y desmantelamiento de los centros de atención médica, cuya miseria aumenta en proporción directa a los kilómetros que los separan de la ciudad capital. Nuestra clase menos favorecida tiene una resistencia admirable? o deplorable? (según se le mire), que los hace resistir vivos el mal trato o el no trato que encuentran cuando de una urgencia de salud se trata.


Ministro Gaviria, su tarea apenas comienza, pero sus acciones inspiran confiabilidad y esperanza en que durante el tiempo que dure en el ejercicio de sus funciones, usted no se dejará seducir por las prebendas económicas y alabanzas que posiblemente sean parte de la inversión en mercadeo de las grandes firmas farmacéuticas. Parece usted convencido que el bien de la mayoría, no tiene la forma de los embudos. Se le siente saludablemente ajeno a la lisonja y a la figuración mediática.


A la par que la educación, la salud física y mental están en la columna vertebral de la evolución y el desarrollo armonioso de los pueblos.

Ojalá señor ministro Gaviria, mantenga usted la actitud que le hemos visto, mezcla sabia de firmeza, reflexión y discreción. Ser reconocido como un buen funcionario, es más un resultado de sus acciones que la meta de las mismas.

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