Basta ya a una guerra sin sentido

Con la firma de los acuerdos en Cartagena podemos decir que la historia de Colombia se divide en dos. Nuestro país ha vivido 54 años de un conflicto que deja cerca de 267 mil muertos, 25 mil desaparecidos y 4 millones de desplazados, ya es hora de decir ¡Basta!.

La historia de Colombia a partir de hoy será otra, la que construiremos desde el perdón y la reconciliación. Nos merecemos la oportunidad de vivir en paz, las condiciones están dadas y solo nos queda el último paso para decirle adiós a una guerra que ha dejado muertes inocentes y grandes pérdidas económicas para el país.

Hoy a las 5 de la tarde seremos testigos de un acto que sin duda marcará la historia de 40 millones de colombianos, los del sí y los del no; porque nosotros, los que le apostamos este cambio, lo hacemos para que todos sin importar partidos políticos, ideologías religiosas y estratos sociales podamos vivir en paz.

Sin esta lucha armada, desgastante y sin sentido, nuestro país podrá volcarse hacia nuevos retos, en los que combatiremos el hambre, la desigualdad y la pobreza; viendo una Colombia renaciente, con nuevos horizontes que nos permitirán enfocarnos en mejorar las condiciones de vida para cada uno de los colombianos.

Después de esto el reto es aún más grande, nuestro trabajo apenas comienza; las ciudades deben prepararse para el posconflicto, generando políticas públicas que garanticen el restablecimiento de los derechos de las victimas así como el fortalecimiento de la capacidad institucional para recibirlas, lo cual implica un despertar político en pro de la participación, el respeto a los derechos humanos y la búsqueda de una sociedad más justa, incluyente e igualitaria.

La firma de los acuerdos de paz no puede considerarse la neutralización de las fuerzas armadas, sino la capacidad de una sociedad de prevenir y enfrentar las fuentes de conflicto, generando oportunidades que permitan visualizar y dimensionar las necesidades de los distintos grupos poblacionales; dejando atrás rencores y dándonos la oportunidad de vivir en una sociedad incluyente.

Bogotá tiene la gran responsabilidad de prepararse de cara al nuevo escenario nacional, lo que implica abrir sus puertas a las víctimas, desmovilizados y ex integrantes del grupo guerrillero, generando las oportunidades suficientes para que toda persona que habite en ella pueda disfrutarla en condiciones de equidad.

Tras esta firma del acuerdo, queda en nuestras manos la materialización de la paz que todos queremos; iremos a las urnas y allí tendremos frente a nosotros la responsabilidad de darle o no la oportunidad a nuestros hijos de vivir en un país diferente.

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