Cacerolazo para el Distrito y la Policía.

La tragedia en ‘The Nigth Club’ es un evidente caso de exceso de fuerza por parte de la Policía Nacional en un establecimiento público. Una alférez de la institución, al mando del teniente Javier Orlando Murcia, portaba un gas pimienta, que no tenía por qué tener al no ser miembro del ESMAD, y lo activó en un lugar cerrado con más de 200 personas, causando así pánico y una posterior estampida humana que intentaba salir del sitio por una puerta pequeña. El resultado: 6 muertos por asfixia y ahogamiento.

El lugar ya había sido sellado 5 veces, pero había cumplido los requisitos para volver a funcionar, sin que ninguna autoridad se percatara de que no se trataba realmente de un club nocturno sino de un lugar para jugar billar.

Todavía es un hecho confuso. La alternativa de solución planteada por el Distrito luego del incidente ha sido cerrar los sitios que funcionan como amanecederos. ¿No sería mejor solución ampliar el horario de atención de los lugares de rumba regulados y que cumplen con todas las medidas de seguridad, para evitar la proliferación de amanecederos piratas?

El Distrito afirma que lo ocurrido es responsabilidad de la Policía, pero definitivamente es un hecho que debían haber evitado los dos. No hay normas claras para el funcionamiento de los establecimientos nocturnos ni tampoco hay una estricta vigilancia, ya que para abrir sus puertas hasta horas de la mañana, los bares y discotecas han cambiado su razón social a club, sindicato o corporación, sin que ninguna autoridad revise a profundidad el verdadero carácter de los ‘amanecederos’.

La solución no es acabar con la Policía, ni puede ser acabar con la los bares. Ya es hora que el Concejo de Bogotá y las autoridades pertinentes se pongan las pilas, ejerzan control, y pongan en cintura a los dueños de los locales, para evitar que en otro hecho confuso, haya más tragedias y se sigan pasando la pelota de un lado para otro sin una solución radical.

Cacerolazo para el Distrito y la Policía.

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