Colonos judíos sin hogar… diez años después de su evacuación de Gaza

Debbie vive en una ‘caravilla’, un híbrido entre caravana y casa prefabricada, desde hace diez años. Forma parte del 25% de colonos judíos que fueron evacuados de Gaza y aún no tienen un hogar.

Debbie Rosen vive en una caravilla, un híbrido entre caravana y casa prefabricada, desde hace casi diez años. “Cuando nos expulsaron de Gaza, nos dijeron que esto sería sólo algo temporal, como máximo dos años”, cuenta.

Su caravilla, de paredes de color amarillo claro y tejas rojas, se encuentra en Nitzan, un pequeño pueblo de Israel, a 25 kilómetros de Gaza y 50 de Tel Aviv, donde más de 50 familias viven en las mismas condiciones. Forman parte del 25% de colonos judíos que fueron evacuados forzosamente de Gaza en agosto de 2005 y que todavía, una década después, residen en casas temporales, según datos de la organización Amigos de Gush Katif (nombre dado a las colonias judías en la franja).

En total, 8.800 colonos fueron desalojados y 21 asentamientos reducidos a escombros, siguiendo el Plan de Retirada Unilateral firmado por el primer ministro Ariel Sharon que puso fin a 38 años de ocupación.

Tras la evacuación, el Gobierno repartió indemnizaciones económicas a los colonos para construir nuevas viviendas en otros lugares, pero Debbie explica que, después de Gaza, “fue muy difícil encontrar trabajo, así que tuve que usar el dinero para sobrevivir.

Tengo seis hijos y tenía que comprar comida y pagar las matrículas de la universidad,” explica a El Confidencial.
El caso de Debbie no es único. En 2010, la tasa de desempleo entre los judíos evacuados de Gaza doblaba la media nacional, según recoge el informe de ‘La Comisión de Investigación sobre la evacuación de los colonos en Gush Katif’, que concluyó que el Gobierno “había fracasado en asistir a las familias al no considerar su situación de urgente” y los había convertido en “refugiados en su propio país”.

“Las compensaciones no eran lo único que necesitábamos. Sí, nos dieron dinero pero no teníamos los permisos necesarios para construir. Fueron muy rápidos en echarnos de Gaza, pero muy lentos en adjudicar nuevos terrenos y en crear nuevas infraestructuras”, denuncia Laurence Baziz que logró construir su nueva casa el año pasado, no muy lejos de donde estaba su caravilla.

Laurence también vive en Nitzan y trabaja en el Centro de Conmemoración Gush Katif, creado para recordar la historia de los colonos judíos en la Franja con vídeos y exposiciones y en el que preside la estancia una fotografía de grandes dimensiones de la playa de Gaza.

Esta israelí de origen francés hizo la aliyah (emigración de judíos a Israel) en 1986, cuando se mudó con su marido a Gaza porque “sentíamos la necesidad de hacer algo por nuestro país, siguiendo los pasos de los judíos pioneros que llegaron a Israel en los primeros años de su fundación. El Gobierno nos animaba a que viviéramos allí porque era importante para la seguridad del país y el futuro del Estado”.

“En el Sinaí ya no nos necesitaban; en Gaza, sí”

Las primeras colonias se fundaron en 1968 como parte del ‘Plan de los cinco dedos’ del Ejecutivo israelí, que consistía en interrumpir la continuidad territorial palestina con el establecimiento de comunidades judías que conectarían Gaza con el resto de territorios israelíes. Uno de esos ‘dedos’ fue el asentamiento de Neve Dekalim, justo en la mitad de la Franja, entre la ciudad de Gaza y Rafah.

Era el centro administrativo y económico de la comunidad judía. Aquí llegó Moshe Lax en 1982 desde el Sinaí, de donde había sido evacuado tras firmar Israel y Egipto un acuerdo de paz por el cual la Península del Sinaí volvía a pertenecer a Egipto. “En esos días ya no nos necesitaban en el Sinaí, pero ahora nos necesitaban en Gaza,” recuerda.

Moshe, que lleva una kipá de color azul y blanco de ganchillo, símbolo de los religiosos sionistas, se emociona cuando enseña su álbum de fotos, al que llama ‘Mi último día’, y que lleva siempre consigo cuando sabe que va a hablar sobre los 23 años que vivió en Gaza.

Este álbum da cuenta del último día de su familia en Neve Dekalim, en el que cada fotografía tiene grabado el día y la hora que fue tomada. “La primera foto es a las 8.57 del 18 de agosto de 2005, cuando los soldados llaman a nuestra puerta”, cuenta Moshe.

“Las compensaciones no eran lo único que necesitábamos. Sí, nos dieron dinero pero no teníamos los permisos necesarios para construir. Fueron muy rápidos en echarnos de Gaza, pero muy lentos en adjudicar nuevos terrenos y en crear nuevas infraestructuras”, denuncia Laurence Baziz que logró construir su nueva casa el año pasado, no muy lejos de donde estaba su caravilla.

Laurence también vive en Nitzan y trabaja en el Centro de Conmemoración Gush Katif, creado para recordar la historia de los colonos judíos en la Franja con vídeos y exposiciones y en el que preside la estancia una fotografía de grandes dimensiones de la playa de Gaza.

Esta israelí de origen francés hizo la aliyah (emigración de judíos a Israel) en 1986, cuando se mudó con su marido a Gaza porque “sentíamos la necesidad de hacer algo por nuestro país, siguiendo los pasos de los judíos pioneros que llegaron a Israel en los primeros años de su fundación. El Gobierno nos animaba a que viviéramos allí porque era importante para la seguridad del país y el futuro del Estado”.

Las imágenes se suceden con varios miembros de la familia intentando convencer a los soldados de que no los evacuen y que desobedezcan las órdenes de sus superiores. “Es la 13.00 y tenemos que abandonar nuestro hogar. Lo hacemos abrazándonos y rasgándonos las camisas en señal de luto”, explica a El Confidencial.

Tras la evacuación de Gaza, la familia de Moshe se trasladó a un hotel en Jerusalén con ropa para sólo diez días; estuvieron allí siete meses hasta que se mudaron a una de las caravillas en Nitzan.

La evacuación de Gaza fue uno de los acontecimientos que más dividió a la sociedad israelí con imágenes de soldados llorando y abrazándose con los colonos a los que tenían que evacuar y gritos de “judíos no expulsan a judíos”. El gesto de Moshe se endurece cuando enseña la última foto del álbum, en la que se ve a Hamás y su bandera ondeando en la sinagoga de Neve Dekalim.

Afirma que “evacuar la Franja fue uno de los peores errores. Si tuviera que mudarme a otro lugar para defender un territorio, haría otra vez las maletas”.

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