¿Cómo bajar 17 kilos comiendo en McDonalds?

¿Se puede adelgazar comiendo exclusivamente en el McDonalds? Parece una gesta imposible de realizar, pero es lo que se propuso John Cisna, un profesor de biología de un instituto norteamericano que quería mostrar a sus alumnos que todas las calorías son iguales –una idea comúnmente aceptada, pero cada vez más discutida–.

Cisna estuvo durante tres meses desayunando, comiendo y cenando en el McDonalds de su pueblo, en Iowa, y logró perder casi 17 kilos. Su idea era clara: “Son las opciones que tomamos las que nos hacen gordos, no el McDonalds”. Y para demostrarla pidió a sus alumnos que diseñaran una dieta de 2.000 calorías al día (la cantidad recomendada para un adulto) con productos de la compañía. Para desayunar, dos mcmuffin de huevo, cereales y leche; para comer, una ensalada; para cenar, un menú normal, a veces acompañado de helado.

Además de comer todos los días en la franquicia –que le invitó a todas las consumiciones, conscientes de la publicidad que iba a suponer el experimento– el profesor, que hasta la fecha había llevado una vida sedentaria, se propuso andar 45 minutos todos los días. No sólo logró adelgazar, además su nivel de colesterol bajó de 249 a 170.

Un polémico experimento

Cisna lleva varias semanas paseándose por los magacines de radio y los platós de los morning show estadounidenses, mostrando su experimento a una audiencia ávida de una bula para seguir comiendo en las cadenas de comida rápida sin sentir ningún tipo de remordimiento. Pero, como han advertido numerosos expertos, no es oro todo lo que reluce.

Según el profesor, tal como aseguró en el programa Today Show, “las matemáticas te dicen que si sólo comes 2.000 calorías al día tu cuerpo tiene que usar aún más para funcionar”. El problema, como advierte L.V. Anderson, el redactor de temas de alimentación de Slate, es que no se puede reducir la nutrición a una ecuación matemática. “La composición de la dieta afecta al metabolismo”, explica, “y el metabolismo se ralentiza cuando se pierde peso”. Esto puede provocar el consabido efecto rebote: se puede perder peso en un corto periodo de tiempo, pero muy poca gente puede mantener esta pérdida a largo plazo.

Pero el problema del experimento de Cisna es que, como la mayoría de la población general, considera que el único objetivo de una dieta es adelgazar, y esto no es cierto. Una dieta tiene que ofrecernos una alimentación saludable en conjunto, y esto es algo que va mucho más allá de mantener un peso correcto. Perder peso no hace siempre que tengamos menos colesterol, una correcta presión arterial o unos niveles saludables de azúcar en sangre.

Tampoco podemos asegurar que los resultados obtenidos por Cisna se deban sólo a la dieta, pues un aspecto importante de su experimento es que pasó de una vida del todo sendentaria a andar todos los días 45 minutos. Anderson tiene claro que, en lo que respecta al colesterol, su mejoría proviene del ejercicio, en ningún caso de la dieta del McDonalds.

Al margen de las calorías en sí, gran parte de la comida que se vende en las cadenas de fast food tiene otros inconvenientes, como su alto contenido en sodio, grasas saturadas y carbohidratos. Tal como advirtió Joy Bauer, nutricionista colaborador de Today Show, “la sal que ha estado tomando a diario es el doble de la recomendada”. En su opinión, si el profesor hubiera seguido una dieta de 2.000 calorías con otro tipo de alimentos más sanos –vegetales, legumbres, pescado…–, los resultados habrían sido mucho mejores.

Tomado de El Confidencial

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