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De las Farc a la delincuencia común


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El proceso de paz en llevará probablemente a la desmovilización de las Farc, pero no impedirá que al menos un 30 % de sus miembros continúen con actividades criminales, afirmó Adam Isacson, experto de la WOLA.

Ese escenario sería “el mayor éxito” concebible en las negociaciones que mantienen el Gobierno colombiano y las Farc, según aseguró el analista, que dirige el programa de seguridad regional de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA).

“Lo más probable es que todas las Farc se desmovilicen. Pero parte de sus miembros, espero que no más que el 30 %, se reintegrarán de nuevo en la criminalidad”, afirmó.

Isacson recordó que se calcula que más del 50 % de los paramilitares desmovilizados entre 2003 y 2006 siguen involucrados en actividades criminales, e incluso esa proporción es “mejor que el promedio de los programas históricos de desarme y reintegración” en el mundo.

“Con las Farc, se espera que si ahora hay 8.000 miembros, alrededor de 2.500 desmovilizados sigan todavía dedicados al narcotráfico, minas de oro, extorsión, etcétera. Y eso, si pasa, sería el mayor éxito que se ha visto hasta ahora”, aseguró.

Esos resquicios de las Farc se mezclarían en las estructuras de narcotráfico regionales, porque “hoy es imposible una red a nivel nacional en Colombia”, según el analista, que cree que su dispersión en unidades más pequeñas hará que el fenómeno sea “mucho más fácil de enfrentar”.

“Creo que será más manejable, por no tener una red nacional con un reclamo político, con la base social que sí tienen las Farc en la zona de frontera agrícola; (sino algo) más metido en el puro narco, con menos disciplina y mucho más susceptible a delatores”, recalcó.

Isacson descartó que haya una crisis en el proceso de paz pese a que el reinicio de las negociaciones se haya aplazado hasta el 18 de abril, y consideró “una señal de progreso” que las Farc negaran este lunes ser narcotraficantes.

“El hecho de que se estén preocupando tanto por su imagen indica que están pensando en su participación política en el postconflicto”, aseveró.

El debate sobre las “zonas de reserva campesina” es “el detalle que parece haber atascado” las negociaciones hasta ahora en La Habana, pero es muy probable que ese punto “pueda ventilarse” cuando ambas partes vuelvan a la mesa dentro de tres semanas, aventuró.

“El problema será si se llega a posponer una vez más, o si tienen otra ronda de diez días de conversaciones y dan la misma declaración de que siguen en el primer tema. Entonces el proceso va a tener graves problemas ante la opinión pública colombiana”, opinó.

El “nudo más difícil de deshacer” aparecerá, según Isacson, cuando los negociadores aborden el punto relativo al fin del conflicto, porque será “imposible llegar a algún acuerdo que satisfaga a toda la sociedad”.

La negativa expresada por las Farc a aceptar penas de prisión provocará “probablemente” la creación de “otra figura de justicia transicional” que permita que la cárcel no sea la única opción, en un proceso que inevitablemente dejará tras de sí “cierta impunidad”.

En cuanto a la política antidrogas, Isacson cree que puede haber “un acuerdo para prohibir o casi eliminar la fumigación con herbicidas de los cocales”, una idea a la que “se opondría muy fuertemente Estados Unidos”.

El país norteamericano se ha mantenido hasta ahora “al margen” de la negociación “porque realmente no le afecta el tema de tierras” que se ha tratado en los primeros contactos, pero Isacson cree que sí tendrá un rol tras el conflicto, cuando él calcula que Washington podría invertir unos 2.000 millones de dólares en programas civiles.

Según el analista, es improbable que las negociaciones puedan cerrarse antes de julio, como ha pedido el presidente del Senado colombiano, Roy Barreras, para evitar que se mezclen con las elecciones legislativas y presidenciales de 2014 en Colombia.

Ve más viable que el proceso se alargue hasta noviembre, y que si entonces no hay acuerdo, se produzca “una gran pausa, porque no se podrá hacer nada en medio de la campaña”.

“Si eso ocurre, y las encuestas dan pocas opciones de reelección de Santos, las Farc van a tener que decidir si quieren que se elija a otro Gobierno de derecha”, dijo.

Para Isacson, ése es precisamente el principal efecto que tienen las críticas de los expresidentes Andrés Pastrana (1998-2002) y Álvaro Uribe (2002-2010): “recuerdan a las Farc que este Gobierno es su única opción para un proceso de paz en este contexto”.

Con EFE

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