Después de Oslo: optimismo realista

Se realizó la presentación en sociedad del proceso de conversaciones entre el Gobierno Nacional y las Farc como estaba previsto, en la capital noruega y con todas las formalidades que la diplomacia noruega les da a estos procesos.

Esto había generado en sectores de la opinión colombiana un optimismo inusitado, incluso una mirada un poco idílica del mismo, olvidando que no se trataba de un encuentro de amigos, sino de representantes de dos partes que han estado enfrentadas en una confrontación armada de medio siglo.

Y como se esperaba, cada delegación presentó su punto de vista de cómo ve el proceso que se va a iniciar en Cuba en dos semanas -no olvidar que la sede de las conversaciones es la isla caribeña y en Oslo sólo se iba a realizar el acto protocolario de instalación del proceso-. Por supuesto, cada jefe de delegación le dio el tono que consideró apropiado a su intervención.

El Gobierno reiteró que las conversaciones se deben restringir a los puntos de la agenda acordados entre las partes y que por lo tanto no habrá ni cese de operaciones militares, ni zonas de despeje, ni discusión del modelo económico, ni de la doctrina militar. Las Farc, por su parte, igualmente reiteraron sus posiciones históricas acerca de los problemas de la tierra, su relación con el territorio, con las explotaciones mineras de las multinacionales extranjeras, la relación con el modelo de desarrollo, su lectura sobre el conflicto armado, los golpes recibidos y dados, entre otras apreciaciones.

Las Farc querían a través de “Iván Márquez” , darle a conocer a la comunidad internacional, pero también a su propia gente, sus posiciones políticas, que según ellos justifican su lucha y esto era esperable, sobre todo luego de casi un decenio sin una oportunidad de este tipo; si eso molestaba a algunos, pues eso los tenía sin cuidado.

Algunos quizá soñaban con situaciones irreales, pensando más con el deseo que con la realidad, se imaginaban una guerrilla dócil, arrepentida de su lucha y por supuesto eso es impensable. Ellos siguen creyendo en sus discursos, más allá de si para la mayoría puedan sonar a fuera de realidad, pero además son una organización con posiciones compartidas por la mayoría de sus miembros; es decir, ese discurso hubiera sido el mismo en boca de “Iván Márquez” o de cualquier otro miembro del Secretariado.

Ahora viene el inicio propiamente de las conversaciones y la búsqueda de construcción de consensos entre los dos equipos negociadores acerca de los puntos de la agenda acordada, sin micrófonos ni exposición mediática, en la reserva necesaria en que deben transcurrir unas conversaciones serias; allí va a ser fundamental la capacidad de los negociadores de ambos lados para acercar posiciones y construir puntos de acuerdo.

Pero reconociendo que no va a ser un ejercicio fácil -los discursos de instalación en Oslo sirvieron para eso, para situar el problema en la realidad de una tarea difícil-, pues el punto de partida son posiciones bien distantes y en muchos aspectos contrapuestas.

Pero hay que mirar con optimismo el que ya estemos iniciando el proceso de conversaciones y recordar que en la etapa de acercamientos previos fueron capaces de ponerse de acuerdo acerca de la agenda; es un buen antecedente para esperar que igualmente tengan la capacidad para llegar a acuerdos de terminación del conflicto armado.

Quizá habrá algunos puntos de controversia, uno, el tiempo de duración de las conversaciones sobre lo cual el acuerdo firmado no es preciso y segundo, la presencia de “Simón Trinidad” , pero sobre ambos hay posibilidad de ponerse de acuerdo.

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