El reto de los realizadores de la película Antes del fuego

Contar los sucesos del Palacio de Justicia exigía una gran dosis de imaginación, planeación y esfuerzo del equipo de Laberinto Producciones, que al adentrarse en la historia se encontró de frente con la realidad de la violencia en Colombia, un país que parece ciego. Los tres profesionales que encabezaron el equipo hablan de la producción que llega en las próximas semanas a las carteleras de cine.

Una oda a la terquedad, la vanidad y la estupidez


La frase es del Productor General Alessandro Angulo, y no puede ser más elocuente para alguien que, como muchos colombianos, entre más conoce sobre los hechos que rodearon la toma y retoma del Palacio de Justicia hace 30 años, menos logra digerirlo.

Cuando se le pregunta qué cree que puede dejar Antes del fuego al espectador asegura que es difícil decirlo porque finalmente las lecturas son varias y “cada quien la lee como le da la gana”. Pero siente que es una película muy actual porque hoy en día estamos viviendo de alguna manera un momento muy parecido.

“La toma del Palacio y la película cuentan un fracaso en un proceso de paz. Ahora no se vive un fracaso pero sí un proceso de paz muy difícil y complicado”.

Desde su visión de Productor, Alessandro asegura que Antes del fuego cuenta sobre un país excluyente “donde todos querían ‘darse en la jeta’ y por eso es una oda a la terquedad, a la vanidad y a la estupidez. Y lo que siento es que hoy en día en Colombia seguimos caminando en el borde del precipicio”.

Se refiere a una paz a la que nadie le presta suficiente atención porque cada uno siente que la guerra es lejana y no con él y lo dice no solo por las opiniones de los políticos sino del común de la gente y que califica como superficiales y sin mucho cuidado. “Y eso fue lo que pasó en esa época y terminó en una masacre que pudo evitarse. Por eso uno relaciona esta película con lo que pasa ahora y piensa: “debemos tener cuidado y pensar las cosas con más calma”.

Pero no es la única lectura del film para él y, haciendo un ejercicio mental dice que se podría suprimir la toma y quedaría la historia de dos periodistas que comienzan a investigar y se encuentran con las dificultades de lo que iba a pasar y las de una sociedad cuyo pensamiento va por otro lado.

Y aparte viven una cosa que en esa época también era más complicada: un hombre mayor, periodista famoso, separado, que se enrolla sentimentalmente con una jovencita que hace sus pasantías con él. “Entonces es una historia de amor complicada, difícil y rara que incluso ellos no entienden sino al final”.

Alessandro finalmente asegura que todos se han ido acostumbrando a un periodismo que juzga, dice, que tiene el poder para llamar en las mañanas personajes influyentes, pero investiga poco, y eso era a lo que en parte quería volver: darle un vistazo al periodismo de investigación, el que busca la verdad, va hilando poco a poco y hace su trabajo, “que no es hacer editorial, sino sacar la verdad adelante. Eso existe acá, claro, pero cada vez menos”.

La Producción: desempolvando la tragedia




Hace varios años la Productora Ejecutiva Diana Camargo hizo una investigación que dio lugar a un documental sobre los desaparecidos de La Toma del Palacio de Justicia. Sin duda ese fue un buen punto de partida para iniciar la investigación para la película Antes del fuego que hoy estrena y que la llevó a acudir a todas las fuentes posibles, como Jorge Cardona, editor general de El Espectador y uno de los periodistas que más se ha adentrado en el tema.

“Él fue fundamental, nos contó todo acerca de su investigación y nos sugirió el camino a seguir”, dice Diana. También confrontaron con documentos de la Procuraduría de la época, el documento final de la Comisión de la Verdad, prensa acumulada por años y toda la bibliografía existente, como libros de Ramón Jimeno, Olga Behar e incluso del general Alfonso Plazas Vega.

Encontraron que el clima político que vivía Colombia desde el ascenso a la presidencia de Belisario Betancur hasta el momento de la toma mostraba un país convulsionado, de instituciones muy débiles, donde el narcotráfico actuaba a su antojo y controlaba muchas instituciones. También una debilidad estatal y un proceso de paz fracasado con las Farc, el ELN y el M-19. ¿Similitudes con la actualidad?… “Muchas”, opina Diana.

Todo esto les hizo preguntarse cuál era la forma más responsable de contar la historia y concluyeron que la película debía girar alrededor del ‘antes’ de la toma para poner sobre la mesa ese ambiente que resultó la mezcla perfecta para el desastre.

“Cuando uno se adentra en el tema advierte que con todo lo que estaba pasando y las fuerzas que se juntaron, la toma y la retoma no podrían haber sido de otra manera, ni con menos víctimas, menos caos ni desinformación. Realmente estaba todo dado para que se diera así de salvaje, de absurda e irracional… Todo mal”, expresa la productora.

Con ese paso se hizo una primera versión del guión e invitaron a Laura Mora a ser la directora, y con ella llegaron nuevos aportes que dieron lugar a un trabajo creativo a cuatro manos, donde cada uno tenía su posición sobre lo sucedido.

Mora era para ellos la directora capaz de poner en escena toda la fuerza que tenía la historia en el papel, una mujer muy política, conocedora de la realidad del país y con una sensibilidad especial para el tema que podía hacer personajes creíbles y sabía qué obtener de los actores para volver los personajes de carne y hueso.

Lo que nadie quiso ver


Antes del fuego expone todas las teorías sobre lo que pasó para que el público pueda verlas en conjunto, hacer su propio análisis y tratar de entender. Su complejidad supuso revisar nombre por nombre, personaje por personaje, hablar de guerrilleros, políticos, ex presidentes, del Ejército, de periodistas y medios, lo cual exigió un manejo delicado, minucioso y responsable que implicó incluso investigar sobre los alcances jurídicos del tema.

Resultó sorprendente la gran cantidad de bibliografía existente sobre la toma del palacio y comprobar que todo está escrito y expuesto con mucha claridad. “Todas las pruebas y la información, lo que pasó, lo que se acotó, lo que se dijo, lo que se dejó de decir. Al mes ya había informes de la Procuraduría y los familiares iniciaron un periplo por entidades, abogados, jueces y magistrados que arrojó cosas que habían sucedido desde antes. Todo se sabía, pero nada salió a la luz con contundencia”, cuenta la productora.

El film se convirtió en un homenaje a las víctimas, especialmente a los desaparecidos que para Diana fueron los ‘parias’ de la historia por 20 años, hasta que se abrió el proceso por desaparición.

Un trabajo en constante metamorfosis


Los acontecimientos que llevaron a la toma, retoma y destrucción del Palacio de Justicia y las víctimas que dejó, son muy difíciles de revivir en un guión de cine porque parecen superar la ficción. El guionista Mauricio Cuervo lo hizo.

Para él fue traer a la memoria un hecho que sucedió cuando aún estaba en el colegio. “Fue un hecho que marcó la vida, tan simple como eso. Cada colombiano vivo por entonces, recordará dónde estaba y qué hacía cuando supo de la toma. Aún me acuerdo de los sentimientos colectivos de incredulidad, indignación, rabia, negación e impotencia”.

“La película se concibe como un thriller alrededor de una investigación periodística, se trató entonces de ser consistentes con el género y de aprovechar la investigación que hacen los personajes para contar lo que se quería contar de la realidad nacional que rodeó la toma. Partimos de un tema sin una historia dada, lo que permitió explorar la manera de contar lo que queríamos y armar un argumento como un marco para ello, lo que resultó ser un ejercicio muy interesante, aunque difícil”.

Fueron varias las dificultades de llevar un tema tan complejo a un guión para cine. “Treinta años después aún hay versiones contradictorias sobre la toma del Palacio, surgen nuevas revelaciones, el tema toca sensibilidades hasta el punto que, a pesar de existir un informe muy coherente y documentado de una Comisión de la Verdad integrada para dar luz sobre el tema, las partes involucradas no aceptan sus conclusiones ni asumen responsabilidades, entonces no hay una verdad aceptada, con lo que el guion resultaba siempre sesgado para alguien”.

Otra de las dificultades es conseguir dar una idea de lo que era el país en 1985, había una violencia extraordinaria desde muchos frentes, todos los días la prensa desbordaba de noticias trágicas lo que significaba tener muchísima información disponible que había que sacrificar en el guion.

“A pesar de todo no hubo auto censura en el trabajo creativo, de hecho, el postulado era que la trama nos daba la posibilidad de plasmar las hipótesis existentes sobre el tema. El proceso de creación del guion fue guiado por las inquietudes y sugerencias de un grupo de productores, especialmente de Alessandro Angulo y Diana Camargo, de quienes hay muchísimos aportes en la historia final”.

El argumento pasó varios filtros de producción, y al guion, además de las sugerencias de los productores, se añadieron las inquietudes de la directora. Todo este proceso tomó alrededor de seis meses. “Desde la producción siempre se mantuvo una prioridad: Antes del fuego no debía tener un sesgo ideológico que alertara al espectador, sino ser equilibrada y producto de una investigación sólida y documentada que expusiera las diferentes teorías sobre la toma y permitiera al espectador formar su propia opinión”.

Sobre la historia de amor entre los personajes de ficción de Arturo Mendoza y Milena Bedoya el guionista asegura que siempre estuvo allí. “La toma del Palacio fue una tragedia que destrozó muchas vidas, que detrás de los números de muertos o desaparecidos hay un montón de sueños rotos, de amores desgraciados, de familias destruidas”.

Mauricio se define más como un apasionado de la historia reciente de Colombia, más que de la política, lo que facilitó un poco su trabajo. “Creo que las fuerzas que se conjugaron alrededor de esta tragedia nacional desbordaban por mucho el marco político y encarnaban las profundas contradicciones de lo que somos como país”.

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