En el nombre de la Constituyente

Con el avance de las negociaciones en La Habana aparecen sobre la mesa cartas de más alto valor. Esta ronda comenzó con el contrapunteo de Constituyente sí, Constituyente no. Se llame o no así el escenario para cerrar el conflicto, lo que evidencia este debate, es que los temas que debe afrontar el país no son de bajo calibre, que el proceso de paz va en serio, y por ultimo que con esto no se juega, ni por uribista, ni por santista, ni por progresista, o por comunista que se sea.

Todos los protagonistas de la política miran los riesgos en el proceso de paz desde la subjetividad del temor que les genera imaginar su lugar en un escenario que no tiene asegurado el punto de llegada. Pero es que la paz está en proceso, y es verdad que no tiene su futuro definido. Sorprende entonces, que se tomen como verdades únicas las posturas de las partes y que a partir de ahí se alimenten imaginarios para llegar a la conclusión simplista de la sin salida a la guerra. ¿Es la constituyente un inamovible? No; repito la paz está en proceso.

El gobierno, de forma equivocada en mi opinión, niega en público la posibilidad de la Constituyente, y de manera tajante queriendo ganar el pulso en las portadas de las revistas, le sube el precio a una propuesta que pudo ser interpretada de muchas maneras, pero que ahora es de una sola. “No vamos a negociar por los micrófonos” repetía De la Calle ¿será que se le olvidó?. Pero es obvio que no es un olvido, sino una salida calculada y pensada estratégicamente para enviar el mensaje. La portada de Semana significa que el gobierno consideró este punto trascendental, y para atajar el uribismo que es el motor de casi todas las decisiones del presidente Santos, alimentó el debate. Decir que la Constituyente “no va”, lejos de acabar la idea de las Farc, le da vigencia a la discusión. Lo cual tampoco está mal. ¿Ah!!! Será que es por ahí la cosa?. Ojala, pero no lo creo.

Por su parte, las Farc aprovechan la oportunidad para responder al mensaje en varios formatos y escenarios. Hacen una contrapropuesta para argumentar porque insisten en esa idea y lamentan lo que califican como el “miedo” del establecimiento. Y hay algo de verdad en esto. Entre las opiniones de fondo, sobre la conveniencia o inconveniencia de la Constituyente, ganan protagonismo algunos que interrogantes que tienen que ver con el cálculo de cómo quedarían representadas las fuerzas políticas de cada uno de los actores políticos. “Se le abre espacio a Uribe, qué peligro” dicen los antiuribistas”; “Queremos constituyente porque seremos mayoría” aseguran los afectos al ex presidente que también la promueve; “Se la ganan los partidos de la Unidad Nacional” dicen los del Polo. Y los de la Unidad Nacional no opinan, porque ya lo dijo el gobierno y ellos hacen caso.

Las Farc hablan de Constituyente popular, pero desde hace años lo hacía Jacobo Arenas, es decir que en el horizonte de sus perspectivas para un proceso de paz, no es una carta recién aparecida. ¿Cuál es la sorpresa?. Por qué no pensar más bien, cual es la carta de reemplazo para esta idea. El lenguaje de las Farc en la coyuntura de este proceso, no es perentorio, por el contrario parece bastante incluyente y convocante. ¿Si quieren construir una salida, porque no pensar cuál puede ser?

Normal en una negociación que se ventilen ideas de una y otra parte. Ideal que el proceso suscite reflexiones sobre el modelo de paz que se quiere construir. Positivo de cualquier manera que una sociedad urbana, que no se despeluca ni con la paz, ni con la guerra, le abra las puertas a una discusión de una forma tranquila, sin apasionamientos, ni llamados al fin intempestivo de los diálogos. Lo que hoy se llama Constituyente mañana podría llamarse diferente, no tiene que ser la figura constitucional necesariamente, el tema de fondo es sí las reformas que necesita el país, se las atribuimos al proceso de la Habana o no, o si de la Habana solo se quieren los fusiles.

*Columna publicada en el País de Cali

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