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¡Enrique Peñalosa for President!


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Dejémonos de pendejadas, nosotros los exponentes de la ultra híper extrema derecha, buscando como aguja en pajar a candidatos para enfrentar al truhán del Juan Manuel y desgantándonos en esa hurgadera. Como diría el estupendo presbiterio Alberto Linero: ¡Enrique Peñalosa es el man!.

El tránsito sin trancones de Enrique hacia el Centro Democrático y el uribismo cerrero, es la eucaristía misma de un deseo nacional mezclada con una necesidad personal. Sin poner en duda los quilates intelectuales y morales de Carlos Holmes, Oscar Iván Zuluaga y el propio San Francisco Santos, Enrique ya tiene recorrido el camino de victorias y derrotas, no está Verde sino maduro (guácala, me acordé del veneco) para reconquistar el poder que nos permita de una vez por todas y sin camino de regreso, refundar la Patria. Bienvenido mijito, ahora que has dicho que si quieres ser Presidente.

Aunque debo decir que a mí, como a la mayoría de nosotros, ni lo de Centro ni lo de Democrático me gusta. Pero claro, entiendo, que la política se basa en la dulce faena del engaño, y por eso nos toca encaletarnos en eufemismos para no atortolar a la gente incauta que vota por nosotros. Deberíamos llamarnos Pura Derecha Autoritaria, pero por lo pronto mejor medramos desde los fofos miasmas del “centro”. Una vez de nuevo en el poder ¡ya verán!

Desde el punto de vista ideológico Enrique encarna todas nuestras doctrinas, revitaliza nuestras liturgias. Tiene el necesario encanto, además, de no parecer godo, de venir de otros avatares ideológicos innombrables, en lo cual se parece a nuestro líder espiritual, a nuestro faro moral, al Señor del Ubérrimo. Peñalosa es el único que puede suceder finalmente al Gran Colombiano.

¿Le han visto las extremidades inferiores? Enormes y musculosas, garantía de mano dura. ¿Qué le faltan unas falanges? ¡No importa! En esa materia, basta con nosotros, que somos La Falange de estos lados, ¿Y las inferiores? Tan grandes que en él meter la pata, no es embarrarla sino abarcar con su dimensión histórica y sus pasos de siete leguas todas las losas de la troncal de Transmilenio, así estas estén desbaratadas, no porque Enrique las haya construido con un concreto chimbo, sino porque Petro ha enviado a una horda de ñeros a hacerles huecos.

Peñalosa en materia de programas conservadores e ideas rancias, va más allá de un Plinio, de un Ordóñez, de un Obdulio y hasta de un Fernando Londoño. Papacito: gire en verde a la extrema derecha. Sálgase de una vez de ese pseudo partido y entre de lleno en nuestras almas que por ti suspiran. Y si se trata de ambientalismo, acá somos mucho más de ambiente de lo que se cree. Queremos que Enrique herede, asuma y lidera el extremismo iluminado y consustancial a nuestras tesis, los tres huevitos con sus yemas radiantes y solares, sus claras intenciones y la dura cáscara de nuestros sueños. Para salir del calentao en que Santos convirtió la sagrada herencia del Supremo.

¿Quién duda de la estatura de Enrique? Desde las cumbres donde tiene instalada su genial cabeza, irradia como faro de la gomelería, con clase social bien definidita, e intenciones hegemónicas en todo sentido (como debe ser).

A su impecable hoja de vida que se inicia como campanero en el Colegio Refous, la primera de sus necesarias lagartadas, agregamos hoy el récord mundial en conferencias (17.434) en las cuales y en los mejores foros académicos y técnicos, ha hablado de todo. Todo lo sabe, y si no lo sabe, lo intuye.

Enrique en sí mismo es una premonición, un instinto. El es la intuición por antonomasia. A lo cual hay que agregarle, que como técnico en todas las materias, al lado suyo Pékerman es un tegua.

Enrique es un científico, tanto que logró en su Alcaldía de Bogotá convertir los bolardos en lo más “concreto” de su pensamiento.

Y para quienes quieren meterle miedo al país diciendo que se trata de una persona que no reconoce a las minorías, que no le gusta lo vernáculo y que es extranjerizante, basta ver lo que hizo en las avenidas bogotanas. Mandó a talar todos los árboles que no fueran criollos, originarios de este muladar, con la estupenda teoría de darle vida y futuro solo a las especies nativas, como por ejemplo la espléndida bromelia conocida vulgarmente como El árbol del Cliente, cuyo nombre científico hoy afortunadamente reencauchado es “valencias cossios”.

Fue así como a punta de moto sierra (música en mis oídos) cortó centenares, miles de árboles de origen europeo o asiático y hasta africano. No más urapanes, ni eucaliptus centenarios, ni abetos, ni robles. ¡Solo Cossios!
¡Ah la tala! Así se construyó este país, a punta de tierra arrasada en esta larga y deliciosa Blietzkrieg que ha sido nuestra historia política, nuestra dulce hegemonía.

Y lo mejor de todo: Enrique no solo parece gringo, sino que lo es, teniendo – como tiene- su corazón del lado del dólar, del intervencionismo, de las mieles de la explotación del subsuelo mundial, del neoliberalismo y es consciente de la necesidad de convertir a Colombia en una sola maquila tercerizada, con trabajadores a buen precio para suplir la necesidad mundial de yines y polleras.

Enrique tiene el vuelo del águila imperial, la sagacidad de un Bush hijo, la estatura de un Reagan y su voz se parece a la de Frank Sinatra.

Cuando las encuestas dejaban un tanto atrás a San Francisco Santos con respecto a su malhadado primo traidor, y nuestros Oscar Ivanes parecían a la vera del camino, aparece Enrique Peñalosa en irresistible ascenso para derrotar al sátrapa, al Gengis Kan de Anapoima. Ahí estamos cerca y coronaremos con Nuestro Amo Álvaro en campaña para el Senado jalándole los bigotes al batracio Serpa.

Con Enrique Presidente 2014-2022, durante ocho años tendremos la garantía de la amnesia. Por eso en sus más recientes declaraciones para Radio Santodomingo, nos dejó esta profunda frase: “sólo dos o tres días después en la ducha me acuerdo de lo que realmente debía decir”. Así es la vaina chatico: eso de la memoria es solo para oenegistas y mamertos que no quieren superar el trauma y olvidar a toda la gente que tuvimos que darles de baja.

La coyuntura no puede ser mejor para el enjambre inmerso en la Refundación de la Patria. Mis hermanos godos se están fugando de la Unidad Nacional del Roy el Juan Manuel e ingresarán en nuestras legiones marianas y laureanas.

La desviación programática es evidente. El rumbo está torcido. Esto está en manos de maricas. Pero con Enrique recuperaremos no solo el timón de cola, sino los cambios y los frenos de la bicicleta, vehículo fundamental de su maquinaria. Y una vez en la Casa de Nariño, siempre estará Álvaro Uribe como recurso supremo, al frente del manubrio.

Porque Quique no nos traicionará. El no es de esos. Su fidelidad a la gente-gente es y será eterna.

¡Rígido como un bolardo, enorme como su propio destino, talador insigne, solo él nos sacará del fangal farco-liberal!

PD: ¡Todos con Sabas, futuro Vice de Enrique!

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