Esmeralderos le apuestan a la agrominería

En Peña Blanca, zona de explotación minera del oriente de Boyacá, Víctor Quintero, uno de los esmeralderos más reconocidos del país entregó varios títulos de tierras a mineros de la región. Las tierras entregadas suman 45 hectáreas en las que estos han adelantado su actividad minera. La apuesta es por un modelo agrominero que garantice el desarrollo de la región.

Pasó el día esperado por muchos en la zona esmeraldera de Boyacá, ese 19 de octubre quedó en la mente de muchos porque el patriarca de la esmeralda, don Víctor Quintero, honró su palabra y les entrego a los mineros de la región 45 hectáreas de tierra en Peña Blanca, zona de explotación de la verde gema, pero futuro agropecuario del país.

Por fortuna brilla la esmeralda y la ilusión de quienes la extraen porque en un evento de inclusión social, lamentablemente brillaron por su ausencia la gobernación de Boyacá, el ministerio de Minas y Energía así como los alcaldes del eje esmeraldífero que no alcanzaron a dimensionar la importancia de la cesión de predios y su impacto económico, político y social en unas comunidades pobres que se han ganado la vida a pulso, con esfuerzo y haciendo todo tipo de merecimientos para ser tocados por la generosidad.

En esa tierra cálida, de gente recia, pero buena, hubo regocijo y celebración porque con la entrega de tierras por parte del sector privado, ahora tienen asegurada la alimentación y otro tipo de ingreso pues no en vano se piensa en más cacao, en café, en yuca, en frutas, ganadería y todo lo que tiene que ver con el sector primario.

Para los hijos de esa tierra verde, prospera y muy fértil, su zona de occidente es motivo de orgullo porque se da de todo, el suelo es noble y le da buen recibo a las semillas que se ponen en la tierra con ilusión y empeño. Esas montañas son fábricas de agua mineral que baña pequeños valles y le pone una cuota importantísima de recurso hídrico a Colombia.

La fiesta pasó y los documentos lo dicen todo, hay un proceso legítimo que les otorga derechos a los mineros que quieren salir, muchos de la condición de miseria porque han pasado años, décadas y una vida sin que ellos, en su mayoría hayan encontrado una esmeralda de gran valía. Aseguran que eso es un baloto, una suerte que llega y que por lo general no dura ni se hace perenne por la carencia de una cultura económica, de inversión o de ahorro.

El presidente de la Asociación de Mineros de Peña Blanca, Henry Candela, le dijo a Confidencial Colombia que es bueno decirle al país y al mundo que en las minas más antiguas de esmeralda con socavón como las de este sector de Boyacá, están pasando cosas buenas que pueden ser el gran paradigma para otros modelos de minería del planeta. Según Candela, ahora le corresponde al gobierno actuar con altura y dar ejemplo de buen papá porque lo más difícil ya se logró. “Necesitamos herramientas de trabajo porque vamos a fusionar la minería con las actividades agropecuarias puesto que la explotación de esmeraldas hace parte de un recurso no renovable que tendrá que desaparecer y por eso tenemos que estar preparados, no pueden encontrarnos con las manos atadas”.

El dirigente esmeraldero agradeció el gesto de Víctor Quintero y precisó que esa es una muestra grande de que en Colombia se puede servir y compartir lo cual vale la pena porque para este caso se les entregó futuro a más de 400 familias, no solo de San Pablo de Borbur sino de Otanche, del Oriente y de Gachalá. “Ojalá los buenos y los terratenientes copien este buen sistema de don Víctor Quintero lo cual ratifica que la inclusión social es posible en la minería y en todo, pero para eso es necesaria la buena voluntad del estado”.

Instó al ministerio de Minas y Energía a incluir a los mineros tradicionales en los planes gubernamentales, pero sin que ello implique sacarlos de sus predios o de su ancestral oficio, en su opinión tanto titulares como minería artesanal deben estar en la agenda del ejecutivo porque solo así se contribuye al crecimiento económico sobre la base de la equidad.

Para Candela es preocupante que a la fecha se estén entregando títulos o tierras a diestra y siniestra porque hay un registro de 1.083 hectáreas de suelo concesionado para la explotación minera, asunto delicado porque pone en riesgo el ingreso familiar que solo se salva con verdaderas reglas de juego en donde en dicha explotación tenga cabida el minero de la región que lleva muchos años devengando su sustento de la minas.

Aclaró que hay que ponerle freno a la ambición que quiere despojar familias de uno o varios derechos constitucionales ganados o adquiridos porque muchos titulares no quieren saber de los mineros propietarios y dueños del suelo. “Por esa condición o por servidumbre minera tenemos que figurar en el título minero, nosotros no queremos subcontratos porque esto lo venden y todo porque el mismo estado obliga a los concesionarios a mentir”.

La asociación minera manifestó su preocupación porque las tierras donadas están en la mira de muchas personas que tienen intereses económicos, dejando de lado el asunto social y de pertenencia legítima. Estos mineros superaron épocas aciagas en las que debieron luchar contra todo tipo de grupos ilegales que quisieron arrebatarles sus derechos y su tranquilidad. Esos tiempos oscuros dejaron muerte y desolación, pero el minero raizal ha podido sobreponerse a eso y ha trazado en consecuencia una nueva hoja de ruta en donde los procesos de paz en la región funcionan por el componente de inclusión y reconocimiento.

“Nosotros no molestamos a nadie, no le jodemos la vida a nadie y ahora quieren venir multinacionales a quitarnos tierra y derechos, es por eso que pedimos una corrección al Código de Minas y allí el gobierno no puede ser inferior ni puede seguir criminalizando una actividad lícita y ancestral. Lo que pase aquí es culpa del estado”, declaró el señor Candela.

Consideró de suma importancia aclarar que la inversión es bienvenida mientras llegue con respeto porque los mineros necesitan socios, lo que no admite el minero de peña Blanca es la llegada de patrones o de injusticia porque esas tierras fueron inclusive adecuadas por los mineros que llevaron hasta la electricidad. “Sería terrible que después de rompernos el lomo para darle entorno minero a esta zona, vengan a ponerle una malla para que nosotros miremos impávidos desde el otro lado de esta como explotan nuestra terruño y lo que nos pertenece”.

Los mineros ven con preocupación la falta de coherencia dentro del gobierno que toma medidas sin que las zonas de explotación sean visitadas o analizadas. Pidieron una reunión urgente con el Procurador, con el ministro de Minas y con el titular para definir situaciones al amparo del derecho y la Constitución. “En el occidente no tenemos plata y menos para sobornar o patrocinar la corrupción, aquí cuando invitamos a alguien es a punta de colectas”.

Henry Candela tiene 46 años de los cuales lleva 26 dedicados a la minería de la esmeralda. Nacido en Pauna (Boyacá) debió huir de su casa, evadir la violencia de la década de los ochenta, allí perdió a su padre, a sus hermanos y a entrañables amigos. En este sector de Boyacá, en Peña Blanca, bautizado el “último refugio de los pobres” se consolidó una pequeña empresa que se quiere y se defiende porque ha sido grata con la familia amen de las vicisitudes.

Este laborioso hombre es casado, tiene dos hijos y está muy comprometido con la minería la cual disfruta hasta más no poder porque dice que entrar a una mina es una aventura que resta temor y agranda la ilusión. “El primer día que encontré una guaquita tomé harta cerveza, para qué lo voy a negar y conseguí noviecitas por ahí. Es difícil porque en esto no hay cálculo de reservas, ni hay cálculo de pureza o calidad. Usted puede entrar al socavón y enguacarse en diez minutos, como pueden pasar meses y años y no encontrar nada y aquí ha pasado eso porque hay personas que a duras penas se sostienen”.

Candela insiste en que lo mejor que puede hacer la región es apostarle a la agro-minería y al mismo turismo porque los paisajes se venden sin problemas en Colombia y en el mundo. Dice con entusiasmo que lo ideal es que cuando el túnel no de esmeralda el campo ayuda de manera vital, ahora cuando el túnel arroje esmeraldas más se invierte en el campo y en el desarrollo real de la región con los proyectos agropecuarios.


Las voces de la esmeralda

El día gris pasaba por una lluvia leve y desesperante en Peña Blanca, abajo en una cancha de basquetbol se acomodaba el escenario para recibir al “patriarca” y para darle curso al acto de entrega de tierras. En ese instante muchos trabajaban, unos acomodaban sillas, otros ajustaban la carpa, otros cortaban leña y otro grupo ventilaba con fuerza la carne que estaba espetada en puntas grandes de madera y que sería ofrecida a los invitados. Desde arriba, se observaba el trabajo, a algunos les dio tedio bajar muy pronto porque la ruta era empinada y resbalosa por la lluvia que mojó greda y barro, haciendo complicado subir o bajar del sitio pactado para la firma.

Campo Elías López, un minero delgado, de piel tostada y con años encima asegura que él descubrió la mina de Peña Blanca hace 52 años cuando caminaba con Bernabé López por esas blancas montañas del occidente de Boyacá.

“Yo no hice plata, descubrí la mina para que otros se enriquecieran, no tengo nada de capital, tan solo Dios, salud y a mi esposa, no hice ni un peso. Miré muchos millones, vi muchas piedras, pero a mi bolsillo nada llegó”, comentó.

La mina fue descubierta en una mañana de cacería cuando él y Bernabé, su primo, encontraron un picacho de piedra de color azul y se dieron cuenta que era esmeralda, lamentablemente no sabían mucho de ella y no se les ocurrió inspeccionar más o tomar alguna piedra verde. “Mi suerte no fue hacer dinero, para completar me enfermé y la verdad no tengo nada, pero vivo tranquilo”.

Este hombre de 74 años, locuaz por demás, tuvo diez hijos de los cuales tres fallecieron. “A mí me tocaron las guerras esmeralderas, pero no me metí en ninguna porque le tengo temor a Dios, tristemente vi muchas personas muertas que perdieron la vida por llevar esmeraldas, las mataban para robarlas”.

Don Aureliano Ruíz tiene 54 años y a los nueve años de edad llegó a Peña Blanca con su padre que eligió la zona en busca de fortuna porque habían sido desplazados por la violencia en el Tolima. “En ese tiempo mi papá llegó a la región y los amigos lo trajeron para Peña Blanca, no nos fue mal porque está la finquita y la casa en Bogotá”.

Confesó que su máxima guaca fue de ocho millones de pesos porque encontrar esmeraldas es tarea difícil y de mucha suerte. “En esto de la minería gente rica en cantidad no hay, a uno hasta le da pena decir que es minero porque a esta edad y con el bolsillo pelado, la verdad que es complicado”.

“Con las guerras verdes tuvimos pánico, pero nos quedamos en la finca sin tomar partido y eso nos ayudó”, concluyó.

Uno de los hombres más conocedores del eje esmeraldífero es Hainover Rueda quien asegura que el occidente de Boyacá es un lugar no solamente rico en esmeralda y en alimentos sino en valores humanos.

Desde los ocho años, siendo muy niño entró por obvias razones al mundo de la esmeralda. “Yo tomaba tetero y luego me lavaban el biberón con murrayitas”.

Este oficio le ha dejado a Hanover experiencias grandes en lo personas, en lo económico, en lo social y en lo político. Las experiencias fueron varias y el riesgo alto, pero les dejó dinero. “Nosotros no estábamos preparados para manejar dinero, el dinero nos manejó”.

Manifestó que afortunadamente hoy muchos están vivos y tienen sus empresas legalmente constituidas ante el estado, afirmó que se acordaron tarde, pero insistió que nunca es tarde para empezar.

Su vida, muchas veces estuvo en peligro, el temor era grande y el asunto por violencia era más que delicado. Hoy en la región hay gente pacífica amable y cordial. “Lo que pasa es que aquí a la región ha venido toda clase de malandros a rebuscarse de velocidad, de rapidez, han querido pasar por encima de las personas de la región y cuando nos ponemos de mal genio no les gusta y por eso tenemos mala fama. Aquí vinieron narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares y bandas delincuenciales y contra todos nos tocó luchar, no ha sido fácil”.

Dijo que esta zona no tuvo líderes y aseguró que se movió más fuerza de poder que representatividad sectorial en un renglón económico que necesitaba empuje.

Dijo que la donación, más que una figura generosa, es un derecho de los mineros. Indicó que de todas maneras es un buen gesto y una manera sensata de mostrar amabilidad con los mineros de Peña Blanca.


Encontrar esmeraldas es como ganarse un mundial

Para Hanover, la sensación de encontrar una buena esmeralda es incontable o indescriptible porque se trata de una emoción enorme, según él, es como ir al mundial y ganarse la copa del mundo.

“Cuando uno está en una mina buscando piedras, se le va el hambre, la sed y el tiempo, es como estar dopado. Es una alegría muy grande, para contarlo hay que vivirlo y para sentirlo hay que experimentarlo, es una dicha tan grande que no es fácil describirla”, anotó.

Este conocedor esmeraldero ha tenido momentos de fortuna, en cierta ocasión extrajo 16 esmeraldas que pesaron 1.100 quilates. “Como poco sabíamos de la piedra, las regalamos como en 130 millones de pesos y eso valía media esmeralda. Lo cierto es que el 95 por ciento de las esmeraldas que salieron de esta zona las regalamos y ahora que sabemos cuánto valen casi no las encontramos, pero hay que tener paciencia”.

El asunto, dijo, es encontrar piedra, venderla bien y darle sostenibilidad al negocio con buenas empresas. Insistió mucho en invertir el dinero de la mejor manera sin descuidar la parte social. Don Hanover hoy no solamente disfruta de las mieles que prueba con las esmeraldas sino de la dicha que le dio recientemente su hijo al ser reconocido como el mejor estudiante del SENA.


Tierra bendita

Don Erlington Zamora es miembro de la asociación, Barequeros de Colombia y le dio muy buen recibo a la entrega de tierras que hizo don Víctor Quintero a los mineros de Peña Blanca. Aseguró que es un buen precedente e invitó as los mineros a seguir adelante sin dejarse contagiar por las envidias, las críticas y las frases indignantes.

Este buen hombre compartió la iniciativa de los mineros de Peña Blanca en el sentido de arrancar con proyectos productivos de agricultura y ganadería a gran escala porque solo diversificando hay futuro y tranquilidad. “Imagínese nuestra dicha y la calidad de los predios, por debajo esmeraldas y por encima alimentos, esta tierra esta bendita”.

Aseveró que falta unión y asociatividad para afianzar el éxito de todos los mineros para no pasar necesidades ni sufrir.


El perrenque de la mujer esmeraldera

Como en toda actividad, el papel de la mujer de la zona esmeraldera es determinante en el éxito de la explotación, del crecimiento económico y social y en el manejo y estabilidad del hogar.

Nancy Páez es una mujer casada con dos hijos que apoya con determinación el trabajo de su esposo minero. “Nosotras las esposas de los mineros nos metemos en el cuento, es decir que vamos a ayudar en boca de mina y les colaboramos a nuestros maridos en este difícil trabajo”.

Esta es una tradición de muchos años y por eso las mujeres de Peña Blanca vienen trabajando con empeño y con mucho amor, sin descuidar el hogar y formando hijos e hijas de bien. “Somos muchas mujeres que estamos en la asociación y por eso le pedimos al gobierno que nos mire y nos considere porque no hablamos de cuatro o cinco familias, aquí hay muchas que dependen de la minería”.

Agradeció la generosidad del sector privado que les entregó más de 40 hectáreas y dijo que este gesto es una motivación para seguir adelante.

“Esto es duro, es una lucha, pero aquí en San Pablo de Borbur lo fuerte es la minería de esmeralda en donde se trabaja con las uñas y en donde se trabaja en familia tratando de proyectar un buen futuro. En el momento no hay riqueza, pero hay tranquilidad”, apuntó.

Consideró que la gran apuesta es la diversificación y por ello vislumbra una tierra sembrada, con ganado y vendiendo alimentos de calidad.


Para copiar

El presidente de la Confederación de Esmeralderos de Colombia (Confedesmeraldas), Wilson Quintero, dijo que el gesto de ceder riqueza y tierras es un ejemplo que debe replicarse en todos los sectores porque solo así es viable pensar en paz y en un país que crece en lo económico y en lo social.

Desde su punto de vista es de suma importancia trabajar, no solo en esmeralda sino en producción agropecuaria toda vez que se trata de seguridad alimentaria. Agregó que la zona es rica en fluorita y otros materiales de minería que están por procesarse.

Al igual que muchos expresó preocupación por la titulación de predios que prácticamente desplazan al minero tradicional e instó al gobierno y a las autoridades mineras a revisar la política. “Es importante que cedan y contribuyan con la paz y el progreso de la región”.

Adujo que entregar tierras a mineros trabajadores es una satisfacción muy grande, mucho más que encontrar la mejor “Gota de Aceite” porque se trata de muchas personas y del futuro del país representado en niños, niñas y jóvenes. “Aquí hay corazones buenos, hay ángeles que nos ayudan para sacar adelante una región y una Colombia mejor, en paz y prospectiva que es lo que anhelo como persona y como presidente de la Confederación”.

Sobre su gestión anotó que es muy reciente, pero aclaró que las críticas han servido para fortalecer el nuevo gremio que busca salir adelante en pro de la minería esmeraldera de Boyacá y del país.


El otoño del patriarca

La estación de las cosechas es otoño y en este momento don Víctor Quintero recoge lo mejor de ellas porque de su generosidad partió una semilla de paz que ya empieza a mostrar sus dulces frutos.

Este otoño de don Víctor Quintero se traduce en una paz intrínseca que se hizo visible desde su llegada al sitio de la reunión y en donde entregó formalmente las tierras a sus amigos de la minería, a esos que se emocionaron al verlo, vetusto, pero firme y brillante. Su barba blanca, larga y espesa muestra el paso de los años, pero también un cúmulo de sentimientos que hicieron convergencia en la famosa reunión de Peña Blanca.

Fue saludado por decenas de allegados y conocidos, fue aplaudido y hubo un reconocimiento al ser humano que se sentó en la mesa principal a sonreír y a tomar de las puntas, de manera cavilosa, el mantel blanco o los decoros de la mesa mientras se leía el acta de entrega. “Esto lo hago con gusto y con cariño porque yo conozco las necesidades de la humanidad y por eso hay que colaborar con aprecio y respeto”.

Este “patriarca” de la esmeralda lleva más de setenta años en el oficio, también inició muy joven en donde ha experimentado dichas y llantos.

Su pasión por los caballos las conserva porque no en vano fue uno de los mejores caballistas, viajó con sus mejores corceles y ganó premios por las razas y la calidad de sus consentidos animales. “Esa pasión muere con uno también aunque ya no puedo montar porque sufrí un accidente en la columna y entonces he bajado mucho el entusiasmo, pero no el amor por los caballos.

Quintero confió en los oficios de paz del gobierno al que le pidió que siga buscando ese beneficio para el país, aclarando que para que ese tema prospere, es necesaria y perentoria la colaboración de todos los colombianos.

“La paz es lo principal en un país como el nuestro, pero hay que buscarla sin bajar la guardia en seguridad porque a muchos les gustó lo que en ese frente logró el presidente Uribe”, concluyó.

Al finalizar la jornada, muchos, entre ellos las directivas de Confedesmeraldas, y los organizadores del evento en Peña Blanca manifestaron su beneplácito y su satisfacción por el deber cumplido. Habían logrado algo histórico y digno de mostrárselo al mundo porque se trata de un gesto que une y fomenta tejido social.

Ya en medio del agotamiento, varios pasaban con su sombrero en la mano, batiéndolo para abanicar la cálida tarde que empezaba a despejarse y a dejar ver los montes y las peñas que se tiñen de blanco con la fría neblina de las mañanas, pero que se prolonga en días grises. Antes de emprender el regreso nos saludó desde lo alto la Santísima Virgen del Rosario de Chiquinquirá, puesta magna desde lo alto del cerro el Chuscal, uno de los más emblemáticos del sector, el que todos reverencian con respeto a tiempo que invocan a su patrón, San Judas bendito.

El retorno fue grato, el sol acompañó a quienes a Peña Blanca fuimos, tuvimos la dicha de contemplar la imponencia de Fura y Tena, del río Minero y de todo el paisaje que pinta con verde y flores de colores una región muy hermosa en donde los oídos se deleitan con el sonido esplendoroso de las caídas de agua. Algunos muros de cerro como el del “Paso de los Micos” esconden historia de ingrata recordación, pero otros invitan a volver y a invocar el espíritu puro de los ancestros, de los muiscas trabajadores y amantes de las gemas verdes.

Hay que volver a la tierra de la esmeralda, de esa variedad de mineral conocido como berilo que con su cromo y vanadio le dan color y brillo a tan preciada joya que al parecer fue bautizada así en el imperio persa que también amó la llamada “Piedra Verde”. Lo propio hizo Cleopatra que no solo las lucía sino que llegó a poseer minas en Egipto, muy cerca del Mar Rojo.

En Colombia la piedra es emblemática, es la de mayor calidad y por eso en las zonas de producción ya se habla de la ruta de la esmeralda y de un parque temático para invitar a Colombia y al mundo a contemplar las maravillas que esconde la zona esmeraldera, una región que ha sido capaz de darse la mano en tiempos difíciles y de unirse con vanidad para exhibir lo mejor de su suelo. Hoy esa misma unión se da, pero con valores agregados porque la esmeralda seguirá, pero en comunión con la actividad agrícola que le dará mayor impulso a una tierra que hoy tiene mineros, campesinos agricultores, ganaderos y gentes buenas que se cansaron de violencia, amenazas y prácticas feudales.

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