Karmasutra, historia de un amor incompleto.

“Karmasutra” es la más reciente exposición del fotógrafo Andrés Sierra, que ha generado polémica y controversia por la crudeza e impacto de sus imágenes. La muestra se presenta en la Galería Juan Salas.

Andrés Sierra es un paisa convencido de que en su mente hay una patología latente, o que en sus vidas pasadas acumuló demasiadas experiencias fuertes que hoy en día usa como una herramienta para crear. Su pasión por la fotografía inició desde niño cuando abuelo y padre se confabularon para concederle a esa tercera generación una primera cámara que a los seis meses le devolvió un triunfo crucial al fotógrafo, el Primer puesto en el Salón Colombiano de Fotografía que le abrió paso a muchos otros reconocimientos.

Cuando terminó su carrera en sicología, su director de tesis y amigo, Walter Riso le confesó que quizás su futuro no se proyectaba en la clínica, sino en la fotografía y le dio el segundo empujón para que continuara experimentando y transmitiendo su visión a la realidad.

Con su más reciente exposición “Karmasutra” en la Galería Juan Salas, ha generado reacciones difíciles de explicar en los espectadores con varios elementos que los devuelven a una realidad a tiempos olvidada. La narrativa de la muestra, se centra en la intimidad de personas amputadas o con estéticas transgresoras. A muchos les gusta, a otros no y es que para poder apreciar las imágenes hay que “abrir la mente, bajarse de los prejuicios y aceptar cosas que en términos estéticos seguramente le van a repugnar”, menciona Sierra.

Confidencial Colombia: ¿De dónde nació la idea imagen del proyecto Karmasutra?

Andrés Sierra: Fue por casualidad. Alguna vez salí a caminar en la mañana por un bosque y en mi cabeza se creó la imagen de una mujer mamándosela a un tipo mutilado. Al principio yo me asusté por la perversión en la que estaba, pero luego fui trabajando en la imagen hasta que a los 8 días estaba tomando la fotografía y luego trabajé un año más en terminar el proyecto de Karmasutra.

CC: ¿Cómo llega Karmasutra a Bogotá?

AS: Karmasutra es un trabajo que realicé en el 2008 y de ahí en adelante tengo otras series. Juan Salas vio mi obra, se interesó y allí en su galería empezamos una relación comercial que lleva algunos años. Él fue el que llevó a Karmasutra hasta su galería.

CC: ¿En sus otros proyectos también existe ese retrato a cuerpos fuera del contexto tradicional estético?

AS: Sí. Yo en fotografía llevo 28 años, pero desde el Karmasutra llegué a un trabajo más maduro, con una propuesta más fuerte desde mi mente, enfocándome en ciertos temas. Todas las series son con personajes de la calle y puestas en escena parecidas al Karmasutra porque ahora es el tema que me apasiona.

CC: ¿En qué otras ciudades se ha presentado su muestra?

AS: Se presentó en el “FotoFest” en Houston, junto con el trabajo de otros colombianos, entre ellos Miguel Ángel Rojas. Hice una exposición en Paris también, pero todas exposiciones muy fragmentadas. En realidad los costos del transporte de toda la obra son altos y algunas empresas no quieren llevar la obra tampoco, según ellos porque no transportan pornografía. Ya me ha sucedido que me advierten que podrían romperla en aduana.

CC: ¿Qué tal las reacciones de los públicos en los diferentes países donde se ha presentado?

AS: Siempre es la misma reacción. Hay gente a la que le choca y la odia y otra que le choca y la ama. Con Juan Salas buscamos clientes en el exterior pero ha sido muy difícil encontrarle casa a la obra. La reacción por parte de los espectadores es como de miedo porque no están acostumbrados, sin embargo algunos coleccionistas privados han comprado fotografías de la muestra, gente con mucha personalidad en el arte, porque no es tan comercial.

CC: ¿Cree que la obra reivindica la pasión, el deseo y la pulsión sexual que sienten las personas con este tipo de cuerpos?

AS: Para mí el trabajo no es sexual. Ese no es el fin. Es un trabajo que abarca otros aspectos del ser humano, como los vacios personales, las tristezas y no en sentido moralista, si no refleja el vacio de vida de las personas amputadas o con deformaciones y también el vacío en las prostitutas.

CC: ¿Cómo es la aproximación a los hombres y mujeres que participan en el proyecto?

AS: Bueno, yo conocí a un hombre que tiene una fundación en Medellín que se llama Papa Giovanni (Giovanni Patiño) y él me ayudo a conocer más gente que estuviera amputada o tuviera alguna deformidad. Así como uno les tiene miedo, ellos le tienen miedo a uno, porque además de la pobreza, las dificultades, los problemas de salud tienen que aguantar la discriminación. Y ellos son seres a los cuales hay que entrarles con cuidado porque también sienten desconfianza de uno. Al hablarles a ellos, hay tres etapas en las cuales uno tiene que ser arrollador para vender la idea: Primero conocerlos y que acepten ser fotografiados, la segunda etapa es que acepten que sean desnudos y finalmente que acepten que sea en un encuentro sexual.

En el caso de las mujeres, al principio escogí a una prostituta con la cual hablé y ella ya sabía qué tipo de trabajo era y que grado de compromiso, seriedad y profesionalismo yo necesitaba. Pero tuvo un problema antes de terminar el proyecto y se traslado de ciudad, entonces cambié de modelo.

CC: ¿Al final que le manifestaron las personas que participaron?

AS: Yo supe que para muchos fue el día más feliz de sus vidas. Por razones obvias ellos no tienen relaciones sexuales con frecuencia… imagínate, si uno siente inseguridad dizque por el tamaño del pipí, o una mujer por el tamaño de sus senos o sus nalgas, cómo será una persona que tiene una joroba o que son amputados. Ellos al final estaban muy contentos.

CC: ¿Cuáles son sus referentes en la fotografía?

AS: Pues yo diría que los referentes son de todo lo que transcurre en la vida diaria de uno, pero no me apego de otros fotógrafos. Mucha gente me ha dicho que mi trabajo es similar al de Joel-Peter Witkin, pero lo que yo siento en realidad no es que la fotografía sea parecida, sino que tenemos en común que nos gusta fotografiar el mismo tipo de modelos, con un contenido distinto. Demás a mí no me gusta compararme porque prefiero que mi obra hable por mí y ser original.

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