La alta joyería de la Bienal de París

El artista joyero chino Wallace Chan se ha convertido en la Bienal de los Anticuarios de París en una sorpresa en medio de la alta joyería, el máximo lujo al que este creador aporta una mirada asiática.

Desde un pequeño espacio entre los deslumbrantes y enormes despliegues de Cartier, Bulgari, Boucheron y Chanel que la escenografía de Karl Lagerfeld ha dado relieve a nuevas creaciones en esta feria del lujo que concluye este fin de semana, Wallace Chan explicó a Efe cómo trabaja y en qué se inspira.

“Cuando me llega una piedra, hablo con ella. Es necesario que esa piedra, su belleza, complemente, se integre en mi espíritu y en mi corazón”, dijo el artista, que comenzó a trabajar en su taller gemológico en 1974 en Hong Kong.

Escultor antes que diseñador de alta joyería, Wallace Chan aportó a esta técnicas como la que une la del intaglio y el camafeo para obtener una sensación de tres dimensiones y que recibe desde 1987 el nombre de “wallace cut”.

Sus obras prescinden del oro y exhiben el titanio, que le permiten hacerlas más ligeras y mostrar las gemas como si flotaran sobre el metal, una sensación que contribuye a la ligereza que exigen los motivos naturales elegidos por el escultor para las obras expuestas en París.

Pieza singular de la colección, una cigarra en jadeita, jade de color lavanda, rubíes y diamantes -valorada durante la Bienal en unos 23 millones de euros-, resume la filosofía del creador.

“Quizás los franceses no conocieran necesariamente la importancia de la cigarra en la cultura china, pero tengo la impresión de que, a pesar de las barreras culturales, saben apreciar esta creación”, observó el artista.

“Francia es un territorio importante para los artistas”, agregó Wallace Chan, quien admitió que en la base de su inspiración está sobre todo un nombre: Lalique.

“Para mí las colecciones de Lalique son una bella asociación de espíritu y artesanía. Se puede decir que es la madre en la historia de la joyería”, afirmó sobre la casa fundada por el joyero francés René Lalique (1860-1945).

“Es cierto que es la piedra la que me inspira, pero a veces trabajo mucho sobre la meditación”, confesó sobre el origen de sus creaciones, que a París llegan bajo el enunciado “El camino de la iluminación. Arte y zen”.

A las piezas únicas que muestra en París ha llegado “a través de la observación de la naturaleza y me hace falta incorporar todo lo que observo en el mundo para encontrar la inspiración”.

En su relación con la materia base, la piedra, explicó que lo que le importa en primer lugar es “encontrar una que sea rarísima, desde todos los puntos de vista, su cristalización, su pureza, su claridad…”.

“Pero es un sufrimiento”, admitió sobre el proceso a través del cual selecciona las gemas que le pueden ayudar a expresar lo que busca.

“Todas las piedras tienen sus particularidades. Hoy en día se sabe cómo se talla un diamante, cómo se talla un rubí, pero no por saber cómo se talla un cristal se conoce cómo tallar una esmeralda”.

“Cada piedra tiene una técnica muy especial a la que hay que adaptarse. Por eso digo que hay un sufrimiento, porque se sufre para encontrar la técnica que se adapte a la piedra, a su mejor faceta”, aseguró.

Su limitada colección, valorada en medios especializados en 231 millones de euros, está dirigida a compradores exclusivos y es consciente de ello: “mis clientes son gente con medios, evidentemente. Y a menudo es gente que ha tenido éxito en la vida, en la sociedad. Para mí esa gente tiene una sabiduría, una filosofía diferente”, reconoció.

“Disfrutan ya de un nivel muy elevado de acceso al arte. Ya disfrutan de cuadros, de música, etc. Son personas de muy alto nivel estético y con sentido de la belleza”, dijo sobre quienes adquieren sus piezas.

No obstante, confesó que acceder al gran público, algo que está al alcance de las grandes casas de joyería, forma parte de sus aspiraciones y recordó que las obras de Cartier, Boucheron o Van Cleef & Arpels para la realeza acabaron por influir en otras más accesibles a otros clientes menos privilegiados.

Con cierta humildad, reconoció: “pero yo todavía no he llegado ahí, quizás algún día. De momento mis creaciones son las que puede ver”.

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