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La caperucita azul y el bosque santista


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La precandidata del Partido Conservador, Marta Lucia Ramírez, confesó en Confidencial Colombia que su preocupación radica en que el Presidente y sus ramas ‘Buen-Gobiernistas’ le “tomen del pelo al país” y que el partido adquiera el calificativo de ser un “tertuliadero de retirados de la política”.

La precandidata afirmó sentirse serena, a pesar de que los ‘azules’ estén divididos por mantenerse o despedirse de la Unidad Nacional y explicó que su candidatura está para acabar con el “relajo del presidente Santos” en época electoral. Entrevista sobre los diálogos de paz, el fallo de La Haya, las miras hacia la presidencia y el destino del conservatismo.


Confidencial Colombia: ¿Cómo está el clima dentro del partido luego de varias semanas de polarización creciente debido al tema de la Unidad Nacional?


Marta Lucia Ramírez: Desafortunadamente el partido en este momento se ha convertido en un objeto de puja entre el presidente Santos, que quiere su reelección y que para eso ha preferido cooptar a todos los partidos políticos que hacen parte de la Unidad Nacional, y quienes no creemos en su reelección y exigimos candidato propio.

El Partido Conservador ha debido ratificar un proyecto de ley para la reindustrialización de Colombia. El proyecto se presentó, pero el gobierno Santos pidió que lo retiraran y el partido terminó haciéndolo por hacer parte de la Unidad Nacional.

El partido ha debido liderar la reforma a la justicia porque eso es un tema propio de la ideología del conservatismo. La justicia por encima de todo, el Estado de derecho. Por estar en la Unidad Nacional se descartó totalmente ese liderazgo.

El desarrollo rural es un tema propio de los conservadores también. De hecho, el Gobierno de Mariano Ospina Perez ha sido uno de los que más aportó a este tema en Colombia. Entonces el gobierno Santos no le dio prioridad a la agricultura hasta cuando ya se le acumularon todos los paros este año.

Por eso es que el partido está cediendo su ideología y su visión del manejo del Estado, por estar sentado en su mesa de Unidad Nacional empalagando de mermelada a unos poquitos miembros conservadores.

C.C: ¿El aplazamiento de la convención hasta este 26 de enero es sinónimo de que se logró consolidar un acuerdo entre los bandos?


M.L.R:
Espero que para enero tengamos candidato propio. Tengo que confesar que me preocupa la presión del Gobierno a través de algunos parlamentarios porque lamentablemente les han dado ofrecimientos burocráticos que terminan estando por encima de las ideas del partido y de una verdadera vocación de poder.

Tenemos que tener candidato porque eso es lo que hacen los partidos. Tienen que tener una idea, una visión y una vocación de poder para que se pueda desarrollar esa idea de país.

Si el partido no tiene vocación de poder, este podría ser un club de amigos o de retirados de la política… un tertuliadero de retirados.

Creería que la convención no se volverá a aplazar. Lo que me preocupa es que terminen haciendo tanta presión que no haya una asistencia numerosa, pero va a haberla. Las bases del partido están muy rebeladas contra la reelección.


C.C: ¿Y dentro de esta encrucijada, qué tanto se le ha complicado el tema de la candidatura?


M.L.R: Ha sido una candidatura difícil porque la he asumido con el mayor rigor y seriedad. Desde hace un año yo cerré mi oficina de consultoría, mis asesorías y me dediqué a esto.

Lo que sucede es que a cualquier lugar al que voy, porque me he recorrido todo el país, al día siguiente sale un senador de la línea Cepeda diciendo que no hay candidatura del conservatismo, que para qué hacerla, que el partido la aplazó y la mandó al congelador Entonces ha sido difícil porque hay dos mensajes muy contradictorios y eso produce desconcierto.

Por fortuna el presidente del partido, Omar Yepes, ha sido constante, coherente y totalmente claro en crear y defender la candidatura, Lamentablemente su hermano, terminó entrando al Senado y pegándosele a la reelección.

Vamos a ver en la convención si prevalecen las ideas y el sentimiento de tanta gente de este país que quiere orden y justicia, o va a prevalecer el afán por la burocracia y la mermelada que tienen unos pocos.


C.C: ¿Cuál es su fuerte que la diferencie de otros candidatos?


M.L.R: Quizás mi arma secreta son los jóvenes. Tengo un grupo maravilloso que de verdad sienten al Partido Conservador… quien lo creyera, ellos son los más convencidos.

Ellos están trabajando de sol a sol, ayudándome y visitando juntos a los directorios departamentales. El espíritu de la juventud por lograr que las cosas cambien positivamente en Colombia es un arma muy poderosa.


C.C: ¿Le asusta que no se logre una convención y que por ende se desplome el plan de llegar a la Presidencia?


M.L.R: Sinceramente me siento serena y eso que estoy haciendo mi mejor esfuerzo al servicio de este país. No he tenido en la política ningún objetivo de retribución o beneficio personal, entonces esto lo he asumido con serenidad. Quiero servirle a este país porque sé que el sitio donde hay más desconfianza es la política y desde allí quiero trabajar, mostrando que uno puede llegar al poder sin comprar ni un solo voto.

Sin embargo creo que tenemos que seguir llamando a una disidencia dentro del conservatismo, si es que llegaran a tratar de bloquear la convención porque ya lo han hecho dos veces. Iba a haber una en septiembre y se dieron mañas para pasarla a diciembre. Si llegará a haber algo que bloqueara la convención, sin duda convocaremos a una disidencia oficial.


C.C: ¿Que contemplaría esta disidencia, desertaría del partido?


M.L.R: Ver realmente a quien apoya el Partido Conservador. Si hubiera una disidencia yo le diría a las bases que no podemos apoyar congresistas que estén entregados a la reelección porque están defendiendo un interés personal y no del país.

Sin embargo esta no contemplaría una salida del partido. Hay que tratar por todos los medios de fortalecernos desde adentro.


C.C: Parece que es imparable la locomotora por la reelección que dirige Vargas Lleras desde la Fundación Buen Gobierno (FBG). Ya están cerca de conquistar 20 departamentos, entra al equipo Juan Fernando Cristo y tienen intenciones de instalarse en todos los departamentos a finales del año, ¿Qué piensa de esta polémica extensión del presidente Santos?


M.L.R: Eso se está volviendo es un relajo. Llegan al Gobierno en representación de un partido y después hacen lo que les provoca. Eso hay que sancionarlo.

Hoy por hoy, Buen Gobierno es una burla a los colombianos. Le hablan al país como si todos fuéramos tontos. Eso es el centro de operaciones de la campaña del presidente Santos y lo ha sido desde el momento en que se relanzaron hace meses.

Dicen que eso es un centro de estudios pero ¿a qué horas Buen Gobierno se volvió más importante que Fedesarrollo o que el Centro de Investigaciones de la Universidad de los Andes o de la Nacional?

Eso es simplemente una manera muy descarada de hacerle campaña a la reelección mucho antes de que se pudiera, pasando por encima del a ley de garantías y creyendo que todos los colombianos nos hemos comido el cuento de que eso es un centro de estudios.

Yo no sé realmente cual será la calidad investigativa o académica de la que tanto hablan. Hay que mirar si hay una doble militancia. En todo caso desde Buen Gobierno la estrategia que se está haciendo es totalmente perversa.

C.C: ¿Fue tan “perversa” la entrada del presidente del Congreso, Juan Fernando Cristo?


M.L.R: De alguna manera están generando una unificación de las ramas del poder público. Terminan allá metidos miembros del Congreso o del Gobierno. Hemos visto una puerta giratoria desvergonzada. Hay funcionarios que ayer, por ejemplo, estaban en el Palacio de Nariño y al día siguiente en Buen Gobierno; entonces uno se pregunta si lo que estaban haciendo ayer era solo para el ejecutivo, o ya era destinado para la fundación con plata pagada de todos los colombianos. Los partidos deben ser claros ideológicamente y que tengan gente que llegue con el compromiso de desarrollar una actividad política desde allá.

C.C: Se reabre la mesa de diálogos entre el Gobierno y las Farc en La Habana con el punto del Narcotráfico ¿Comparte el mismo sentimiento de su símil, Pablo Victoria Wilches, de mano dura contra de los guerrilleros?


M.L.R: Yo los miraría a los ojos y les diría: señores, se acabó la tomadera de pelo, vamos a terminar esta negociación y se acaba máximo en dos meses.

Si el país realmente hiciera un acuerdo con las Farc sobre este tema, tiene que comprometerlos a ellos a apoyar toda la labor de identificación y desmantelamiento de las cadenas de procesamiento, comercialización y de lavado ilícito, porque allí es donde están las grandes utilidades del negocio. Las Farc está diciendo que lo malo no es la coca si no el narcotráfico, pero eso también es un cinismo porque precisamente los que han venido impulsando al narcotráfico son ellos.

Casi el tres por ciento del producto interno bruto en Colombia está afectado por el Narcotráfico. Ese porcentaje es altísimo y supera al presupuesto de buena parte de los Ministerios.

Los factores a los que más hay que atacar son al procesamiento, la comercialización y el lavado de dineros en vez de simplemente estar concentrados en la producción de coca porque este proceso se limitó hasta los temas de fumigación. Si mañana acabáramos hasta la última mata de coca, pues vuelven a traerla desde Bolivia o Perú.

En el ámbito general de los diálogos, hay que exigir que nos den la letra menuda de las negociaciones. Hasta ahora no se conocen los detalles de lo que se acordó en materia política y en la agrícola. Por ejemplo, en el tema de las circunscripciones especiales y las zonas de reserva campesina lo que van a hacer es que los que representen a esos municipios afectados sean los de las Farc, cuando son ellos mismos los causales de dicha afectación

La entrada de ellos a la política no es una victoria del Gobierno Santos ni de los negociadores. Eso ha sido entregarle a las Farc lo que ellos estaban buscando desde hace rato.

Lo que haría yo como presidenta sería sentarme directamente a conducir el proceso y decirles que tienen un mes y medio, máximo dos meses o está negociación se termina. En lo que se haya avanzado se avanza, pero las condiciones son que no haya más reclutamiento de niños y que nos entreguen los mapas de los campos minados. Entrevista con Pablo Victoria Wilches.

C.C: Hablemos de fronteras ¿qué haría para mitigar las consecuencias del fallo de La Haya y la pérdida de 75 mil kilómetros de mar colombiano a manos de Nicaragua?


M.L.R: Ahí sí que tenemos nosotros una tragedia y es la falta de una verdadera política internacional en Colombia. Hemos visto un gobierno pasivo que no ha tomado ninguna iniciativa que nos de a nosotros claridad sobre la defensa y la integridad del territorio.

Con el pretexto de que están manejando todo políticamente, siempre el Gobierno va a la saga de lo que hace Nicaragua. Si se hubieran dicho a tiempo pronunciamientos tan serios como los de los internacionalistas Luis Ricardo Paredes o Henrique Gaviria, de que el Gobierno ha debido definir las líneas base del archipiélago y declararlo como parte del Estado, nosotros habríamos tomando la iniciativa y hoy le estaríamos diciendo a Nicaragua algo muy diferente.

La política exterior de Colombia maneja una diplomacia de aplazamiento y no una proactiva de solución.


C.C: ¿Reconoce el nombre de Luz Estela Portillo, nuestra embajadora en Nicaragua, llamada en los últimos días a consultas y de quien poco se sabe?

No la conozco. Eso es un problema grave de la política exterior del país porque tampoco conocemos las instrucciones que se le dieron a la embajada. Un embajador cuando empieza sus instrucciones tiene que ir al Congreso, hacer un reporte en el que diga cuales van a ser sus funciones y eso se debería hacer ante la Comisión de Relaciones Exteriores.

Es una embajadora que nadie conoce, así como también se desconoce de la estrategia de defensa que se va a utilizar. Nicaragua tiene una estrategia agresiva y eso es preocupante, esa diplomacia de aplazamiento en Colombia es totalmente irresponsable.

Fotografía: Ximena Barrera.

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