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“La literatura no es una competencia”: Juan Villoro


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El escritor mexicano Juan Villoro conversó con Confidencial Colombia sobre su libro de cuentos “Apocalipsis (Todo Incluido)”, obra que lo llevó a ser uno de los finalistas del “Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez”, celebrado este viernes 27 de noviembre.

¿Qué trae el libro “Apocalipsis (Todo Incluido)”?


Es un libro difícil de resumirlo porque son cuentos muy distintos, obviamente hay semejanzas entre todos ellos. Por ejemplo, el cuento que le da el título al libro, “Apocalipsis (Todo Incluido)”, es la expresión que se utiliza para programas turísticos, la del “todo incluido”. Esta es la historia de una pareja que va al llamado del apocalipsis Maya. Hace algunos años corrió el rumor de que se iba acabar el mundo porque una pieza del sitio arqueológico de Tortuguero Yucatán, decía que era el fin de una era, entonces esto se interpretó como el fin de todas las eras.

Haciendo unas crónicas por Yucatán me sorprendió que todos los hoteles estuvieran llenos para la fecha del apocalipsis, o sea la gente quería ver la tragedia en vivo y en directo. Entonces, este turismo de la catástrofe era un buen tema para un cuento. Era contar quiénes son los que van, con gran ilusión, a ver el fin del mundo.

¿Cómo define los cuentos?


Hay un estilo literario. Es como la comida mexicana que es variadísima pero que todo sabe a comida mexicana; todos tienen salsas parecidas porque es la personalidad del autor. Sin embargo, hay un cuento que está narrado por una mujer, que es una historia sobre fantasmas; hay otro cuento que es protagonizado por un detenido que tiene que participar en un partido de futbol de un grupo de policías. Es muy difícil resumirlos, sin contarlos.

¿Qué tanta realidad tiene los cuentos?


Yo escribo crónica, entonces todos estos cuentos como el del “Apocalipsis (Todo Incluido) tienen que ver con circunstancias reales, es decir hay un planteamiento del mundo de los hechos, por ejemplo, el cuento “Yo soy Fontana Rosa”, parte de lo real. En la Ciudad de México se hizo un programa de capacitación de policías para acercarlos a la lectura y se les ocurrió darles una camiseta que tuviera el nombre de un escritor y pedirle al policía que portaba la camiseta, que aprendiera y leyera algo de ese escritor. Hasta aquí todo es real, pero luego viene el proceso de imaginar.

Este premio se llama “Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez”, ¿qué tanto tiene “Apocalipsis” de la obra de ‘Gabo’?


Yo admiro mucho, sobre todo las crónicas de Gabriel García Márquez, que creo que son la matriz de toda su literatura. Lo que él escribió en los famosos textos costeños en los periódicos de Barranquilla y de Cartagena; ahí aprendió a mirar la realidad de manera misteriosa, es decir lo cotidiano en manos de Gabriel García Márquez se convierte en un objeto lleno de magia. Esa capacidad de mirar lo cotidiano le permitió hacer después toda la arquitectura de novelas que crean una realidad fantástica como la de Cien Años de Soledad; eso viene de la minuciosa observación de la realidad. A mí me gustaría pensar que eso que tanto he admirado en Gabriel García Márquez, tenga algo que ver con lo que yo escribo.

Es usted uno de los finalistas del premio… ¿Cómo tomó la noticia?


Creo que los premios hay que tomárselos con cierta calma y con una actitud ambivalente. Por un lado, es un muy bueno y estoy muy contento que entre más de 100 libros se tome en cuenta uno mío, eso es muy gratificante; pero también tenemos que pensar que la literatura no es una competencia como si fuera una carrera de caballos, que no necesariamente un escritor es mejor que otro. Si tenemos que escoger entre un escritor y otro pues es injusto. Las literaturas opera en densidad, en suma y cualquiera que sea el veredicto es una chimba. He sido jurado de muchos premios y sé que interviene gustos, objetivos y la combinación de todos los gustos y esa da como resultado algo que ocurrió en esa circunstancia, el premio no es un certificado de calidad absoluta y mucho menos de inmortalidad. Hay que pensar que un premio como este es ante todo un estímulo porque, es una oportunidad que te dan de estar a la altura de la esperanza que un jurado ha depositado en mí.

Es decir, un premio sirve como estímulo para el autor…


Hay que entenderlo así, ahora un premio puede destruir a las personas. Conozco a muchas personas que han ganado un premio y se han vuelto unos imbéciles al día siguiente de ganar el premio, porque han creído que los han consagrado. No hay nada más absurdo que pensar que un premio te consagra, incluso el Premio Nobel ha sido entregado a autores como José Echegaray que nadie lee hoy en día. Hay que tomar el premio con tranquilidad, un premio no remedia todos los males. Un premio es un accidente muy feliz.

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