La mejor historia de amor

Confidencial Colombia ya tiene ganador del concurso “Un buen regalo de Amor y Amistad”.

En este mes de Amor y Amistad, que mejor que obsequiar un momento de relajación que libere el estrés y el cansancio diario que produce la rutina.

Confidencial Colombia como parte de la celebración, convocó a los lectores a enviar su historia de amor para ser el ganador de una cortesía individual para el Circuito de Relajación en el Chairama Spa.

De entre muchas historias conmovedoras, llamativas, apasionantes, divertidas, y sobre todo creativas, Chairama Spa y Confidencial Colombia le otorgan el premio a Natalia Marenco Hurtado. Aquí está su historia.

DESCARO

Se conocieron como uno no conoce al hombre de su vida: en un bar. Ella estaba con un clan de amigas y él con su mejor amigo. A la hora de haberse cruzado y bailado la primera pieza, estaban besándose y manoseándose de una forma poco común. El alcohol en exceso en su cuerpo fue su principal aliado. De lo contrario, nada de esta historia hubiera sido posible.

Él le pidió el número de su celular, y le dio el propio. Ella, siguiendo sus impulsos, durante la marcha de rechazo al secuestro del 20 de julio de 2008, le mandó el primer sms. Él respondió. Comenzaron primero a chatear vía celular, luego por msn. Le confesó que tenía novia, y ella creyó que un amigo más no hacía daño, a pesar de la química.

Se siguieron viendo. Cada vez que había alcohol, el tercer trago era seguido con besos. Muchos besos, solo besos. Dentro de esos pajazos mentales femeninos, creyó que podría conquistarlo y que él dejaría a Camila por ella. Inició el plan conquista, en contra de los consejos de sus amigas.

Se llenaba de detalles, y por sus palabras y miradas, a él le gustaban. Él no se alejaba. Al final de cuentas estaba en la posición más cómoda posible: tenía novia, y Naty estaba ahí sin pedir nada a cambio. Ella nunca se rayó lo suficiente, como para irse. Al final de cuentas, aunque tenían conocidos comunes, no conocía a Camila y Juan Fernando era buen parche de rumba y para ver películas.

Hasta que llegó el día de darse cuenta de todo. Le abrieron los ojos a la fuerza. Se venía Halloween y JuanFer y Naty habían quedado en ir al concierto que ese día darían Orishas. “Camila va el sábado a Kylle Minoge, así que podemos ir los dos a Orishas”, le dijo. Ella compró su boleta, y le advirtió a un parche de amigos que quizá iba con ellos. Muy en el fondo sabía que se le podía dañar el plan de dos, si Camila definía a última hora ir, como en efecto sucedió. Naty murió de la ira, pero no tenía derecho a nada más que a resignarse.

Se vistió de rojo, un vestido divino, de esos difíciles de perder de vista. Se llenó de actitud y arrancó con sus amigos. Hizo una fila eterna, acompañada de alcohol. Problemas técnicos retrasaron la entrada y mientras esperaba echaba ojo y nunca lo vio. Él era difícil de perder: mide 1.93, estatura poco promedio. Y cuando abrieron las puertas, la fila comenzó a andar, y él llegó, acompañado de una nena vestida de bruja, un poco más bajita que ella y un buen par de tetas.

“Bueno, solo espero no encontrármelos adentro”, dijo a sus amigos. Pero no. El personaje pagó a una de esas personas que cuelan en las filas, y se hizo justo delante del grupo de amigos. Naty lo quería matar. Respiró profundo y les dio la espalda. Sonreía, reía a carcajadas. “Que quede constancia que me divierto”, pensaba.

Entraron. Los perdió de vista. Se ubicaron en un buen sitio para ver a las delicias cubanas que cantarían. Naty recogió las chaquetas de todos y fue con Omar a llevarlas al guardarropa. Y oh sorpresa, cuatro turnos adelante, la pareja. “Aich, pero a cómo la hora”, le dijo a Omar, quien no entendía mucho el contexto. Juan Fernando dejó su chaqueta, y Camila bajó al baño. Él aprovechó y se paró al lado de Naty, quien aún estaba en la fila. Le agarró el culo y le dijo en el oído: “Te ves divina de rojo… Dame un beso”. Ella lo empujó. Omar le iba a dar en la jeta. “Estás loco. Vete!!!!! ¿Dónde está Camila? Me va a venir a matar!!! Vete, vete vete yaaa!!!”. Sudó frío. “Tranquila, está en el baño… Ven, un solo besito”

Naty se dio la vuelta. Juan siguió su camino. Al bajar las escaleras se encontró con Camila. Le pasó el brazo y se fueron abrazados. Naty respiró aliviada. “¿Qué fue eso?” preguntó Omar. “Nada, un man con el que me doy besos, pero tiene novia, y ella está aquí con él”. En pocos segundos resumió su historia, y Omar como es de los que no juzga nada, se limitó a mirarla con pesar.

Comenzó la rumba. Ella bebió mucho ron Havanna. Le había parecido demasiado fuerte el incidente en la fila del guardarropa. Se sentía mal. De repente siente que alguien la abraza por la cintura. Cuando se prestaba a darle un coñazo al abusivo, se da cuenta que es Juan Fernando, con una sonrisa entre cínica y malvada, que se sintió más contrariada.

¿Qué haces aquí?

Vine a verte

¿Por qué?

Porque quiero. ¿No puedo?

¿Y Camila?

Por ahí.

¿La dejaste sola?????????????

Acabó la preguntadera con un beso. La agarró por la cintura y la beso. Ella no pudo poner resistencia.

mística la música tuya mulata

bien coqueta, muy hermosa pero saca

tu cuerpo de mi cabeza; llega,ataca

parte de mi cerebro que sobrecalienta

y me mata la idea de pensar que por ahí tu andes suelta

pero cuelga ya tus guantes que ahora te darás de cuenta

que tu genio más que gratuitos da que pensar

y luego pide a gritos de compasión

y en el fuego de la acción,

relajamiento bien te encanta

jugar en todos esos buenos momentos

Sonaba una de las canciones más sexys para ella. Bailaron. No se despegaron ni un instante. Quince minutos pasaron. Y él se fue. Ella volvió donde sus amigos, quienes la miraron con desaprobación. Continuó gritando y bailando sola. Se emborrachó.

A la mañana siguiente, en medio de un guayabo tenaz reflexionó y entendió que Juan Fernando no iba a dejar a Camila, y que solo estaba pasando el tiempo con ella, jugando a tener dos chicas bajo su dominio. Pero no le importó mucho. Siguió viéndolo, dándole besos. Así casi dos meses más.

Llegó el nuevo año y definió que no podía seguir así que debía buscar nuevos horizontes. Se alejó. Él lo notó y le hizo el reclamo. “Te esperé muchos meses. Nunca hiciste nada por estar conmigo. Esta no es hora de preguntar por qué ya no estoy ahí”.

La relación cambió. Ella ya no estaba ahí para él siempre. Pero aún así, en abril, él decidió ir a su fiesta de cumpleaños. Ella no entendía (para las mujeres un fracaso con un tipo es más difícil de superar cuando son conscientes de que se trata de un error propio. Y en este caso, sí que lo era). Muchos menos por qué, media hora a su entrada triunfal, entra Camila, en ropa de oficina, a hacer cara de tote. “Ok, es mi cumpleaños, qué hacen aquí?”.

Ella quería comprobar si su novio tenía algo con Naty. JuanFer había querido darle una sorpresa a Naty, quien le parecía divina (evidentemente aun le gustaba), y quizá probar un poco de suerte y darle un par de buenos besos. Pero le salió mal cuando su novia le cayó al bar. Y Naty, entró en crisis de nervios. Podía salir rapada por la novia del man al que se había rumbeado varios meses atrás.

Juan saca a bailar a Naty. Camila al final de la canción le reclama. “Cuántas veces has bailado con ella?” “Ninguna” “Mientes”. Terminada esta frase, casi que lo sacó arrastrado del bar.

Después de eso Juan Fernando y Naty no se han vuelto a ver, solo hablan muy poco por MSN y por teléfono cuando él la llama. Él sigue con Camila, pero asegura que no es la mujer de su vida. Que va a seguir con ella, quién sabe hasta cuándo. Y Naty sale con alguien.

Juan Fernando le reclama a Naty su nueva conquista, y ella a su vez le echa en cara que nunca terminó con Camila, que su timming pasó y que pérdidas. Camila sigue preguntando a sus conocidas si creen que entre JuanFer y Naty pasó algo, y esos conocidos dicen “Si a Juan Fernando le gusta Natalia, cuídelo, porque ella sí que es competencia”. Pero lo que no saben esos conocidos es que a Naty ya no le interesa en lo más mínimo.

Agradecemos a las personas que nos escribieron. Al ganador le será entregada la cortesía en las oficinas de Confidencial Colombia: Calle 59 No. 6 – 31 Oficina 202

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