La prodigio condenada

“La mejor de la clase, una mujer supremamente brillante”, describen a Confidencial Colombia allegados y familiares de Ana María González, la prestigiosa médica colombiana condenada a 10 años de prisión en Estados Unidos por haber envenenado a su expareja el año pasado.

Graduada con honores en 1995 como médica y cirujana de la Universidad del Cauca, especializada en medicina interna, oncología química y cáncer de seno, Ana María González Agudelo se convirtió en un referente de talla mundial de la medicina. Ella es una férrea investigadora de la lucha contra el cáncer, su trabajo es admirado en varias partes del mundo y tiene en su haber cerca de 120 publicaciones en revistas indexadas.

Hoy enfrenta una condena de 10 años luego de ser encontrada culpable de haber envenenado a su excompañero sentimental en Estados Unidos en el 2013, sin embargo, aquellos que la conocen aseguran que ahora más que nunca recuerdan la “extraordinaria persona y profesional que es”.

En efecto, Enrique González Ayerbe, primo de Ana María, afirma que la familia está devastada. En conversaciones con Confidencial Colombia manifiesta su tristeza por el giro en la vida de su prima, pues su “carrera siempre fue excepcional”.

“Desde que estábamos pequeños sabíamos que iba a ser así. Ella fue brillante durante su paso por el colegio y en su carrera profesional de Medicina en la Universidad del Cauca. Luego viajó a especializarse en los Estados Unidos y estábamos al tanto de todos sus éxitos, conferencias en Suramérica, Europa, los países árabes, sus avances en investigación y sus cientos de publicaciones. No por nada estaba a la cabeza de uno de los laboratorios de investigación en cáncer de seno más importante del mundo”, indica.

La última vez que Enrique habló con ella fue hace dos semanas, antes de iniciar el juicio, para desearle la mejor suerte. En esa ocasión también sostuvo una conversación con Alfredo, el papa, a quien se le pudo ver en la prensa local cundido de tristeza.

González Ayerbe lleva en su memoria las muchas conversaciones que sostuvo con Ana María, en las que resaltaban vivencias de la infancia. Asimismo, ve “con esperanza que todo puede cambiar para bien, en cuanto los abogados apelen la decisión y el caso pase a otra instancia”.

“Gracias a Dios hemos contado con la solidaridad de los payaneses, de la comunidad científica, de sus pacientes, de Colombia entera que ha expresado su apoyo en las redes sociales y en los diferentes medios de comunicación. Nuestro sentimiento de admiración por ella no cambiará y seguirá intacto sin importar este fallo ni esta condena a todas luces injusta”, añade.

Algo similar menciona Alonso Arturo Ruiz, jefe del Departamento de Medicina Interna de la Universidad del Cauca y profesor de Ana María. “Siempre he dicho que ella es una sobrada en lo que hace pues es extraordinariamente buena. Desde que la conocí vi en ella alguien brillante y con las ideas claras”, describe el médico, quien admitió sentirse sorprendido por el calibre de la sentencia que puso a una de sus mejores estudiantes tras las rejas.

El café envenenado

De acuerdo con la investigación, Ana María sostuvo una fallida relación sentimental con el también médico George Blumenschein, que se desplomó cuando ella supo que él aún vivía con su novia y que planeaban tener hijos. Dice el caso que ella pidió por su compañía a en su residencia para un desayuno en enero del año pasado y que después de tener relaciones sexuales ella le habría suministrado anticongelante en un café, al parecer por un ataque de celos.

“Está asquerosamente dulce”, dijo él, extrañado por el sabor de su bebida. “Le añadí Splenda”, respondió ella. Consigna el Daily Mail que Gonzalez Angulo invitó a su excompañero a tomarse un “café especial desde Colombia”, en referencia al químico que habría introducido la doctora colombiana.

Poco después, Blumenschein alzó la denuncia de que su colega lo quería envenenar luego de que su estado de salud se deteriorara a tal punto que decidió internarse en el hospital para el que trabajaba. Fue así que se encontró el químico que dejó a sus riñones arruinados de por vida y que se trajo a colación el particular sabor del café que González le ofreció aquel día.

Pero hay un tercero en esta novela. Blumenschein le era infiel a su novia Evette Toney, una doctora con la que salía desde 1997, con la oncóloga colombiana. Enuncia el proceso registrado por el Distrito del Condado de Harris que el 27 de enero él salió de su casa que compartía con Toney y pasó por la residencia González. Allí habrían tenido el encuentro íntimo y luego sucedió el episodio de la taza de café, aunque en la investigación aún no se descarta que la novia haya sido la responsable del envenenamiento.

La “obsesión y la atracción”

Momentos antes de la lectura de la condena, la prensa estadounidense consignaba que una “obsesión”, una “atracción peligrosa”, llevó a que González Agudelo cometiera el intento de homicidio que, hasta el momento, no se ha podido comprobar en su totalidad a pesar de que ya se formularon los años de prisión.

Precisamente, los fiscales del caso no lograron certificar que la médica colombiana envenenara a su expareja y redactaron la condena con base a la cronología de los hechos.

Según el fallo, el encuentro entre los dos coincide con el tiempo en que Blumenschein empezó a manifestar los síntomas del envenenamiento. Este facto fue prueba suficiente para que el jurado decidiera a favor del fiscal a cargo Justin Keiter, quien había pedido 30 años de cárcel para la colombiana,

Por su parte, Blumenschein indicó durante el juicio que González sentía una “obsesión” por él, la cual se habría manifestando en el presunto ataque de celos que llevó a la investigadora colombiana a tratar de asesinarlo.

Sin embargo, Enrique González, Alonso Ruiz y el tio de Ana María, Guillermo Alberto González, concuerdan en que nunca vieron una conducta “obsesiva” en ella.

“Jamás vi en ella un comportamiento de carácter obsesivo. Siempre vi a una mujer dedicada a su profesión y a la búsqueda de una cura para el cáncer de mama”, dice Enrique.

A su turno, Guillermo Alberto, exministro de Defensa, ratifica que su sobrina “no ha cometido ningún crimen” y replica el hecho de que en la audiencia se haya mencionado “con insistencia” la nacionalidad de la investigadora. “Por qué dicen tanto que es colombiana (…) ahí se está usando un carácter xenofóbico”, anotó. En seguida reitera la inocencia de Ana María, explicando que desde pequeña ella ha sido una “persona notable” y que irán hasta la última instancia judicial para ayudarla.

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