Las milicias extremistas que quieren derrocar al Gobierno de EEUU

La ocupación de un parque natural en Oregón por cientos de paramilitares armados ha puesto de manifiesto la fuerza de estos grupos, que pasaron de 42 a 334 en cuatro años, y siguen creciendo.

El Parque Natural de Malheur, en Oregón, es desde hace dos semanas un museo al aire libre de milicianos armados. De todas partes han llegado hombretones con rifles, pañuelos a la cabeza y chalecos antibalas. Se bajan de sus ‘pick up’ y lucen sus nombres puros e inspiradores, como Ciudadanos por la Libertad Constitucional, los que tomaron el refugio el 2 de enero para exigir al Gobierno que ceda la gestión de las tierras en el Medio Oeste. O la Red Patriótica del Pacífico, 18 camionetas repletas de paramilitares encantados de patrullar el perímetro.

Los grupos antigobierno de Estados Unidos han vuelto, y contienen una fibra de historia que se puede trazar hasta los albores del país. El mito del hombre libre que lucha contra los elementos, incluido un Gobierno percibido como un tirano que les quiere domesticar con leyes e impuestos, sigue coleando en estos grupos, mezclados a veces con el racismo, la conspiración y la violencia. Un testimonio feo de la América rural, blanca y humilde, que suele calificarse de “profunda”.

El Confidencial ha hablado con Ryan Lenz, miembro del Southern Povery Legal Center (SPLC) y uno de los mayores expertos de Estados Unidos en milicias y “grupos de odio”. Lenz considera que la amenaza de las milicias contra los poderes públicos está siendo infravalorada por las autoridades. “El problema es que los insurgentes eligen ignorar la ley”, declara. “Ellos no reconocen el Estado de derecho. Los extremistas quieren derribar el sistema que gobierna el país”.

Lenz identifica tres momentos clave en la historia reciente de las milicias: principios de los años noventa, el periodo de 2008 a 2011, y 2014. Su origen tuvo lugar en dos tragedias.

En el verano de 1992, un neonazi de Idaho, acusado de poseer y vender armas ilegales, se atrincheró con su familia y sus compinches en una cabaña en Ruby Ridge. Cuando la policía fue a por él, se desencadenaron disparos. El enfrentamiento duró 11 días y acabó con varios muertos, entre ellos la esposa del acusado, derribada por un francotirador mientras sostenía a su bebé en brazos.

Al año siguiente, los Davidianos, una secta cristiana que esperaba el Apocalipsis emboscada en Waco, Texas, recibieron una visita de la policía. Su líder se había casado con varias niñas y acumulaba un arsenal de proporciones bélicas. La visita policial degeneró en un sangriento asedio de 51 días que acabó con 76 muertos, la mayoría en un incendio originado, según el Gobierno, por los propios sectarios.

Las milicias se multiplican por ocho

“Los sucesos de Ruby Ridge y Waco son directamente responsables del crecimiento explosivo de las milicias”, explica Lenz. Estos incidentes convencieron a círculos ultraderechistas de que la Administración Clinton pretendía aplastar las diferencias ideológicas y desarmar a los ciudadanos. Rápidamente aparecieron milicias como la de Michigan, que llegó a tener, según sus cifras, hasta 50.000 miembros. Esta milicia uniformada operaba con estructura militar. Uno de sus afines, Timothy McVeigh, colocó una bomba en Oklahoma City que mató a 168 personas en 1995.

El atentado multiplicó la atención pública sobre estos grupos, sus actividades violentas y su variada paleta de posturas extremistas: 22 estados prohibieron el entrenamiento paramilitar en su territorio y el FBI se puso manos a la obra, pero el fantasma de Waco hizo que se evitasen los enfrentamientos directos. El asedio en 1996 contra un grupo derechista en Montana se resolvió con la rendición de los radicales. Las fuerzas del orden estuvieron 81 días esperando. Poco a poco, la actividad miliciana declinó.

Las tornas volvieron a cambiar a partir de 2007, cuando el entonces senador de Illinois, Barack Obama, anunció su intención de ser presidente. “El resurgir de las milicias en 2008 se debe al miedo a las políticas de Obama”, continúa Ryan Lenz. “Tradicionalmente, las milicias se asocian con la extrema derecha; empezaron a cuestionar la ciudadanía de Obama y a hablar de sus políticas. Estos grupos ayudaron a estructurar el descontento blanco”.

El número de grupos antigobierno se multiplicó por ocho entre 2008 y 2012;pasaron de 42 a 334. Un analista del departamento de Seguridad Nacional, Daryl Johnson, había predicho este aumento en 2009, por dos razones: la recesión económica y la elección del primer presidente afroamericano de la historia.

Algunos grupos resurgieron con un lavado de cara. En palabras de Daryl Johnson, las milicias mayoritarias profesan hoy un tono suave y adaptado a “clases más educadas”. Evocan los principios de la constitución americana, como los Oath Keepers (7) o los Three Percenters, llamados así porque, según afirman, en 1765 solo un 3% de los colonos se levantó en armas contra la Corona inglesa. Ellos serían sus valientes sucesores. Su página web es moderna y atractiva, y desde el primer momento avisa de que “no son radicales, ni teóricos de la conspiración, ni antigobierno”.

“El Gobierno nos envenena con Ántrax”

Pero la diversidad de métodos e ideas entre los grupos sigue siendo enorme. La Milicia de Michigan (9), por ejemplo, se reactivó con otros líderes en 2009. Su página web asegura que el Gobierno envenena a los ciudadanos con Ántrax y que por tanto hay que unirse a una milicia.

Los Hutaree, del llamado Movimiento Cristiano Patriota, continúan la tradición ‘survivalista’ de las viejas milicias. Los ‘survivalistas’ son personas que viven esperando algún tipo de catástrofe, como un ataque nuclear, una guerra civil o una invasión alienígena. Suelen practicar la autarquía y viven ampliamente armados en fortalezas. Las justicia investigó al MCP en 2010 por planear presuntamente la guerra contra el Gobierno de EEUU, identificado como un instrumento del Anticristo.

Dice Ryan Lenz que el último resurgir llegó en 2014, con un aumento del 37% en la actividad paramilitar. Su origen tuvo lugar en ese planeta de llanuras cicatrizadas por montañas que es el Medio Oeste, donde pervive el imaginario del ‘western’ y el aire es tan puro que hasta el vaquero más encallecido lleva un tarrito de crema hidratante en el bolsillo.

Un ranchero de Nevada, llamado Cliven Bundy, llevaba 20 años alimentando sus rebaños en pastos del Gobierno sin pagar impuestos. Los agentes federales se cansaron y un día fueron a rodear su ganadería. Bundy y sus compañeros no dudaron en encañonar a las autoridades, que terminaron abandonando el lugar. Bundy aún no ha pagado el millón de dólares que debe al fisco.

El episodio alentó la resistencia armada. “La dirección de la milicia entendió que la amenaza de la violencia es viable en su desacuerdo con el Gobierno”, declara Lenz.

Llamamiento a “todos los patriotas”

El 2 de enero, varios milicianos armados ocuparon el Parque Natural de Malheur, en Oregón, y convocaron en Facebook a todos los “patriotas” del país a unirse a su lucha. El detonante de la ocupación fue el envío a prisión de dos rancheros que habían provocado un incendio en tierras federales. Desde entonces, los rebeldes piden a la “tiranía” que entregue las tierras al control local.

Según la prensa local, el ataque fue planeado durante meses. Los organizadores estudiaron en detalle el caso de los ganaderos arrestados, juntaron apoyos para protestas pacíficas y peinaron los edificios gubernamentales de la zona para ver cuál era el más apropiado para una ocupación.

Su mensaje ha llegado incluso a Washington, donde algunas figuras republicanas, aun desaprobando los métodos, han apoyado su denuncia: la excesiva gestión federal de tierras. El ultraconservador Ted Cruz, senador de Texas y precandidato a la Casa Blanca, había propuesto en 2014 limitar al 50% la proporción de territorios bajo control del Gobierno en cada estado.

Lo curioso es que los líderes de la insurrección, Ammon y Ryan Bundy, son los hijos del ganadero que intimidó a las fuerzas del orden en 2014. Su camarada de armas no es otro que Jon Ritzheimer, un conocido islamófobo que lleva meses amenazando mezquitas con una muchedumbre armada. Antes de asaltar el Parque de Oregón, el ‘exmarine’ colgó un vídeo en YouTubedonde se despedía de su mujer y de su hija con la Constitución americana en la mano y lágrimas en los ojos.

Ryan Lenz acusa a las autoridades de quedarse de brazos cruzados. “El miedo continúa dominando la estrategia del Gobierno federal, que está maniatado por la historia [Idaho y Waco]. Pero no hacer nada tampoco es una solución”.

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