Paro a la carta

Los propietarios de restaurantes populares en donde se consigue el almuerzo “caserito” o el anhelado corrientazo podría subir de precio en una semana de seguir el paro agrario en Colombia que tiene por el cielo el precio de los alimentos. Otra situación a la que llevaría el paro, sería el cierre de negocios.

Confidencial Colombia consultó varios comedores en diferentes puntos de la capital y encontró que la queja por los altos precios en las provisiones es generalizada, así como es casi de común acuerdo ajustar el precio de los almuerzos.

Un almuerzo en cercanías de Galerías que cobra 5.500 pesos podría subir en 6.500 ó 7.000 pesos comentó la dueña del establecimiento que prefirió el anonimato. Esta micro empresaria aseguró que hacer mercado es casi que imposible toda vez que los precios en muchos productos se multiplicaron. “Yo tengo un año con este negocio y es la primera vez que me veo en dificultades para operar y pagar salarios”.

El empresario, Hugo Muñoz que tiene un acreditado restaurante en el occidente de Bogotá le dijo a este medio que la situación es muy compleja y aseveró que hay escenarios que se tienen contemplados y que son complejos por cuanto algunos quieren subir el precio del almuerzo o del desayuno, pero la cultura colombiana no soporta esa maniobra y finalmente no quiere entender lo que implican los sobrecostos.

“La utilidad de un restaurante es en promedio del 25 por ciento en ventas y hoy ese porcentaje cayó al 15 por ciento, eso obliga a hacer una reingeniería en el negocio, pero lo cierto es que no se puede subir el precio”, declaró el señor Muñoz.

Este propietario compró cebolla antes del paro a 700 pesos la libra, hoy en medio de la crisis la ha pagado a 2.000 pesos. El bulto de papa que costaba 35.000 pesos pasó con la inmovilización a 70.000 pesos y lo propio ocurre con los precios de hortalizas y verduras que están muy lejos del presupuesto que manejan los negocios de cocción de comidas. “Es imposible comprar adquirir cilantro, lechuga, repollo y otras hortalizas de hoja”.

Cambiar de menú

Hugo Muñoz, quien se frota las manos y fija sus ojos claros en la pared de su negocio, detiene el quitar del frio con las notas que sobre el paro narra la televisión nacional. Rompe su lacónico silencio y afirma tajantemente, “Hombre si no hay alimentos y no se puede vender pues nos toca cerrar parcialmente y luego retomar las actividades, pero no podemos pensar en trabajar a pérdida o vender lo que no hay”.

Otra opción de Muñoz es la de ofrecer platos al mismo precio, pero sin papa, sin plátano y sin verduras. Él considera que es necesario trabajar con granos como el fríjol, la lenteja y el garbanzo. En su opinión, de seguir el paro nacional agrario, vendrán tiempos difíciles en donde los restaurantes tendrán que ingeniárselas para subsistir, otros cerrarán mientras pasa el chaparrón y otros le dirán adiós al negocio. “Lo grave de esta realidad es que muchos se quedarán sin empleo y de hecho eso ya está pasando”.

Otra estrategia, bajar porciones

Doña Dilma Urrego León tiene un restaurante en el sector de cedritos al norte de Bogotá y también manifestó su preocupación por la baja en la rentabilidad de su negocio. Esta creativa mujer consideró que antes que cerrar o subir los precios, lo mejor era disminuir porciones. “Un plato de 130 gramos lo hemos bajado a 100 gramos y de momento nos ha funcionado, la papa que está tan cara la cocinamos y la partimos por la mitad”.

Narró que se ha sentido el alto precio en la papa, cebolla y ya en carne así como en pollo. Una libra de carne que se conseguía en 4.800 pesos para restaurante se ubica hoy en 7.000 pesos. Agregó que los precios han escalado terriblemente hasta poner a pensar a los dueños de restaurantes con el agravante que muchos de los comercializadores están abusando de la situación y venden productos viejos y de muy mala calidad. “Hace un par de día compre un bulto de papa en 70.000 pesos y más de la mitad salió de pésima calidad, para rematar ya no se consiguen ni saldos de verduras”.

Los comensales de doña Dilma son empleados, muchos del salario mínimo que pagan por el almuerzo 6.000 pesos. “Ellos no ganan para pagar más y trasladarles el precio sería sacarlos a ellos y perder yo”.

El drama toca también los hogares

La señora Miriam Edilma Torres salió con cara de pocos amigos de una tienda del conocido líchigo del barrio. La queja es la misma y la petición no cambia. “Es hora de que levanten ese paro porque estamos a las puertas de una crisis alimentaria y finalmente los que pagan el pato son los consumidores”.

La matrona, la jefe de hogar afirmó que lamentablemente los colombianos están pagando “la gana” de más de uno. “Esto es increíble, fui a la plaza de Las Ferias a buscar unas arvejas y si más me da un patatús, me cobraron por una libra 8.500 pesos”.

Esta es la situación lamentable del país, mientras unos empresarios y amas de casa le prenden velas al de arriba para que cese el paro, los de abajo siguen bloqueando vías como es el caso último de Facatativá en donde están cerrando carreteras.

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