Real Madrid repite en la final de Champions, James repite en el banquillo

El Real Madrid de Zidane fue sobre el Calderón una vez más ese equipo indescifrable. Capaz de lo mejor y lo peor, los dirigidos por el técnico galo sufrieron durante la primera media hora, que regalaron en beneficio de unas aspiraciones colchoneras confiadas en la presión atmosférica de la grada y un estrategia de choque llevada al límite de reglamento. Cuando preciso de verdaderos argumentos futbolísticos se quedó sin discurso. Inferiores ampliamente contra una plantilla sobrada de individualidades, aguantaron la resistencia hasta donde les quedó aliento.

En 17 minutos se habían puesto a tan solo un gol del milagro. Saúl primero de cabeza en un córner y Griezmann más tarde llevaron los nervios de los blancos hasta un punto límite. Los dos tantos retrataban la caraja mental de los merengues en los primero minutos. Una desconcentración en el primer palo y un penalti estípido dio ilusión al coraje rojiblanco. Pero pronto escapó el temporal.

Isco puso fina la tortura local con un gol a le precedió una obra de arte de Benzemá. La defensa rojiblanca dejó que pensará en una zona muerta, árida al filo de la línea de cal. El gato rescató esa pelota que los defensores dieron perdida, y le enció un pase franco al remate de Kroos. El alemán remató con potencia e Isco remató el rechazo de Oblak.

Hasta ahí llegaron als ilusiones rojiblancas. Cuando las cosa volvieron a la normalidad, el partido al guió que se esperaba. El Madrid dominaba con tranquilidad la ventaja que por su culpa casi habían echado por tierra. Y el Atleti demostraba que cuando hay que poner las cartas sobre la mesa, anda corto de efectivos. No tuvo punch ni ideas. Era un equipo que comprendió en ese momento que la eliminatoria se la habían dejado en al ida en el Bernabéu, y que en la vuelta ya había hecho suficiente con meterl el miedo en el cuerpo a su eterno enemigo.

La victoria final acabó hasta aliviando el corazón colchonero. El triunfo honra el último derbi que se vivirá en este místico estadio, con el traslado al novedoso Wanda Metropolitano que estrenarán el próximo año. Como homenaje el mismo Neptuno hizo presencia con un lluvia torrencial sobre el Manzanares. La lluvia hacía aparición para dar una despedida de película a la afición colchonera, incasable hasta el último momento.

Aguantaron hasta el final la sentencia de una crónica que parecía anunciada. Algo parecido a la situación que mantiene a James en el Real Madrid, de nuevo olvidado en el banquillo por su técnico en los encuentros que de verdad importan. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que tenga su oportunidad en Cardiff, la primera final en la historia en la que figurarán dos colombianos. Él y Cuadrado.

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