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Una charla con La Fulminante


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En medio del recibidor de la sede de la Alianza Francesa del centro, La Fulminante habla sobre su muestra “No Basta un Pedazo de Tierra”. Proyección audiovisual de su trabajo que se combina con performance.

Lo que iba a ser una entrevista a La Fulminante, personaje creado por Nadia Granados, artista plástica de la Universidad Nacional, terminó convertido en un diálogo entre dos colegas. Después de haberse puesto una pantalla sobre la cara y otra, más pequeña sobre el pubis, y de haberse movido insinuantemente frente una los transeúntes, ventana de por medio; La Fulminante se sienta frente a Diana, una de sus entrañables amigas y colegas, para hablar sobre el cuerpo y el arte en medio del ruido que generan varias decenas de estudiantes de francés que salen de sus clases en la sede de la Alianza Francesa del centro.

Diana.: ¿Por qué el cuerpo? ¿Por qué no otro material?

La Fulminante: Creo que es el primer medio de comunicación con el que contamos, el más cercano, el más inmediato, el más barato. Es mi cuerpo, no tengo que usar el de nadie, es mi imagen, por eso uso mi cuerpo, no se trata del cuerpo, se trata del mío.

En la historia del arte, el cuerpo de la mujer ha sido un objeto recurrente, el cuerpo desnudo de la mujer ha sido un objeto del arte, por eso también uso mi cuerpo como imagen, porque de esa manera me puedo mirar a mí misma a través de una cámara de video y construir una imagen.

El cuerpo es lo más cercano y lo que más toca al otro y esa relación puede ser muy directa y muy cercana.

D.: ¿Cuál es la relación entre el cuerpo y la violencia de los sistemas que criticas en tus obras?


L.F.: La violencia obra directamente sobre los cuerpos. Los cuerpos de las mujeres se usan como símbolos o imágenes para vender ciertas ideas o para adornar. En ese sentido el cuerpo puede hablar de ciertas emancipatorias. Mi cuerpo habla de ciertas ideas insurreccionales que contribuyen al cuestionamiento de un sistema que no funciona.

Además el cuerpo también es violentado, mostrado, exhibido de muchas formas.

El volumen creciente de un televisor que está en una de las paredes de la sala donde transcrurre el diálogo rompe la disertación sobre el cuerpo y la violencia: Mariana Pajón ganó medalla de oro en una carrera de bicicletas. Las imágenes se superponen frenéticamente mientras La Fulminante disimula una sonrisa de desdén.

D.: ¿Cuál es el blanco contra el que van tus acciones? ¿Cuál es esa idea que atacas o criticas con tu obra?


L.F.: Yo creo que es el sistema en el que vivimos. Un sistema que destruye todo y que todo lo convierte en mercancía. Ese es el blanco que pretendo atacar. Es un sistema que adormece y enajena a una gran multitud por medio de un discurso vendido a través del video. Por eso trabajo en video que es una herramienta de enajenación hecha para estupidizar a las personas y para manejarlas.

El acceso a internet, es libre y nos permite tener esa posibilidad de jugar. Permite que otras voces se expresen. No soy la única persona que está haciendo eso, hay muchas personas haciéndolo y creo que es necesario Los ciudadanos, como personas que vivimos en un país y en un mundo que está bastante mal, debemos hacer algo para que cambie. Debemos comunicar algo, quejarnos, gritar, es una manera de mover conciencias.

El video es el medio que uso para hablarle a un sistema que siento que no respeta a las personas y no solamente a un sistema, sino unos comportamientos. Digamos que el sistema lo hacen las personas: los sicarios, hacen parte del sistema; son personas; los latifundistas son personas; los hombres que les pegan a las mujeres son personas; todos son personas. Son problemáticas humanas, que a la final son las mismas aquí, en el Brasil, en Italia. Son cosas que ya están globalizadas, son problemáticas que nos conciernen a todos por igual, no se tiene, ni siquiera, que ser pobre o rico, para sentirlo, para que nos afecten.

D.: Hace poco hubo una polémica con una obra tuya en una exposición, en Argentina, en rosario, ¿es común que te suceda eso?

L.F.: No sé, porque mi obra en general circula en internet. Ese espacio permite verlo cuando se quiera y si no se quiere no se ve.

Ese caso concreto fue en un museo, en una muestra, pero no fue solo mi trabajo, sino que la curaduría en general era un poco agresiva. Tenía a Fernando Arias con una erección, así que había varios videos que eran como chocantes y lo que sucedió es que un señor se quejó y envío una carta al museo, porque había ido con sus niños. Sin embargo yo creo que muchas veces los niños no se escandalizan con el cuerpo desnudo, son más los padres los que tiene problema con eso.

Pero en general no he tenido más problemas, creo que me han cerrado tres veces canales de video, un Facebook (que es por donde yo circulo) y dos canales de youtube. Me han quitado videos y me han quitado videos vía streaming. Digamos que en ese caso ellos son muy rápidos en quitarte cosas cuando muestras, digamos, una teta. También abrí un canal en un canal porno y también me lo cerraron, creo que era por publicitarme por ahí, porque hacía transmisiones en directo.

Es muy divertido porque me encanta eso, el video en vivo. Es algo muy divertido. Me interesa más lo casual, no el hecho de estar en una exposición. Mi trabajo circula sin que yo intervenga, es decir, yo lo subo y él circula, y eso me parece bien chévere, porque es la posibilidad de llegar a un montón de mentes.

Esto es muy directo, es un encuentro permanente con desconocidos que muy seguramente no tienen intención de verme, sino que les llega, que tienen curiosidad. Muchas razones lo pueden llevar a uno a un video en internet, y ese azar me parece chévere

Por eso me gusta el performance, porque se atraviesa, porque no hay que pedir permiso para hacerlo, no hay que esperar a que le digan: “sí, venga y exponga”, sino que se hace y ya. Eso también tiene sus ventajas, como la permanencia, no tienes que hacer una sola cosa, sino que puedes hacer muchas al mismo tiempo.

D.: En esa producción que a veces puede ser frenética, ¿no puedes caer en el riesgo de repetirte?

L.F.: Seguramente

D.: ¿Pero no te importa?

L.F.: No, igual es eso, es un personaje que de alguna manera tiene mucho para funcionar, hay unas característica y unos temas que pueden repetirse, igual lo hago porque quiero, alguna vez podría dejar de hacerlo…


En las pantallas de televisión se repiten una y otra vez el rostro y los labios de Mariana Pajón besando su medalla de oro a 6 husos horarios de distancia. Una imagen que se convierte en mercancía de los noticieros que no dejan de mostrar la carrera y el momento de la premiación. Que se apropian de cualquier plano en el que esté la joven deportista mientras ella solo quiere sentir el metal frío en sus manos, las mismas que acaban de sostener el manubrio de una bicicleta que la llevó al podio.



L.F.: Apuesto que no han visto todos los 18 videos que tengo publicados en la red. Nadie que conozca los ha visto todos. Siendo así, para qué hago 50. Mi trabajo también habla de contextos y los contextos también se repiten.

Este año no he hecho tantos vídeos, el vídeo que está en la exposición creo que lo voy a subir a internet cuando termine la muestra.

D.: ¿Qué puedes decir del video de Jaime Garzón…?

L.F.: Es la criminalización a la protesta popular, la pena de muerte que se aplica a la disidencia en este país, Jaime Garzón es uno de los mejores ejemplos que hay, pero no es el único. Es uno de los ejemplos, uno de los miles de muertos disidentes a los que se les aplica la pena de muerte. Porque la disidencia es real y hay pena de muerte, porque los policías matan gente y no pasa nada, matan a alguien que acusan de disidentes y no pasa nada, entonces quiero hablar de eso ahorita, ese es un tema que no he tratado, pero no creo que se haya repetido mucho…

D.: ¿Tú crees que se repiten mucho?

L.F.: Sí. De hecho hay columnistas que sacan una columna cada semana y muchas veces se repiten o insisten en temas que tratan. Hay muchos periodistas que escriben muchas veces sobre los mismos temas. Eso es algo normal. Si yo fuera cocinera y tuviese un programa, seguramente muchas veces tendría que hacer arroz; en otra ocasión, arroz con pollo; luego arroz con leche. De alguna manera hay una especialidad y la mía es la víscera, el grito visceral, y de ahí lo que venga, pero realmente no me preocupa repetirme.

D.: El cuerpo, y el cuerpo femenino, tiene enormes capacidades expresivas, ¿por qué escoges el formato del porno?

L.F.: Para mí eso no es tan porno, pero lo escojo porque: primero me gusta, me gustan las imágenes eróticas y sexuales, me gusta el cuerpo y como tal siempre me ha gustado el video. Tengo una fascinación por el desnudo y el erotismo y me parece que la gente tiene muchas taras con el porno y la sexualidad, y por eso es un negocio, porque hay mucha pendejada alrededor de eso, si no fuera así no sería negocio como es, sería lo más normal del mundo.

El cuerpo es bonito, el sexo es bonito y es rico, pero creo que lo sexual en las mujeres en un poder.

Indudablemente la imagen sexual de la mujer es un poder que para este proyecto se usa a propósito, porque yo no soy esa mujer. Es un espectro y también me han interesado digamos como tal los espectros femeninos, como en esas figuras devoradoras de hombres que dan miedo, como esa mantis devoradora de machos, la vagina dentada que se va a comer al hombre y creo que La Fulminante tiene mucho de eso. Un espectro, no es precisamente una dulce mujer esperando a que se la coman, ni una mujer para gustarle a nadie, es más bien agresiva y grotesca que es lo que a mí me interesa, entonces no siento que sea solo sensual, es algo chocante.

D.: En ese sentido de ser grotesco, agresiva, chocante, sucia, hay una relación (por lo menos teórica) con lo que ahora llaman porno terrorismo, pero en una conversación que tuvimos, decías: “no, yo no soy porno terrorista”, ¿cómo sientes tu trabajo en relación con ese movimiento?

L.F.: Pues por lo general a mí me gusta el porno terrorismo, nunca lo he visto en vivo, se de Diana Torres por internet y me gusta lo que hace pero no soy porno terrorista porque no me leí un libro y dije: “voy a hacer esto”, que es lo que hace mucha gente ahora y me parece chistoso. Yo no hago eso, me siento más ligada a la comunicación alternativa, al trabajo con tratar de divulgar ideas y trabajar en eso, no estoy diciendo que lo que estoy haciendo es porno, porque para a mí el porno es más agresivo de lo que estoy haciendo.

Mientras en las sala de exposiciones atrona la voz de La Fulminante que sale de unos parlantes y se proyecta en la pared frotándose tierra en el cuerpo a la vez que unos subtítulos señalan la raíz del conflicto agrario en Colombia: terratenientes, intereses comerciales de las multinacionales; la discusión continúa en la cafetería, mientras sigo, grabadora en mano, con mi labor de médium.



D.: Post porno tal vez…

L.F.: Exacto, es que no me gustan esas catalogaciones. Para nada. Las detesto, pero a uno terminan catalogando. Supongo que sí, que calo perfecto en post porno, supongo que es lo que hago.

D.:No viene de una construcción teórica, pero si hay una intención de usar un formato más allá de su uso tradicional para decir otras cosas…

L.F.: Desde el comienzo yo he venido pensando en esa relación con las mujeres “devorahombres”. Siempre lo hice en términos de dibujos y esculturas, digamos que mi primer video lo hice en el 99 y también fue en esa línea: hacer un video de una castración.

Además, siempre me interesó, porque también hice fotos pornográficas a los 16 años. Digamos que había una algo con esa imagen mía que también me llamo la atención. Me gustaba manejarla yo misma, porque había alguien que me tomaba esas fotos. Era un trabajo que no me gustaba mucho pero lo hacía, aunque también me gustaba mucho tomarme fotos a mí misma y a mi cuerpo como sexuales.

También la generación a la que pertenezco tiene ese tara con la sexualidad, cosas como que las mujeres promiscuas eran lo peor o daban asco; un montón de tonterías alrededor del derecho de la mujer a disfrutar del sexo. Yo crecí en un barrio en el que te veían pasar y te decían “ahí va la loca, ahí va la puta”. De ahí es de donde sale ese ánimo de transgredir por medio de la sexualidad, más que de leerme unos libros, pues no soy de esas que viene de la teoría y más como te digo, acá en Bogotá en cualquier barrio ejercer cierto tipo frente a lo sexual es que eres un puta. Digamos que sí, soy una puta y qué, y no solamente una puta sino exhibicionista, así que mírame porque tengo cabeza, mírame y escúchame

Yo me identificaría y creo que si tengo influencia de Annie Sprinkle que es como la pionera total de esto, de alguien que empezó a hacer performance con su cuerpo, además relacionando la política la sexualidad, el placer como una fuerza emancipadora. Richard Kern; en fin, gente más vieja como de los 80’s, 90’s, que la que está trabajando ahora, pero alguien que yo creo que sí me influenció: Guillermo López Peña, esos serían digamos mis influencias.

D.: Acerca de los textos, los videos tienen un contenido verbal, discursivo muy fuerte y además, unos están en otros idiomas traducidos al español, en el caso de la exposición, ¿quién habla? a ¿quién le das la voz ahí? ¿de dónde provienen esos textos?

L.F.: La fulminante habla en lenguas, en un idioma demoniaco, es un demonio. La lengua la traduzco al español, pero es un trabajo largo de subtitulado, extraigo cosas de textos de otras personas, muchos textos son totalmente míos. Por ejemplo, la chupada antimperialista es mío.

D.: ¿El de esa voz es Petro?

L.F.: No, el de esa voz es Enrique Urrea, el Presidente del sindicato de Inravisión, el tipo apareció extrañamente muerto el día que cierran Inravisión. Para mí fue una especie de mentor, porque cuando yo me inicié en estas cosas lo hice en el colectivo “Somos Sudacas”. En esa radio alternativa y hacíamos unas piezas sonoras que eran como collage a partir de cosas de televisión lo cual fue para mí fue el comienzo de muchas cosas…

La voz de esa pieza era Enrique Urrea y Enrique era un tipo muy revolucionario, un tipo que tiraba línea. Tenía un programa que ponía el radio rojo, donde llamaban gente del pueblo y el man hablaba en un lenguaje muy popular, que hace una reflexión acerca de quiénes son los que mueren en la guerra, que no son precisamente los hijos del presidente, ni de los ministros, son nuestros vecinos, los hijos de los campesinos así que me parecía chévere poner esa reflexión ahí caleta. Además del hecho que la hiciera un muerto que además falleció sospechosamente.

A mí, algunos discursos de Petro me matan, todos los discursos que hizo sobre la ley de justicia y paz hace algunos años…


Diana mira un poco ansiosa el reloj mientras se prepara para los dos últimas preguntas antes de irse al taller de La Fulminante para pasar un rato que podría convertirse en la grabación de un nuevo video. Podría convertirse en lo que se convirtió algunas vez que Diana visitó a La Fulminante y esta la hizo desnudarse y simular comer un corazón de vaca mientras era bañada en sangre para realizar una pieza de video.


D.: La tuya es una obra que está llena de apuestas sociales y políticas, está llena de utopías, ¿cómo piensas la relación con el público, la eficacia comunicativa de lo qué haces?

L.F.: Eso está fuera de mi control, sospecho que algo ha de pasar, pero está fuera de mi control.

Mis videos tienen 180.000 miradas es decir 180.000 que me han visto en la intimidad, y creo que la gente no rebota esto como los videos virales porque es aceptar que estás viéndome.

Hay gente en Rumania que lo ha visto y uno no sabe porque han llegado allí. Los videos están inglés, francés, alemán y portugués, porque me he interesado en llegar a muchos lugares, porque esto está en internet. Uno no está en lo local, está en cualquier lugar, sé que esta obra está hecha para gente que está en internet. Esto lo puede ver cualquiera, desde el vecino hasta el portero del edificio, pasando por mi mamá, hasta un sicario, un policía, un abogado, una víctima, un paraco, un presidente de la República; cualquiera puede verlo. Pero no puede controlar lo que suceda con eso.

Hasta el cuatro de septiembre habrá performance en vivo cada jueves y viernes.

A mí no me gusta hablar de mi trabajo porque termino hablando mucho…

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