Empezó la Semana Santa. Y si bien para muchos de nosotros debe ser una época de reflexión, es innegable que también representa una oportunidad para impulsar el turismo. En esta columna voy a hablar del momento tan complejo por el que atraviesa ese sector, y de las oportunidades que, en ese entorno, puede aprovechar Bogotá. Y es que, si toda crisis es una oportunidad, tenemos en la ciudad una muy grande, porque el lío nacional es mayúsculo.
El miércoles pasado vimos por segunda vez este año a una aerolínea que opera en Colombia venirse abajo. Ante la mirada indolente, y la total incapacidad del gobierno nacional, las aerolíneas Viva y Ultra Air quebraron en el país (en parte porque Petro les subió el IVA) y dejaron a cientos de usuarios en veremos.
En el caso de Viva, la crisis ha dejado 18 mil pasajeros perjudicados al día desde hace un mes, y solo en esta Semana Santa, Ultra Air, dejó 63.500 tiquetes vendidos y sin servicio. Literalmente esas dos empresas robaron dinero, tiempo y paciencia a miles de colombianos y extranjeros. ¿Y qué hizo el gobierno? Poner a un Ministro a entregar tintos en el aeropuerto, y dedicar un avión con capacidad para 50 personas, a atender a los cientos de miles de pasajeros varados. Populismo puro y barato, y ni una sola decisión de fondo.
El turismo en Bogotá, en cambio, reluce. Sus casi 5.000 operadores, en los que trabajan más de 130 mil personas, tiene muchísimo para ofrecer, y el momento por el que atraviesan es muy bueno. Según cifras de la encuesta de alojamiento del DANE, con corte a enero de este año, los ingresos del sector hotelero en la ciudad habían crecido 45% frente a igual periodo del año pasado, mientras que Colombia lo hizo en un porcentaje apenas inferior al 10%. Esto además se tradujo en más y mejores empleos, pues mientras el sector hotelero nacional creció a una tasa del 14%, en Bogotá el número de ocupados en este sector creció 30%. Esto, mientras, por ejemplo, por cuenta de la improvisación del Gobierno Nacional, el empleo en San Andrés, a donde no se puede llegar sino en avión, caía 5% en personas ocupadas permanentemente. Una tragedia para la isla.
Los 12 millones de turistas extranjeros que prometió Petro en campaña fueron una más de sus mentiras, y en Bogotá no superaron los 113 mil en 2022. Pero el turismo interno es clave. Bogotá es una ciudad paseadora. Según cifras de la encuesta de gasto interno en turismo, 709 mil bogotanos viajaron en 2022, y el porcentaje de ellos que viajó por recreación o vacaciones fue el segundo más alto del país después de Cali, con un 58%.
¿Qué alternativas ofrecerle a esos más de 411 mil bogotanos que salen de paseo, y a los más de 168 mil, también turistas, que viven en grandes ciudades cercanas, muchos de los cuales posiblemente se abstendrán de salir ante el desastre del turismo a nivel nacional?
En la Semana Mayor será imperdible la visita al santuario de Monserrate, pero como esa hay más de 1.500 iglesias, hay 63 museos, y una enorme oferta gastronómica y de entretenimiento. Entre los más de 5.100 parques que tenemos, 17 son metropolitanos, cada uno con más de 10 hectáreas. Allí hay unos realmente hermosos como el Parque el Lago en Barrios Unidos, el Tintal en Kennedy o El Recreo en Bosa, con su velódromo de primer nivel.
Así que Bogotá está lista para ese turismo de Semana Santa. Y ante el fracaso y el desorden del gobierno nacional, nos queda disfrutar de una ciudad mágica, que nos abre sus puertas.