Según el estudio de la firma TomTom Trafic, publicado por el Financial Times sobre las ciudades con el peor tráfico del mundo, la capital colombiana encabeza el penoso listado por encima de ciudades como Bucarest, Manila, Lima, Mumbay y Ciudad de México. Según el informe, en Bogotá se pierden, en promedio, 132 horas al año a causa de los trancones.
No obstante, a esta problemática se suman los “pinchallantas” quienes pasaron de ser simples delincuentes a una red de estafadores que, con puntillas y tornillos que acomodan en la vía, buscan direccionar a las víctimas a unos negocios específicos. Así las cosas, quien se mueve por Bogotá tiene que llenarse de paciencia dado el alto flujo vehicular, tener el repuesto de llanta siempre listo y un celular con buena batería y datos para reportar, cuadra a cuadra, los huecos en la plataforma “Yo Participo” del ineficiente “Portal Bogotá”.
Es decir, a los índices de accidentalidad a causa de esquivar trancones, huecos y puntillas, ahora se suma la preocupación de quienes se movilizan a diario entre Bogotá y Soacha, y todo, por la presunta decisión de Claudia López de no renovar el acuerdo de movilidad entre la capital y el municipio y por la cual se afectan 112 rutas y 500 vehículos de transporte público, sus familias y su sustento.
De no renovarse el convenio interadministrativo que por diez años ha regulado las condiciones de movilidad y que culminaría el próximo siete de noviembre, los buses intermunicipales no podrán pasar más allá de la estación Despensa, sentido Soacha Bogotá, ni de Bosa Estación, en sentido Bogotá Soacha.
En inconcebible pensar que más de 100.000 personas utilicen las ya congestionadas estaciones de Transmilenio, cuando precisamente quienes salen en horas pico a trabajar desde Soacha, ven en el sistema público intermunicipal una opción viable para evitar las ya conocidas aglomeraciones que mueven alrededor de 90.000 personas al día.
No se puede permitir que, por egos o decisiones políticas, más que técnicas, se sacrifique a quienes pretenden salir de sus casas con la única misión de regresar con el sustento para sus familias, ya que, quienes necesitan transportarse no lo hacen por salir de visita o turismo a la capital, por el contrario, Bogotá recibe a todos los habitantes del país que llegan por una oportunidad laboral y Soacha no puede ser la excepción poniendo como limitante el transporte.
Las problemáticas que incentivan la competencia y “guerra del centavo” entre conductores de servicio público, deben combatirse con políticas constructivas que beneficien a los pasajeros, y nunca, con estrategias restrictivas que atenten en contra de ellos.
Invitamos al diálogo como mecanismo de concertación y a la mayor brevedad una mesa de trabajo que garantice el bienestar de los usuarios.